La Jornada 16 de mayo de 1998

La voz

Su deseo: un funeral privado

Agencias, Los Angeles, 15 de mayo Ť Pudo haber sido una noche cualquiera en Beverly Hills. Sus distinguidos habitantes se disponían con seguridad al descanso o a sus actividades habituales. Pero de pronto la tranquilidad del exclusivo barrio angelino fue perturbada en una de las residencias. En la de Frank Sinatra. Blue eyes (Ojos azules), la mayor institución de la canción popular estadunidense y mundial, acababa de sufrir un paro cardiaco. Agitación. Nerviosismo. Sus familiares decidieron llevarlo al centro médico Cedars Sinai. Ahí, a las 22:50 horas culminó la penosa etapa de enfermedades por la que el cantante atravesó en sus últimos años. ``Murió -dijo Susan Reynolds, vocera oficial y amiga de la familia- de un ataque agudo al corazón en la sala de emergencias del hospital''. Tenía 82 años de edad.

Al momento de su muerte, acompañaban a La voz --como también se le conocía-- su esposa Bárbara y sus hijos Frank Jr., Tina, Robert y Nancy, así como dos de sus nietos. Apenas corrió la noticia, desde las primeras horas de la madrugada de este viernes sus amigos y admiradores de todas las edades empezaron a hacer acto de presencia a las afueras de su mansión ubicada en el 915 N de Foothill Road. Enmedio de un espectacular operativo desplegado por el Departamento de Policía de Los Angeles, los amigos y admiradores fueron externando singulares y emotivas muestras de afecto. Entre los allegados a la familia arrivaron la cantante Eddie Gorme y sus esposo Steve Lawrence. Como se recordará, Gorme grabó en español un disco con el trío mexicano Los Panchos.

También desde temprano estaciones de radio y televisión dedicaron amplios espacios para difundir semblanzas y parte de la amplísima discografía del intérprete de My way, quien grabó alrededor de mil 200 canciones en más de 300 álbums. Asimismo, las cadenas televisivas dieron cabida a imágenes de sus apariciones públicas y sus intervenciones en algunas de las 60 películas en que trabajó a los largo de seis décadas de carrera artística.

Por otro lado, decenas de sus seguidores comenzaron a colocar flores en la estrella que en homenaje al cantante existe en el Paseo de la Fama, ubicado en la calle Vine y el Boulevard Hollywood.

Figura legendaria del show bussines y personaje de dudosa reputación fuera de los escenarios, por su relación con capos de la mafia estadunidense. Su nombre fue vinculado a la mafia cuando visitó Cuba en compañía de Lucky Luciano, en momentos en que la isla era centro de operaciones y diversión de los mafiosos.

Albert Francis Sinatra, su nombre verdadero, era un ardiente defensor de su vida privada. Sin embargo, eso no impidió que la prensa amarillista se regodeara en sus cuitas amorosas y en sus cuatro matrimonios, además de su afición a la bebida, en particular al whisky Jack Daniels. Junto a Dean Martin, Sammy Davis Jr. y Peter Lawford formó un grupo denominado Rat Pack, en el cual compartían sus aficiones por las juergas y la bebida.

Aquel celo de Sinatra sobre su vida privada tampoco evitó que se supiera de los problemas de salud que le aquejaron sobre todo desde 1986, cuando fue intervenido quirúrgicamente para seccionarle casi medio metro de intestino grueso.

En mayo de 1994 sufrió un desmayo en pleno escenario cuando cantaba My way en la ciudad de Richmond, Virginia. Entonces médicos y familiares aseguraron que había sido ``por culpa del calor''. Lo cierto es que su salud ya mostraba un grave deterioro. En noviembre de 1996 volvió a ser hospitalizado. En esta ocasión se dijo que la causa era un nervio prensado. Pero trascendió que en realidad se había tratado de neumonía y problemas cardiacos. A propósito, The New York Times publicó una nota con un cabezal que decía: ``Sinatra en su lecho de muerte'', asegurando que había recibido la extremaunción. Dos meses después reingresó al nosocomio y los médicos tuvieron que admitir que se debió a un ataque al corazón, pero ``poco complicado''.

