HOY, TONGOLELE
Andrés Ruiz Ť Curiosidad, pasión, deseo de tocar espacios indocumentados, de abarcar con una mirada épocas que mucho nos revelan de lo que fuimos y somos, es lo que Arturo García Hernández ha logrado con un largo, tenaz y brillante trabajo de investigación periodística que culmina en la publicación de su libro No han matado a Tongolele, publicado por La Jornada Ediciones, que hoy se presenta en el Salón México (Pensador Mexicano, a espaldas del teatro Blanquita) a las 19 horas, con la participación de Carlos Monsiváis, Cristina Pacheco, Alberto Dallal, Patricia Aulestia, Yolanda Montez Tongolele y su autor.
Conversamos con él acerca de su libro.
--¿Cómo te acercas a Tongolele?
--No puedo ubicar el momento preciso, tengo recuerdos difusos en el teatro Blanquita con mis padres e imágenes de ella en las películas que pasaban por televisión. Ya como periodista, fascinado por los personajes del espectáculo en México de entonces, me ocurre eso que se llama nostalgia de lo no vivido, una añoranza de esa época, una visión idílica de la ciudad y del país de los años cuarenta y cincuenta. Ese interés se expresó luego en mi práctica periodística, ya que regularmente me preocupaba por estos temas; sabedor de eso, un amigo común de ella y mío me propuso hacer el libro. Tongolele es uno de los iconos de esta añoranza, pero había muchos otros: Pérez Prado, el danzón y las películas de Pedro Infante. Tomo esto de mis padres, que tampoco pertenecen propiamente a esa generación, pero les encantaban esas grandes figuras del espectáculo.
``Esta suma de elementos me acercó a este camino del que me fui haciendo consciente de manera gradual, porque en mi adolescencia no quería saber nada ni del danzón ni de Pérez Prado ni de Tongolele.''
--Una suerte de educación sentimental recuperada retrospectivamente.
--Sí, pero además fue un privilegio recuperar eso desde el periodismo, porque ciertamente entre mis obsesiones estaban los asuntos relacionados con esa época y esos personajes, de esa ciudad deliciosa y amable, por lo menos así lo vi en una primera observación, porque al hacer el libro descubrí también los contrastes de esa ciudad, de esa sociedad y de ese país, que llegan hasta nuestros días idealizados, en mucho por las películas de la época y por los testimonios de quienes los vivieron, en la idea de que todo tiempo pasado fue mejor.
Ubicar al personaje en su tiempo
--¿Cómo te planteaste hacer el libro originalmente?
--Quería tener el testimonio de Tongolele, contar íntegramente su historia, tener el punto de vista de una narración omnipresente, llevando yo la voz narrativa. Pretendía hacer una biografía novelada.
--¿Cómo ganó complejidad el libro?, ¿conforme platicaste con ella?
--Cuando tuve los testimonios, documentos y entrevistas que me ayudaron a reconstruir esta historia, confronté mi idea original y afortunadamente me di cuenta que no podía recrear mejor con mis palabras lo dicho por Efraín Huerta, Novo o los periodistas de la época, porque eran tan vivos que si no los recuperaba de manera literaria, absolutamente lograda, entonces no tenía caso trastocarlos; me limité entonces a invitarlos a hablar y renuncié a la pretensión exorbitada de apropiarme de esas voces para yo contar la historia.
``Era un reto mayúsculo del que no sé cómo habría salido, una apuesta literaria que entre otras cosas hubiera requerido de más tiempo y de un talento que no sé si tengo. Entonces recurrí al coro de voces en el que yo era simplemente el moderador, para ubicar a Tongolele en su tiempo, lo mismo a partir de entrevistas directas con ella que de información bibliográfica y hemerográfica, así como entrevistas con personajes de la época.''
--¿Pensaste que tu investigación tendría la dimensión que llegó a tener?
--No, me lo fue pidiendo el propio personaje. Tenía su testimonio y debía confrontar y verificar tiempos y lugares de los que ella platicaba. Así descubrí que además de lo que ella decía estaban las reacciones que suscitó, y me pareció fundamental rastrear, en la medida de lo posible, los orígenes de ese fenómeno. Fue una labor de 10 meses de entrevistas con ella, de aclarar puntos, de repreguntar, de volver sobre un mismo tema; cerca de 80 horas de grabación y ocho meses de investigación, y luego me tomó 10 meses redactarlo y pulirlo.
Fenómeno que trascendió su época
--Podríamos decir que encontraste el filón pero luego descubriste muchas vetas.
--Sí, y eso me ayudó a definir otro de los propósitos del libro, que era no sólo ubicarla como personaje del espectáculo sino verla en su contexto, describir cómo eran el país y la sociedad, cómo eran el espactáculo y el ambiente cultural que hicieron posible un fenómeno como el de Tongolele, discutido con una intensidad en verdad pocas veces vista en el país y que además trascendió su época.
--¿Tongolele fue un parteaguas de su tiempo?
