Opus Dei: nuestra organización, ni secreta ni elitista
José Antonio Román, enviado, Jonacatepec, Mor., 3 de mayo Ť Fundados a principios de los años 50, la Escuela Femenina de Montefalco y el Centro Bachillerato Técnico Agropecuario El Peñón son dos de las principales obras del Opus Dei en el país, destinadas a promover a campesinos del valle de Amilpas, que comprende nueve municipios de la zona oriental de esta entidad, con una población rural de más de 130 mil habitantes.
Los centros están enfocados en los niveles de secundaria y bachillerato técnico para hijos de campesinos e indígenas de esta región, y en ambos casos también se trabaja de manera permanente en diversos proyectos productivos, de donde han surgido microempresas familiares, pequeños comercios, granjas avícolas y parcelas de granos básicos, entre otros.
En su informe anual, el patronato de El Peñón advierte que uno de los grandes problemas del campo mexicano se puede resumir en dos realidades: pobreza y abandono. Subraya que la labor de promoción, a diferencia de las actividades asistenciales, no provee simplemente del satisfactor de una necesidad, sino que busca un verdadero y permanente autodesarrollo. Por ello, la preocupación de fomentar actividades rentables que constituyan oportunidades sostenibles a largo plazo.
Hasta ahora, la escuela levantada en el casco de la antigua hacienda de Santa Clara de Montefalco ha impartido educación secundaria y bachillerato a más de mil 500 jóvenes campesinos, así como diversos cursos agropecuarios.
Estas labores, afirma el director de la Oficina de Información del Opus Dei en México, Ignacio Ruiz Velasco, demuestran que la Obra de Dios está muy lejos de ser una organización ``oscurantista'', ``secreta'' o ``elitista'' como hasta ahora se le a acreditado injustamente. La organización no puede ser secreta, dice, pues está en todas partes y a ella pertenecen gentes de todas las clases sociales; sus miembros no actúan clandestinamente, tanto que la Obra está localizable en la ``O'' del directorio telefónico.
Durante el recorrido por las casi cuatro hectáreas que conforman el conjunto de Montefalco, los directores Gema Santamaría, de la escuela femenina, y Héctor Lucio, de El Peñón, explican que la gran mayoría de los 240 alumnas y 270 alumnos de cada uno de los planteles cuenta con becas que les reducen todavía más el pago de 140 y 180 pesos, monto establecidas como mensualidad.
En ambos casos también se cuenta con talleres de cómputo, en los que incluso los fines de semana se abren cursos para las personas interesadas de las comunidades y municipios cercanos.
Asimismo, los directores explican que media docena de camiones escolares con rutas fijas recogen y dejan a los alumnos en sus respectivas comunidades, que en los lugares más lejanos están a aproximadamente 60 kilómetros. Además, con este servicio, el cual tiene un costo de 150 pesos mensuales, brinda seguridad en el traslado en estos municipios orientales del estado de Morelos, caracterizados por un creciente índice delictivo.
Por decisión del patronato, encargado de obtener los recursos económicos y donativos con los cuales se trabaja, los directores de los planteles deben ser miembros del Opus Dei, pero no así el personal académico. No obstante, varios de los profesores ya son egresados de estas escuelas.
La prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei, nombre completo oficial de la Obra de Dios, no es una orden religiosa ni está integrada por religiosos; desde su nacimiento en España en 1928, internamente, y hasta 1982, jurídicamente, ha sido una organización de seglares, una prelatura personal de ámbito personal.
Ruiz Velasco aclara que el Opus Dei depende directamente del gobierno papal, no existe ningún obispo regional o local que tenga jurisdicción sobre la organización, aunque en las diócesis particulares se trabaja siempre con la anuencia y la aprobación del obispo.
Según sus principios, los fieles de la prelatura del Opus Dei son personas que desean llevar una vida plenamente cristiana, buscando la santidad, ejerciendo el apostolado enmedio de la sociedad civil y cumpliendo sus obligaciones familiares, sociales y profesionales.