En el propio centro médico Cedars Sinai, Sinatra había estado el 24 de enero, el 10 de febrero y el 22 de abril. En febrero trascendió que sufría cáncer de vejiga. No obstante, su familia sostenía que el intérprete de Strangers in the night ``estaba bien'', pese a las numerosas hospitalilzaciones a las que sistemáticamente calificaban como ``exámenes de rutina''. Pero a finales de abril su hija Tina declaró en una entrevista televisada que la salud de su padre ``se deterioraba'', para enseguida tratar de corregir y señalar que seguía estando ``robusto y lleno de vida''.

Lo cierto es que el cantante pasó sus últimos días recluido en su casa de Beverly Hills, donde era atendido por cuatro médicos. Aunque siguió presidiendo las partidas de cartas que semanalmente tenían lugar en su mansión.

De acuerdo con lo comunicado por Susan Reynolds al anunciar la muerte de Frank Sinatra, fue deseo de éste que su funeral se llevara a cabo de manera absolutamente privada y que en lugar de comprar flores y enviarlas, el dinero fuera donado al Centro Para Niños Bárbara Sinatra, localizado en el centro médico Eisenhower, de Rancho Mirage, al este de Los Angeles.


Sinatra: 60 películas y un Oscar

Raquel Peguero y agencias Ť En A toda máquina, Pedro Infante seduce a una guapa gringa cantando Bésame mucho, de Consuelito Velázquez, en un juego fálico con el micrófono y el arrastre cachondo de su voz, que hace que toda la concurrencia femenina se levante embelesada gritando: ``¡Sinatra!, ¡Sinatra!''. Era el año 1951 y la figura del gran Frank llevaba diez años poblando la pantalla grande con su encanto de ojos azules.

Su voz fue la que lo llevó a la meca del cine en 1942, en una película premonitoria de su carrera, Las Vegas nigths, con la que comenzó su periplo cinematográfico que abarcó 60 títulos y le valió, a pesar de los rotundos fracasos que tuvo con algunos de ellos, un Oscar por su actuación en la cinta de Frank Zinnemann, De aquí a la eternidad, que filmó en 1953. Sinatra luchó con todas sus fuerzas por conseguir el papel de Angelo Maggio, el delgaducho muchacho italiano de Nueva Jersey, que no se dejaba engañar por nadie, y que lo había impresionado vívidamente cuando lo descubrió en la novela homónima de James Jones. Para lograrlo estuvo dispuesto, incluso, a perpetrar ``el peor pecado que se puede cometer en Hollywood: trabajar por casi nada (mil dólares semanales)'', asegura Ava Gardner, en su autobiografía, cuando cuenta cómo su entonces esposo, se obsesionó por Maggio: ``estaba anhelando hacer un papel puramente dramático y escapar del encasillamiento al que había sido sometido por los musicales''.

Y es que, en efecto, su irrupción en la pantalla, coincidió con los inicios de la edad de oro de la comedia musical. Desde sus primeros trabajos tuvo como compañero de reparto al bailarín Gene Kelly, quien llegó al mismo tiempo que La voz al celuloide y rápidamente lo eclipsó. Sinatra era entonces un jovencito presumido, delgado y enternecedor en cintas como Levando anclas (George Sidney, 1945); Llévame a ver el partido (Bubsy Berkeley, 1949) y Un día en Nueva York (Stanley Donen y Gene Kelly, 1949). Más tarde hizo una buena cantidad de comedias al lado de Dean Martin, su pareja de juerga, no sólo en el celuloide, junto con Sammy Davis Jr., para acercarse posteriormente a personajes más duros: policías y gangsters. Sus siguientes películas fueron fácilmente olvidadas, a tal grado que un diario de la época publicó: ``Frank Sinatra subió al escenario en 1942 y vuelve a bajar en 1952''.

Tras su éxito en De aquí a la eternidad comenzó su despliegue actoral con una serie de filmes donde se muestra como el cínico encantador que fue, también en la vida real. Sinatra se ganó fama de actor sombrío, arrogante, tirano. Protagonizó numerosas peleas, a veces incluso físicas, con la prensa que nunca le perdonó nada a pesar de que mostró un talento bastante ecléctico. Fue un soltero endurecido en El solterón y el amor (Charles Walter, 1953), un músico drogadicto en El hombre del brazo de oro (Otto Preminger, 1953), con una actuación que le valió volver a ser nominado para el Oscar. También personificó a un escritor desengañado en Como un torrente (Vincent Minelli, 1958) y un viudo sensible en Millonario de ilusiones (Frank Capra, 1959) entre muchos papeles más, ya que filmó bajo las órdenes de los mejores directores: Stanley Kramer, Joseph Mankiewitcz, Robert Aldrich y John Sturges, teniendo siempre como compañeras de pantalla a las estrellas más grandes: Grace Kelly, Rita Hayworth, Kim Novak y Sophia Loren.

