DobleJornada, Lunes 4 de mayo de 1998
Mucho se ha discutido en la época reciente acerca de las cuotas reglamentadas de participación femenina en las cúpulas de poder, en los puestos de decisión, en las acciones gubernamentales. No siempre la presencia femenina nos da garantías. En algunos casos, incluso, puede constituir un desatino. Sin embargo, hoy la presencia calculada de mujeres en porcentajes definidos para ocupar posiciones de poder tiene saldos positivos en muchos ámbitos, especialmente en el parlamento y dentro el Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Acaba de terminar un periodo legislativo agitado y hasta violento, donde el machismo ``ramplón'', como el del gobernador de Tabasco, nos deja un mal sabor de boca. No obstante, en lo que se refiere a la actuación de las diputadas perredistas todo juicio deberá pasar por miradas objetivas en sentido positivo.
Veamos. Apenas se conformó la dirección camaral y ellas, dos perredistas, continuaron la tarea de la ex diputada Rosa Ma. Cabrera, al solicitar, discutir, negociar y construir los términos en que debería crearse la Comisión Camaral de Equidad y Género, lo hicieron contra viento y marea. Ello marcó un hito en la historia parlamentaria. Ese lugar es donde puede permearse la acción legislativa desde una perspectiva diferente. De esa comisión han podido realizarse acciones notables: en el presupuesto con recursos para el desarrollo; la ley de violencia intrafamiliar, la atención a víctimas como las edecanes; solidaridades precisas para las mujeres de Chiapas y, de manera fundamental, el impulso y creación del Parlamento de Mujeres de México, de cuya evolución resultarán cambios legislativos de primera importancia. El mismo que trataron de frenar las mujeres del PRI.
En el seno del grupo de las 30 diputadas perredistas ya existen otras iniciativas, como la que dará seguimiento a la reglamentación del Derecho a la Información, la que se refiere a la educación de género para las escuelas primarias, la decisión de estudiar a fondo los códigos civiles, la que conformará nuevas facetas para una nueva Ley Federal del Trabajo, y las incursiones en las cuestiones que afinarán las propuestas para una verdadera reforma del Estado. Mantenerse en la vanguardia es un reto.
El amplio balance de acciones que publicamos en este suplemento es elocuente. Tal vez lo que no se dice ahí es el esfuerzo de convergencia con otras fuerzas y el que se ha hecho para convencerse a sí mismas. La votación para la ley de Violencia Intrafamiliar fue toda una proeza, en la que no todas participaron de la misma manera y con la misma intensidad, pero que encabezaron las diputadas del PRD y la militantes por fuera, tal y como las comunistas impulsaron el voto ciudadano en los años 30; igualmente han encabezado importantes debates para el avance de la mujer, cuestiones que no siempre son noticia, pero que forman parte de un resultado positivo, saldos que hace unos cuantos años eran impensables.
Han sido ellas, de manera principal, aunque no única, quienes sin prejuicios y abiertas al cambio, entraron en contacto con las mujeres organizadas de la sociedad civil. De esta relación con la Asamblea Nacional de Mujeres surgió el Parlamento de Mujeres; además desde la de Diputados se impulsó la Comisión de Equidad y Género en el Senado y en la Asamblea Legislativa del DF.
Muchas diputadas perredistas están en la administración y conducción de la Cámara; otras desarrollan acciones sociales y políticas con énfasis en las cuestiones de género. Es decir, han reivindicado el valor de la acción positiva, luego de la presión y la insistencia por años del movimiento de mujeres en el país.
Por primera vez en la Cámara las perredistas tienen una coordinación interna en éste, el tema de las mujeres, y aunque la comisión camaral todavía no es jurídicamente semejante a las comisiones reglamentarias, desde ahí, aglutinadas, están preparando los debates de fin de siglo que indefectiblemente tendrán que incidir en políticas públicas con reflejo en todo el país.
No es poco el avance. No obstante hay muchas cosas que hacer en el futuro cercano. Las diputadas del PRD tienen el reto de profundizar y comprometerse a fondo con lo que han iniciado. De su actuación dependerá una parte de la discusión sobre la reforma del Estado y la pacificación de Chiapas, espacios aún dominados por una visión patriarcal y revanchista.
En la mira está la evaluación, porque hace falta incidir en el perredismo nacional, a veces francamente atrasado; en la visión que sobre los retos que nos esperan a todas y todos los mexicanos, en esto que se ha dado en llamar transición a la democracia.
Sería injusto no reconocer que han contado con historia, haceres de un rico pasado, como dice aquí la diputada Angélica de la Peña, pero interpretarlo y darle seguimiento es su reto.