El informe anual del Banco de México (BdeM) para 1997 se caracteriza por su diagnóstico superficial y contradictorio. Más que el trabajo de economistas profesionales, éste parece un documento escolar, donde se dibuja un cuadro estático, omitiendo analizar las interdependencias críticas de una economía y su evolución en el tiempo. La conclusión central de este documento, basada en un diagnóstico desatinado, sólo busca justificar la necesidad de profundizar el modelo neoliberal, acelerando desregulación y privatizaciones.
El BdeM reconoce que el crecimiento de 1997 se presenta en el marco de una caída de 8.1 por ciento en el crédito, en términos reales. Es decir, el crecimiento de 7 por ciento coexiste con la pérdida de la función de intermediación de la banca, pero el BdeM no profundiza en las graves implicaciones de este hecho y sólo afirma que se avanzó en la solución de los problemas de la banca.
En 1997 el coeficiente de cartera vencida a cartera total de la banca comercial con el sector privado no financiero aumentó de 21.4 por ciento a 29.8 por ciento. El BdeM minimiza ese hecho, señalando que el aumento se debe a los cambios en las reglas contables. Pero este cambio obedece a criterios más rigurosos que reflejan con mayor precisión la magnitud de los problemas crediticios de la banca. Además, el deterioro de la cartera vencida se da en el contexto de la caída en el crédito, lo cual más bien indica que la crisis de pagos no se ha resuelto. El BdeM tampoco analiza por qué los márgenes de intermediación todavía crecieron en 1997. Por último, el problema se agravó a pesar del costosísimo rescate para limpiar las hojas de balance de los bancos. El expediente Fobaproa está mostrando su verdadero alcance en estos días pero el Banco de México concluye que vamos bien.
El informe entraña contradicciones importantes. Según el BdeM en 1997 se consolida la recuperación, pero todos saben que el superávit comercial de 1996 se evaporó y que, por lo tanto, el resultado favorable en las cuentas externas del ajuste brutal de 1995 sólo duró 24 meses. En su informe, el BdeM señala que la evolución de la cuenta corriente le preocupa. Si fuera cierto, tendría que examinar las raíces estructurales del aumento del déficit en cuenta corriente.
Para el Banco de México la finalidad primordial de la política monetaria es abatir la inflación. La diferencia entre la meta original del crecimiento de precios en 1997 (15 por ciento) y la observada (15.7 por ciento) es realmente marginal. El BdeM festeja este logro, pero reconoce explícitamente que se ha utilizado a la paridad como el principal instrumento de lucha contra la inflación. Así contradice las declaraciones oficiales, algunas recientes, en las que se acepta abiertamente que la política cambiaria basada en un régimen de libre flotación reflejaría con rigor el sentido de las principales variables externas.
En una economía abierta el tipo de cambio flotante es el principal medio para ajustar las cuentas externas y atenuar los efectos de los movimientos de los capitales especulativos de corto plazo. Pero al usar la paridad como un ancla desinflacionaria, se ha permitido su revaluación al permanecer semifijo el precio del peso frente al dólar. De este modo, el diferencial en la variación del tipo de cambio y los precios ha provocado una sobrevaluación que actualmente rebasa el 14 por ciento, agravando el deterioro de las cuentas externas. Todo ello ocurre aunque el Banco de México prefiera mantener los ojos cerrados.
El sexenio salinista también se proclamó victorioso en la batalla contra la inflación, pero ese logro fue efímero. Al descoserse el modelo por el lado de las cuentas externas, la inflación regresó: entre 1995-1997, la tasa de inflación acumulada ha sido superior al 92 por ciento. La fragilidad de ese logro antiinflacionario es borrada por la amnesia colectiva de los funcionarios del BdeM, pero la historia económica reciente de nuestro país no la olvida. En el horizonte ya emerge el perfil de una nueva crisis cambiaria y de balanza de pagos. Los lugares comunes del informe del Banco de México no son suficientes para ahuyentarla, y su principal conclusión, profundizar el modelo neoliberal, carece de sustento.