A principios de los años 60, muy seguro de sí mismo -tenía gloria y dinero- produjo varias películas que fueron bastante mediocres. Al final de esa década, sin embargo, volvió a tener un nuevo impulso en su carrera de actor con la trilogía de Gordon Douglas formada por Hampa dorada (Tony Rome, 1967), La mujer de cemento y El detective, ambas de 1968, donde encarna al detective Joe Leland. Para los años 70, sus apariciones cinematográficas se fueron haciendo cada vez más escasas. Su última participación en la pantalla grande fue en 1984, en Cannon Ball 2, de Hal Needham.

Ayer, en el Festival Internacional de Cine de Cannes se lamentó su partida de este mundo. El crooner acudió en una ocasión a este festín, en 1954, para presentar la cinta con la que se mereció el Oscar. La legendaria actriz francesa Jeanne Moreau dijo consternada que ahora Sinatra ``cantará con los angeles'', mientras que el presidente del jurado, Martin Scorcese, declaró que para ``mí era un ídolo, como gran italo-estadunidense y gran cantante que fue''. En el pabellón de Estados Unidos del mercado de películas, los altavoces difundieron su canto. Pero que no haya tristeza, su voz y su presencia ocuparán de nuevo las pantallas, en agosto próximo, junto con su clan, Martin y Davis Jr., en un par de filmes dedicados al rat pack (paquete de ratas) que será difundido por la cadena de televisión ABC, y donde Ray Liotta personificará a Frankie. Ahí veremos a estos símbolos de la ``distensión'' de finales de los años 50, con su vaso de wisky en una mano y un cigarro en la otra, brindando felices por la vida. Hoy, lo haremos por La voz, que se nos ha ido. ¡Salud!


Hablan sus amigos

Agencias Ť Personalidades del espectáculo internacional lamentaron la muerte de Frank Sinatra, símbolo de la seducción para varias generaciones de mujeres en el mundo.

Cantantes tan disímbolos como Pavarotti y Michael Jackson, Palito Ortega y Montserrat Caballé, consideraron su fallecimiento una grave pérdida para la música contemporánea.

``Ha muerto un rey, un rey de su tiempo, un protagonista inolvidable de este siglo, dijo a la prensa desde Praga el tenor italiano Luciano Pavarotti. Aseguró que en una ocasión el cantante italoamericano le dedicó un concierto en Las Vegas.

Pavarotti cantó junto a Sinatra en dos ocasiones: un concierto de beneficencia para la investigación contra el cáncer y en la grabación de un disco.

``Era un hombre que vivía a contracorriente, a su manera, como dice la canción My way. Hoy es un día triste, la música de este siglo pierde a un grande'', aseguró.

El cantante pop Michael Jackson también consideró al intérprete estadunidenses como un gran hombre. ``Yo lo quería mucho'', declaró durante una rueda de prensa en Beverly Hills.

En Argentina el ex cantante popular y ahora figura de la política de su país, Ramón Palito Ortega, dijo estar muy conmovido por el fallecimiento de La voz, como se le conocía en el medio artístico a Sinatra, y aseguró que lo consideraba como un amigo.

Recordó que en 1981 organizó el único recital de Sinatra en Argentina, un acontecimiento que fue un fracaso en el ámbito financiero.

La cantante de ópera Montserrat Caballé consideró a Sinatra el cantante estadunidense más importante de este siglo. ``Su muerte es una pérdida de toda una época y de un estilo de cantar y de hacer música muy directa a los sentimientos''.

También resaltó su labor humanitaria. ``Fue un hombre entregado a la ayuda a los necesitados'', dijo que su altruismo perdurará tanto como sus canciones.

Los grandes actores y actrices de su época como Kirk Douglas, Ernst Borgnine, Gina Lollobrigida y Virna Lissi, por ejemplo, recordaron emocionados sus encuentros con el cantante y actor.

``No sólo era un gran cantante, también fue un artista, una persona plena de talento que todos extrañaremos'', sintetizó la Lollobrigida, quien interpretó con Sinatra Lo sagrado y lo profano.


