La condición básica para la democratización interna del PRI, para que se crea dentro y fuera del partido que efectivamente han terminado el dedazo y la línea, es la limpieza de los procesos internos; pero dentro de la misma organización hay fuerzas que no están dispuestas al cambio y tratan de suplantar la voluntad de las bases.
Estos intentos de cacicazgos políticos han sido denunciados por los propios militantes del tricolor, disgustados porque los antiguos sistemas de acarreo, presiones de las autoridades sobre los militantes, han sido puestas en práctica en beneficio de los candidatos escogidos de antemano, aunque esa imposición se trata de ocultar con mecanismos aparentemente democráticos.
Hasta el momento el caso más grave para el tricolor es el de Tlaxcala, donde uno de los aspirantes más destacados, el dirigente de los profesionales del sector popular y ex diputado federal, Alfonso Sánchez Anaya --que ocupaba siempre los primeros sitios en las encuestas--, decidió no participar en un proceso viciado, y como siguieran las presiones en su contra optó por renunciar a su partido, luego de más de 30 años de militancia.
No es caso único, porque también el precandidato por Tamaulipas, el ex negociador del gobierno federal en Chiapas y actual senador, Marco Antonio Bernal, ha protestado por actos de favoritismo para otros precandidatos que se presume tienen el respaldo del gobernador Manuel Cavazos.
Tampoco se salvan de estas acusaciones de promover a un determinado aspirante los gobernadores de Sinaloa, Renato Vega, ni de Puebla, Manuel Bartlett. En Tlaxcala el caso es más complicado, pues además de protestas contra el gobernador José Antonio Alvarez Lima también se registran en contra de la ex gobernadora y actual dirigente de la CNC, Beatriz Paredes Rangel.
Los trabajos de Mariano
Las inconformidades surgen también en casos de elección de dirigentes del partido. Tal es el caso de la renovación de comités directivos del PRI en el estado de México, que es parte de los preparativos para las elecciones de gobernador a realizarse en 1999, las cuales se presumen sumamente competidas por el crecimiento que tuvo la oposición en los principales municipios en los más recientes comicios locales.
Un caso que ha llamado la atención, por la cercanía con la ciudad de México y porque se trata de uno de los pocos municipios conurbados que conserva el PRI, es el de Huixquilucan. Allí, en primera instancia, como resultado de votaciones internas, resultó triunfador Facundo Roque Nava como presidente del comité directivo municipal, pero cuando acudió a recoger su constancia de victoria, y a pesar de tener copias de todas las actas de escrutinio, fue informado que el resultado oficial favorecía a Alvaro Flores Rojas, quien pertenece a un grupo local que ha mantenido un férreo control del partido desde hace muchos años.
Los simpatizantes de Roque Nava protestaron ante la directiva estatal y nacional. Sus pruebas fueron rechazadas ''porque no se presentaron en tiempo y forma'', un recurso muy manido, que antes se utilizaba únicamente contra la oposición.
Esa es la tarea que tiene enfrente el presidente del comité ejecutivo nacional del PRI, el queretano Mariano Palacios Alcocer. Dar seguridad a propios y extraños que los procesos de su partido son limpios, sin sombra de fraude. Trabajo nada fácil a la luz de los sucesos.
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