José Steinsleger
Illescas en Guatemala (Primera parte)

La importancia de la expresión poética centroamericana fue señalada por José Coronel Urtecho, al destacar que Centroamérica es la única región del continente donde por lo menos podemos hallar una obra de valor universal, para cada una de las épocas de su historia: el Popol-Vuh, Los cantares de Dzitbalché y el Chilam Balam en la época prehispánica; las crónicas de Bernal Díaz del Castillo durante la Colonia; la Rusticatio Mexicana, de Rafael Landívar, en la etapa virreinal y el genio de Rubén Darío en la época independiente.

En consecuencia, el vuelo y la potencia de los grandes poetas centroamericanos, que no son pocos, se hunde y nutre de hondas raíces nacionales. Sin embargo, ¿con qué vara se mide la grandeza de un poeta? ¿Dependerá de los rigores impuestos por el ``contexto generacional'' o de la dura y responsable disciplina del oficio? ¿De la consagración circunstancial o de la misteriosa capacidad para trascender el tiempo sin proponérselo?

En las raras y exasperantes pretensiones de los filósofos para definir la clase o condición de las cosas respecto de las demás, los estoicos admitieron dos: sustancia y calidad. Atributos que, en el caso de la poesía de Carlos Illescas, van como anillo al dedo. Pero, hay que leerlo. Qué digo: hay que saber leerlo, cosa que a mí, como al Illescas joven respecto al Maelstrom, de Luis Cardoza y Aragón, también representó dificultades al inicio. Pero por aquí empezaron los de su generación, tras reconocer el aporte modernista de Enrique Gómez Carrillo (que en Guatemala marca la frontera entre literatura clásica y moderna), el posmodernismo de César Brañas y el vanguardismo de Cardoza y Aragón, Werner Ovalle López y Miguel Angel Asturias.

Los poetas guatemaltecos de la ``generación del 40'' escribían acechados por la asfixiante realidad cultural impuesta por el general Jorge Ubico, prócer de la galería de déspotas que el periodista estadunidense William Krehm retrató en un libro prologado por Cardoza y Aragón. Mas para quienes aún creen que las luchas populares de América Latina fueron producto de la guerra fría vale transcribir la descripción que de la época hizo Tito Monterroso con peculiar estilo: ``...estábamos en guerra contra el fascismo aliado con Estados Unidos, al mismo tiempo que Estados Unidos en guerra contra nosotros aliados con la United Fruit Company, aliada del dictador Jorge Ubico, aliado de los cafetaleros alemanes nazis contra los cuales estábamos en guerra aliados con Estados Unidos''.

En 1941, Raúl Leiva publica Temperatura y diagnóstico del diagnóstico del mundo, libro que según Otto Raúl González habla por primera vez de libertad y democracia verdaderas. El texto de Leiva es una reflexión acerca del estado del mundo en guerra y (nuevamente Monterroso) ``...era un llamado de atención sobre lo que pasaba entre nosotros, simples, pequeños y olvidados guatemaltecos sin importancia real dentro de aquella guerra interimperialista en que los plátanos que producen nuestros campesinos servían para que las buenas amas de casa estadunidenses no perdieran durante el desayuno su fe en el destino de la humanidad''