José Luis Manzo
Oficio de cancionero

De acuerdo con la Agencia Internacional de Energía, los precios del petróleo se mantendrán a niveles bajos mientras no se elimine totalmente la sobreoferta actual, que asciende a 3 millones de barriles diarios. Esto lo reconocen los ministros petroleros de los países árabes, al señalar que el anunciado recorte de 1.5 millones de barriles diarios a las exportaciones de varios países petroleros (incluido México), evitará que los precios sigan cayendo, pero no hará que suban (El Financiero, mayo 11, 1998).

Además de que dicho recorte es insuficiente, no se está cumpliendo. En el primer mes de su aplicación (abril del año en curso) la OPEP redujo sus exportaciones sólo en medio millón de barriles diarios, en vez de un millón 245 mil barriles diarios, como se había comprometido.

Sin una actitud más decidida de los países petroleros para reducir sus exportaciones hasta eliminar la sobreoferta mundial, no será posible impulsar la recuperación de los precios. Sin embargo, esta realidad inocultable para todos no es reconocida por los funcionarios del sector energético mexicano. Pareciera que el secretario de Energía y el director general de Pemex piensan que la reducción en 100 mil barriles diarios de las exportaciones de petróleo mexicano contribuirá casi milagrosamente a impulsar la recuperación de los precios. Basta con sentarse a esperar, confiando en que los precios se incrementarán progresivamente en lo que resta del año, para alcanzar un promedio anual de 12.50 dólares por barril.

Incluso, las previsiones de tales funcionarios sobre la evolución del precio del petróleo se contradicen: mientras el director de Pemex afirma que el precio del segundo trimestre del año será mayor al del primero (La Jornada, mayo 9, 1998), el secretario de Energía reconoce que las estadísticas de los últimos 50 años muestran que en el segundo trimestre se registran los precios más bajos del año (versión estenográfica de su comparecencia ante la Comisión de Energéticos de la Cámara de Diputados, mayo 7, 1998).

¿Qué camino le queda a México? ¿Sólo seguir sacando petróleo aceleradamente para malbaratarlo en un mercado internacional saturado, como se ha venido haciendo hasta ahora? Evidentemente existe un camino más racional.

México debería reducir aún más el volumen de petróleo extraído y exportado, para contribuir con ello a eliminar la sobreoferta mundial y elevar los precios. Más vale coordinarse con otros países petroleros para vender un menor volumen a buen precio, que continuar vendiendo el mismo volumen a precios cada vez más bajos. Con los precios recuperados, México obtendría en corto tiempo el mismo ingreso con menor volumen exportado. De obrar de esta forma, los funcionarios del sector energético mexicano estarían cumpliendo realmente con su traída y llevada ``canción-tema'', según la cual su objetivo es ``maximizar el valor económico a largo plazo de nuestras reservas petroleras''. Lo demás es eso, canciones.

Pero nuevas reducciones al volumen exportado implicarían, por unos cuantos meses, reducir aún más los ingresos por exportaciones de petróleo, pues habría que esperar a que los precios respondiesen al alza. Y para no recortar todavía más la inversión y el gasto social, sería necesario negociar con los acreedores externos una reducción, sólo temporal, en el importe de los intereses a pagarles.

Es perfectamente posible llegar a los acuerdos necesarios con los acreedores y con otros países petroleros para aplicar esta propuesta. Bastaría negociar de pie y con inteligencia; no de rodillas y sumisamente, como están acostumbrados los gobernantes que nos representan ante el mundo.