ASTILLERO Ť Julio Hernández López
En Tamaulipas, el principal activista del grupo del senador Marco Antonio Bernal, contra las maniobras del gobernador Manuel Cavazos Lerma, es el senador Hugo Andrés Araujo.
En Puebla, 60 mil antorchistas estarían listos, según su dirigente nacional, para apoyar a Germán Sierra, precandidato a gobernador, quien es delegado de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso) a cargo de Carlos Rojas.
En Guerrero, el secretario de planeación del gobierno estatal, René Juárez, es acusado de contar con el apoyo abierto de los dos grupos locales de mayor poder (el de Rubén Figueroa y el de Angel Aguirre Rivero) y de Carlos Rojas, titular de la Sedeso.
Hugo Andrés Araujo, quien llegó a ser líder nacional cenecista, fue una pieza clave para las reformas salinistas en materia agraria y, luego de ser involucrado, sin mayores consecuencias penales, en los incidentes del asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, sobre todo en relación con el también tamaulipeco Manuel Muñoz Rocha, ahora ha reaparecido en el escenario partidista. Por más que se pretendiese evitar la etiquetación política, es imposible dejar de decir que ha sido un activista del salinismo.
Antorcha Campesina ha sido el brazo agrario del raulsalinismo. Financiada desde el poder, incentivada con concesiones y presupuestos, había mantenido un perfil bajo a lo largo del periodo zedillista, dedicada más a sobrellevar los malos tiempos que a crecer, como lo hizo vertiginosamente durante los años dorados del salinismo, o a presionar, amenazar y bravuconear, como lo hacía cuando una llamada de Los Pinos solía aprobar candidaturas, autorizar ayudas u olvidar agravios y delitos a gobernadores, funcionarios federales y líderes priístas.
Carlos Rojas, igualmente, es una hechura salinista que ha sobrevivido durante el zedillismo gracias a su profundo conocimiento de los mecanismos internos de la política social gubernamental y a la red nacional de activistas y gestores que permiten aterrizar (como dicen en la jerga burocrática) los etéreos programas de la materia. Rojas tiene, además, una sensibilidad política que le ha ido colocando en el ala, digamos, izquierda del gabinete, en el cual, por ejemplo, el secretario de Salud, Juan Ramón de la Fuente, estaría en el polo opuesto.
Hugo Andrés Araujo, Antorcha Campesina, Carlos Rojas, activismo, democracia priísta. ¿Sabrá el presidente Zedillo a quién le ha dado protagonismo político, y eventual fuerza futura, su presunto corte de dedo?
Cárdenas y la kriptonita del poder
La salida de Jesús González Schmal del gabinete cardenista fue una corrección obligada, pero no es la única necesaria. Hay un evidente desajuste en el equipo que gobierna la capital, y los problemas se complican sin que se vislumbre, ya no el cumplimiento de las amplias expectativas creadas antes de las históricas elecciones del 6 de julio, sino, cuando menos, un atisbo de soluciones razonables.
González Schmal cometió varios errores públicos graves, de tal manera que su caída política es plenamente explicable, pero en el equipo cardenista hay, hoy, otros funcionarios que están fallando, aunque la dimensión de sus yerros no aparezca tan grave ante la opinión pública porque no tienen todos los reflectores encima.
Un renglón de inevitable análisis es el de la procuración de justicia y la seguridad pública, áreas ambas concentradas, en los hechos, en el puño de Samuel del Villar, quien controla las funciones de la procuraduría oficialmente a su cargo, más las de la secretaría, de Rodolfo Debernardi, y la jefatura policiaca, de Mauricio Tornero.
Ya no se trata hoy sólo de perfiles y características personales, que en su momento fueron abundantemente expresadas por todos, quienes consideraban impropia la personalidad de Del Villar para el cargo que le fue conferido sino, en un frío balance de resultados, de reconocer que la vida colectiva de los capitalinos está siendo crecientemente afectada por el mal funcionamiento de toda esa franja que le ha sido entregada al abogado que con Miguel de la Madrid impulsó la renovación moral.
La violencia y la delincuencia siguen creciendo en la capital del país (como lo demuestran los heridos recientes en un vagón del Metro, y la pareja asesinada y envuelta en cobijas, cuyo descubrimiento acarreó a la vez la muerte de tres policías uniformados), pero no sólo porque los malvados antecesores del cardenismo hayan sembrado de minas todo el terreno, y a la fecha sigan tendiendo trampas, sino, además (e inclusive, principalmente) porque la procuración de justicia (y las áreas satélites de la SSP y la policía) está siendo manejada con criterios grupales enfermos, en los que reina no sólo La Hermandad tantas veces denunciada, y el poder real entregado de trasmano a Javier Coello Trejo, sino también un pernicioso sentido corporativo que, cual cruzados o conjurados, hace que el jefe defienda por sobre cualquier otra cosa a sus ``elementos'' o ``subordinados''.
Ya el país entero conoció el escándalo del jefe policiaco torturador Carrola, y de otros mandos metidos en robo de autos, delitos sexuales y otros temas igualmente escabrosos. Ya el país entero ha conocido las declaraciones estruendosamente torpes del teniente Rodolfo Debernardi. Pero el procurador Del Villar, influyente como es en el ánimo supremo capitalino, mantiene a su gente por sobre cualquier cosa, pues, según explican algunos de sus allegados, confía plenamente en quienes se la están jugando con él, y considera que los ataques recibidos provienen de los intereses que han sido afectados. En esa lógica, ¿qué mejor prueba de que se está haciendo bien el trabajo policiaco que la generación de críticas?
Los problemas, sin embargo, continúan en muchas otras áreas (sería exagerado decir que en todas, aunque no falta la tentación), y el tiempo parece dar la razón a quienes creían que el mejor antídoto para el cardenismo sería la kriptonita del poder.
Ya tomó Cuauhtémoc Cárdenas la difícil decisión de prescindir de Jesús González Schmal, el aliado cuyos méritos le parecieron suficientes el 6 de julio de 1997 para votar por él, simbólicamente, para jefe de gobierno.
Esperemos todos, no pensando en el 2000 sino en el cada día que pasa, en que el ánimo de corrección alcance a la plenitud del gabinete cardenista.
Astillas: Mientras siguen los jaloneos en San Lázaro, a propósito de los juicios políticos contra los gobernadores de Tabasco y Yucatán, en esta entidad continúa sin tropiezos la conformación irregular y tendenciosa de los consejos municipales electorales, en los que, según denuncia formal del Partido Acción Nacional, hay graves fallas en 76 de la totalidad de 106. Según denunció Jorge Puga Rubio, representante del PAN ante el Consejo Electoral del estado de Yucatán, un análisis con nombres y datos precisos muestra cuando menos tres conjuntos de irregularidades: hay consejeros que han estado en abierta campaña en favor del PRI, otros que ocupan un cargo público adicional y algunos más que están vinculados con los candidatos priístas... Lo bueno de la embajada en Cuba a la que se va Pedro Joaquín Coldwell es que seguirá estando muy cerca del estado de Quintana Roo, donde el oleaje de las aguas del futurismo ya empieza a arreciar... En Tlaxcala, lo minúsculo se ha vuelto mayúsculo: renuncia de un connotado militante priísta de décadas, y acusaciones de que el gobernador Antonio Alvarez Lima tiene todo preparado para favorecer a Joaquín Cisneros..