Cinco, los discos básicos de La voz

Pablo Espinosa Ť En el mundo del jazz, hay grabaciones realizadas por Frank Sinatra que resultan no sólo sumamente valiosas como material documental, sino altamente apreciadas por sus valores estrictamente musicales. Es el caso de los discos con Tommy Dorsey (1905-1056), en particular The all time hit parade rehearsals o bien Tommy Dorsey Plays sweet and hot, que aglutinan colaboraciones históricas.

En su número reciente, la revista especializada JazzTimes dedica su portada y amplio reportaje a rendir homenaje, felizmente en vida (sabedores de la larga agonía de La voz, tuvieron el buen gusto de homenajear sin el resabio post mortem) a este músico fundamental. Como parte del dossier, el editor incluye un apartado apetitoso y diestro: The A-List que viene siendo la discografía básica, necesaria y suficiente, de Sinatra: cinco discos con el visto bueno de expertos, entre ellos Jonathan Schwartz, Arnold Jay Smith y Will Friedwald, sinatrómanos consumados. Trátase de una discografía absolutamente suscribible:

Only the lonely era el disco favorito del propio autor. Curiosamente contiene una pieza antológica que habla enormidades de la genealogía Sinatra: Willow weep for me en un arreglo magistral de Nelson Riddle a esa pieza que es, a su vez, una de las emblemáticas de Billie Holiday, el equivalente femenino de Sinatra en su capacidad de enamorar: mientras ella le canta al oído a los hombres, como nadie, Sinatra apela al lóbulo femenino. Gineceo magnífico. El disco inicia con un solo chopiniano a cargo del pianista clásico Harry Sucoff y todo el conjunto muestra, a su vez, el estilo más clásico de entonación inconfundiblemente Sinatriana. Estilo e idea. La voz en pleno.

Songs for swinging lovers es con creces una de las obras maestras sinátricas: secuencia de antología, arreglos, tendederos de armonías y cátedra de canto. De piel chinita. El clásico de Cole Porter Anything goes deslumbra por igual que la maravillosa I've got you under my skin, que es uno de los momentos emblemáticos de toda la carrera sinatrense, musicalmente más lograda que los lugares comunes tipo My way o New York New York. El sentido sinatreano del fraseo está en su punto a lo largo de todo el álbum, que constituye uno de los máximos ejemplos del romanticismo según Sinatra, de su tibio sentido de lo rítmico. Y aquí tibio no es peyorativo: es una cualidad inalcanzable para muchos intérpretes en búsqueda de tonos sepias y brillantes.

In the wee small hours es la definición que muchos anhelarían tener del término melancolía. Cercano a la matriz del blues, el vientre de La voz se tiende en fluidos intrauterinos tendiendo un arco suave y terso en tonos oscurísimos, de belleza angelical. Si el mero título del disco entero es bello, hay a su vez canciones de nombre hermoso: III Wind, Mood Indigo (la célebre de Ellington), Only the lonely. Contiene, a su vez, datos de trivia: la canción titulada Last night when we were young fue escrita en 1935 para un cantante de ópera: Lawrence Tibbet, quien la hizo famosa durante décadas, hasta que escuchó la versión grabada por Sinatra y expresó: ``Ahora lo entiendo todo''.

Come fly with me es un ejemplo exacto de una de las varias facetas del músico Sinatra: el cantor de piezas leves, el animador de sentimientos burbujeantes, el protagonista del candor y las piezas más ligeras como para animar la región del pop de manera magistral y sin tropiezos. Piezas jazzísticas con swing irresistible, de sonido peculiar, exploratorio y ortodoxo al mismo tiempo. Es quizá el disco más desenfadado de Sinatra, con la virtud de intérprete que hace parecer fácil lo difícil, como si cualquiera pudiera cantar como él, lo cual es uno de los secretos de los grandes: hacer lucir la belleza de lo más sencillo. Otro equivalente: My favourite things, de Coltrane.

Sinatra at the sands es otro buen ejemplo de lo mejor antologado: Sinatra en vivo, con las costuras visibles, los goznes en carne viva, el tramado a luz de día, la cocina mostrada sin tapujos. Además de tratarse del primero de los discos de Sinatra grabados en vivo, es el tercero que hizo con su majestad Count Basie, un jefe del swing que hace mancuerna con el jefe Sinatra, artífice a su vez de un concepto personalísimo del swinging. Este disco es uno de los más valiosos del artista Sinatra: muestra sus altas capacidades inventivas, su sentido natural del ritmo, entonación, fraseo. Un artífice del canto en su sentido más profundo: un maestro del decir.