--Ella contribuye a un cambio de mentalidad, aunque me es difícil hacer una afirmación de ese tamaño...
--Me refiero a que el fenómeno de Tongolele polariza las actitudes frente al cambio, o se le acepta casi incondicionalmente o se le rechaza de manera visceral.
--Es un símbolo, como a su modo lo fueron también María Victoria o Pérez Prado, que responden a los afanes de libertad de una sociedad cambiante. Ella catalizó una necesaria discusión en torno de la moral, aunque también se polemizó mucho acerca de las exóticas o de Palillo, sobre este último de manera absolutamente política. De hecho mi pretensión era revisar esta polémica sobre moral pública.
``Me interesó también rescatar los valores del personaje por encima de lo escandaloso, porque ella fue de alguna manera sinónimo de escándalo. Sin embargo, para mí su importancia dentro de la cultura del país es lo que representó en esa coyuntura histórica de manera significativa.''
--Es, no obstante, un personaje anticlimático, porque fue y es una mujer muy tradicional.
--Es interesante cómo una mujer que generó tantos y tan apasionados comentarios puede ser tan light en lo personal. Esto tiene que ver con quien compartió su vida durante 47 años: Joaquín González, que fue su esposo, su bongocero, con quien viajó y vivió todos y cada uno de sus días de relación.
``De hecho, Tongolele no se explicaría sin él; Joaquín es el hombre detrás de la gran mujer, que aceptó estar a la sombra, sin ningún complejo y con gran generosidad. Es un reto cultural: qué hombre aceptaría entonces, e incluso ahora, ese papel; sólo uno inteligente y generoso como él, quien además fue un percusionista de enorme talento. Con Joaquín llegó a tener un diálogo de sensibilidades, que me parece muy difícil que logre entablar con alguien más. Diálogo imposible si no se tiene un extraordinario sentido del ritmo, que es lo que ellos compartían a niveles de virtuosismo.''
--Llama la atención el cuidado del libro al valorar lo que ella hace en la danza.
--Tongolele comprueba que la danza es inherente al ser humano, por eso el público, además de ver en ella a una mujer extraordinariamente hermosa, encontraba una identificación con sus danzas, que tienen mucho de rituales, aun sin que ella se lo hubiera propuesto. Asimismo, toca los rincones más pegados a la ancestralidad de los espectadores.
Recuperar la memoria
--El calificativo de exótica es exacto en su caso.
--En rigor ella sí era exótica, distinta, peregrina. Dio lugar a una pléyade de exóticas, de imitadoras, que creyeron que con un vestuario breve, un nombre extraño y medio bailar podían hacer lo mismo, pero eran caricaturas, porque no transmitían la verdad de la danza. Claro, no podía haber una Tongolele en cada teatro, entonces los empresarios pensaron que la ecuación era que el éxito es inversamente proporcional a la ropa que usaban las bailarinas, y en su afán por captar público desvirtuaron la propuesta original de Tongolele.
``En el cine quisieron aprovechar su éxito, pero no lo consiguieron artísticamente; no hay una buena película en la que haya participado; están, sí, las películas de Tin Tán, pero ella no es protagonista. Apostaron a su nombre y a la cantidad de personas que éste convocaba y no se preocuparon por crear en el cine una estética tongolelesca, como sí la había en el teatro.
--Hemos perdido los teatros de revista.
--A ello han contribuido muchos factores. Hoy, por ejemplo, es más barato tener un programa de televisión que llega a más personas, que pagar ese elenco en un teatro al que van mil o 2 mil espectadores. La industria del espectáculo ha evolucionado y en este proceso ha jugado un papel importantísmo, para bien y para mal, la televisión.
``A un actor hoy le resulta más fácil y gana mejor con una telenovela que en un teatro. Antes, un artista se consagraba en los escenarios, el dictamen final era del público, por eso había mucho rigor y un esfuerzo constante, porque una mala noche podía significar el fin de una carrera, por eso la calidad del espectáculo tenía mayor brillo. Había intensidad, pasión y, sobre todo, profesionalismo.''
--Tu libro permite varias lecturas: ahí se encuentra el personaje, pero también el esbozo de una época...
--Aspiro a que así sea, para que vaya más allá de dar llana cuenta de la vida de Tongolele. Somos un país sin memoria, por eso quiero compartir con los jóvenes ese México, que vean cómo era, de dónde venimos, y también desearía que quienes vivieron esos años se vean en el espejo de su época y se confronten con él.
``Tongolele fue una mujer de su tiempo, pero prefiguró un futuro y contribuyó a desinhibir la sociedad y el espectáculo, anunció la apertura que luego tendría la televisión, porque en su momento ella no podía aparecer en las pantallas, y contribuyó a vencer a una corriente censora.
--¿Podría decirse que nuestra educación sentimental está indocumentada?
--No sé si tanto, porque ahí está el caso paradigmático de Carlos Monsiváis, pero me gustaría que hubiera una mayor labor de recuperación de esta memoria, porque no obstante que existen esfuerzos en este sentido, son aún insuficientes y siempre necesarios.