Carlos Martínez García
Atentados a las buenas costumbres

Según el cardenal Juan Sandoval Iñiguez, la telenovela Tentaciones, que transmite TV Azteca, es un atentado a las buenas costumbres del pueblo mexicano. La serie en cuestión trata de los dilemas de un cura que se enamora de una mujer y que duda entre continuar en el sacerdocio católico o hacerle caso a sus deseos eróticos.

A la voz del cardenal de Guadalajara se han unido otras, entre ellas la del obispo emérito de Papantla, Genaro Alamilla (``sabemos que un sacerdote no es un ángel y que está sujeto a tentaciones, pero de eso a exhibirlo hay un paso muy grande''), y las de organizaciones católicas como Pro Vida y la Unión Nacional de Padres de Familia. De sus reacciones dio cuenta Jesusa Cervantes en un reportaje publicado en el suplemento dominical de nuestro diario, Masiosare (3 de mayo). Las acusaciones contra la telenovela van desde que es una ofensa a la Iglesia católica, promueve la inmoralidad y es una burla a los sentimientos de los mexicanos, hasta tacharla de apología del pecado. En todo esto hay una ausencia fundamental: el hecho de que un muy alto número de sacerdotes abandonan esa investidura para contraer matrimonio, y la existencia de clérigos que llevan vida marital pero la mantienen bajo secreto para evitar la suspensión a divinis que impone el Vaticano en estos casos.

El caso que plantea Tentaciones, serie que no he visto ni tengo la intención de sintonizar, es más frecuente de lo que se imaginan los que se desgarran las vestiduras porque el asunto se transmite en televisión. De acuerdo con el ex obispo argentino Jerónimo Podestá, que se casó en 1972 con su secretaria, la Federación Internacional de Sacerdotes Casados (FISC) tiene alrededor de 150 mil integrantes. Este número es el de quienes han decidido asumir su condición públicamente. Según él, cerca ``de 85 por ciento del pueblo cristiano acepta a los sacerdotes casados'' (Proceso, 19/IV/1998). Podestá estuvo en México para participar en una reunión de Presencia Nueva, organización que tiene una membresía cercana a 200 ex curas casados. El coordinador nacional de este grupo, Lauro Macías, calcula que el número de sacerdotes mexicanos que abandonaron el ministerio sancionado por el Vaticano es de aproximadamente dos mil. La cifra, como se ve, es importante y no puede desaparecer nada más porque algunos proclamados defensores de las buenas costumbres se ofenden cuando el tema sale a relucir en cadena nacional.

El tópico del celibato obligatorio para los sacerdotes católico-romanos será puesto en tela de juicio por quienes se oponen a él durante el quinto congreso de la FISC, que se realizará en julio del próximo año en Atlanta, Estados Unidos. Cónclave contra el que seguramente vociferarán en su momento los mismos que ahora lanzan anatemas a Tentaciones. A ellos les sugerimos la lectura de una obra histórico-teológica escrita por Uta Ranke-Heinemann, Eunucos por el reino de los cielos. Iglesia católica y sexualidad (Editorial Trotta, 1994), particularmente el contundente capítulo ``El desarrollo histórico del celibato''. En esta sección la autora demuestra que ya habían avanzado varios siglos en la vida del catolicismo cuando de manera oficial se prohibió a los clérigos matrimoniarse. En el año 1139 el papa Inocencio II declaró ``...la ordenación sacerdotal como impedimento inderogable para contraer matrimonio'', y el Concilio de Trento (1545-1563) estableció la imposibilidad de que los casados fueran ordenados sacerdotes. Ranke consigna las distintas posturas existentes acerca del celibato obligatorio para ejercer el sacerdocio, tanto las de quienes a partir del siglo IV (los padres de la Iglesia) lucharon con denuedo a favor del celibato, como las de aquellos que consideraban que debía ser opcional. Esta última fue la postura de la Iglesia oriental en la centuria mencionada.

La tendencia celibataria fue la que se impuso en la Iglesia romana, y Juan Pablo II ha sido un reforzador implacable de esa línea. Es por esto que el Vaticano ha guardado el más hermético silencio a los varios documentos que le han sido enviados por la FISC. En el centro de la lucha de este organismo contra el dogma del sacerdote célibe está el hecho de que es una construcción histórica posterior a lo prescrito en el Nuevo Testamento sobre el tema. Simplemente hay que recordar que el apóstol Pedro era casado y eso no le impidió ser elegido por Jesús como uno de sus 12 discípulos. A lo mejor el siguiente paso de los que presionan para que Tentaciones salga del aire sea expurgar las evidencias neotestamentarias que hablan de la esposa de Pedro.