Carlos Marichal
Fobaproa y escándalos bancarios
Hace apenas unas semanas, el gobierno esperaba que podría llevarse a cabo rápidamente el conjunto de ambiciosas reformas bancarias que incluían: la reforma del Banco de México, la incorporación de la Comisión Nacional Bancaria al instituto central y la transformación del Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa) en una especie de agencia de subastas de bienes raíces. Sin embargo, tras los últimos acontecimientos derivados de la denominada operación Casablanca --que han llevado a cabo agencias del gobierno de Estados Unidos en contra del lavado de dinero proveniente del tráfico de drogas-- dichas reformas no serán aprobadas al vapor por las cámaras legislativas.
Para comenzar, la Comisión de Vigilancia de la Contaduría Mayor de Hacienda de la Cámara de Diputados ha confirmado que el proceso de auditorías del Fobaproa probablemente demorará unos cuatro meses, por lo que el debate formal sobre su destino no podrá iniciarse sino hasta el mes de septiembre. Estos retrasos son para bien del sistema bancario mexicano, ya que éste requiere de reformas aún más profundas y radicales que las que ha propuesto el gobierno.
Un nuevo paquete de reformas implicaría, en primer lugar, que haya una mayor transparencia en el manejo de la información con respecto al desempeño del sistema bancario en su totalidad; y, en segundo lugar, que se logre llevar a cabo una supervisión efectiva sobre las complejas y numerosísimas operaciones que llevan a cabo los bancos nacionales. Otorgar una mayor autonomía a la Comisión Nacional Bancaria no es una solución suficiente a dichas tareas, ya que también requiere instrumentos y personal mucho más capacitado para el seguimiento de un sistema financiero que es cada día más veloz y globalizado. El Congreso de la Unión tendrá que discutir este problema más a fondo y buscar nuevas soluciones.
Por otra parte, es claro que el plan propuesto de subastas de bienes raíces en manos del Fobaproa, ya no va a tener el éxito deseado. Uno de los principales mercados financieros donde se pensaba poder colocar dichos valores --a través de mecanismos de bursatilización-- eran los mercados de opciones en bienes raíces en Estados Unidos. Sin embargo, tras los recientes escándalos, no habrá muchos inversionistas extranjeros que estén dispuestos a arriesgar sus fondos, al menos hasta que se concluyan las auditorías previstas tanto del problema de la cartera vencida en manos del fondo, como de las operaciones de aquellos bancos que están actualmente en el banquillo de los acusados.
En resumidas cuentas, las subastas en el extranjero no van a tener éxito. La consecuencia clara es que debe buscarse una solución interna, dando oportunidad a los mismos deudores a liquidar sus hipotecas en condiciones razonables y, al mismo tiempo, ofreciendo una oportunidad para reactivar el mercado doméstico de bienes raíces. Para ello, el gobierno y las cámaras legislativas tendrán que buscar nuevas fórmulas financieras, pero se requerirá de una concertación política y económica mucho más amplia de la que nadie había esperado hasta ahora.