Matan a golpes al obispo auxiliar de Guatemala, Juan Gerardi
Ap, Afp y Reuters, Guatemala, 27 de abril Ť El obispo auxiliar de la Diócesis Metropolitana de Guatemala y destacado defensor de los derechos humanos, monseñor Juan Gerardi, fue asesinado a golpes anoche, dos días después de presentar un informe que responsabilizó al ejército de ese país de la mayoría de las atrocidades cometidas durante la guerra civil que concluyó en diciembre de 1996 con un acuerdo de paz.
La Premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú, quien dijo estar ``llena de dolor'', atribuyó el asesinato del coordinador general de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado (ODHA), a ``los escuadrones de la muerte que intentan terminar con el proceso de paz''.
Mientras, representantes de diferentes sectores de la sociedad guatemalteca coincidieron en calificar el crimen de ``político''. Así, el procurador de los Derechos Humanos, Julio Arango, recordó que ``esto sucede a sólo 72 horas de haber dado el informe'' de la comisión para la Recuperación de la Memoria Histórica (Remhi), titulado Guatemala Nunca Más.
El asesinato de Gerardi es ``una agresión despiadada contra la Iglesia de Guatemala, que pierde por primera vez de esa manera violenta a un obispo, y contra todo el pueblo, y representa un duro golpe al proceso de paz'', afirmó por su parte el canciller de la Curia, Efrén Hernández.
Por lo pronto, el gobierno del presidente Alvaro Arzú creó una comisión de alto nivel --integrada por ministros y representantes apostólicos-- para esclarecer el asesinato de Gerardi, y decretó tres días de duelo nacional. Pero el ministro de Gobernación, Rodolfo Mendoza, dijo que todavía se desconoce ``el móvil'' del asesinato, y rechazó ``entrar al plano de las conjeturas''.
La ODHA dio como plazo al gobierno 72 horas para esclarecer el asesinato, pues ``de lo contrario, la responsabilidad recaerá sobre las autoridades de gabinete'', dijo Hernández.
Gerardi fue asesinado en el garaje de su residencia, la casa de la parroquia de San Sebastián, ubicada a sólo tres cuadras del Palacio Nacional de la capital guatemalteca. Al menos cuatro hombres habrían participado en el asesinato del obispo de 75 años, según las primeras indagaciones efectuadas por la policía.
Agentes del Ministerio Público que recogen evidencias informaron que siete indigentes que acostumbran dormir a un costado de la casa parroquial ``vieron a cuatro hombres que estuvieron varias horas en dos automóviles, uno de color rojo y otro azul''.
Una reconstrucción de los hechos llevó a los investigadores a establecer que al menos un hombre logró introducirse al estacionamiento de la casa del arzobispo, donde esperó su llegada. Gerardi fue golpeado al menos once veces en el rostro y las manos, según reportes forenses que establecieron la hora de la muerte a las diez de la noche del domingo. Ningún objeto de valor fue robado, ni siquiera el vehículo del sacerdote, del cual estaba descendiendo al momento del ataque.
La versión fue confirmada por el párroco auxiliar de la Iglesia, Mario Orantes, quien descubrió el cadáver a la medianoche. El rostro estaba tan desfigurado --dijo-- que sólo pudo identificar al obispo por su anillo.
Orantes explicó que Gerardi ``acostumbraba salir a cenar los domingos con familiares y regresar a la hora en que creemos fue asesinado''.
Gerardi fue obispo de la diócesis de El Quiché, que la Iglesia ``debió cerrar en junio de 1980 debido al acoso inclemente de los militares'', recordó hoy monseñor Hernández. El obispo, cuyo cuerpo fue trasladado a la Catedral metropolitana para ser velado, debió salir del país en 1982 ante reiteradas amenazas de muerte, y el gobierno no le permitió volver hasta 1984, cuando fue designado obispo auxiliar de Guatemala.
Un ``crimen político''
La dirigente indígena Rigoberta Menchú sostuvo que el asesinato de Gerardi ``es un crimen político, un mensaje que nos están dando, pero no vamos a deponer nuestra actitud''. Menchú --quien se encuentra en la localidad de Cobán para seguir el juicio a un grupo de militares enjuiciados por la matanza de campesinos-- comparó este asesinato con el del arzobispo de San Salvador, monseñor Oscar Arnulfo Romero, quien fue ejecutado de un balazo en 1980 por un escuadrón ultraderechista cuando oficiaba misa.
La Nobel guatemalteca dijo que a algunos sectores del país ``no les gusta cuando se habla de la memoria de lo que ha pasado en Guatemala, cuando se condena al ejército guatemalteco'', en alusión al informe presentado el viernes por Gerardi.
``Espero que el gobierno no se quede en simples palabras de condena, sino que llegue hasta el fondo, porque si no, podríamos volver al pasado'', advirtió Menchú, quien recomendó no sentir miedo, sino coraje, ``como lo estoy sintiendo yo en este momento''.
Por su parte, la Asociación de Familiares de Detenidos y Desaparecidos estimó que ``se pretende crear terror en las organizaciones de derechos humanos'' para que no continúen las denuncias.
También el secretario general del partido de la Unión de Centro Nacional, Edmon Mullet, aseguró que un crimen político ``es la única interpretación que hay. Esto está vinculado con el documento del Remhi''.
La Pastoral Campesina, a su vez, llamó a ``estar anuentes a cualquier convocatoria de movilización pública y masiva para presionar por una pronta aclaración'' del asesinato de Gerardi.
En un comunicado, la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) calificó el asesinato de ``grave provocación política y un duro golpe a la sociedad guatemalteca. Tiene graves consecuencias para el proceso de paz''.
Para la ex guerrilla, ``es doloroso que quien hizo un extraordinario esfuerzo por el restablecimiento de la memoria histórica, caiga víctima de hechos que no deberían repetirse jamás''.
De su lado, la vocera del ejército, Edith Vargas, lamentó en breves declaraciones el asesinato del obispo e indicó que las fuerzas castrenses están dispuestas a colaborar para esclarecer el crimen.
La guerra civil finalizó en diciembre de 1996 con un acuerdo de paz entre el gobierno de Arzú y la URNG, pero observadores locales dijeron que el asesinato de Gerardi mostró que el proceso de paz todavía no está completo.
Repudio internacional
El gobierno de Estados Unidos llamó hoy al gobierno de Guatemala a realizar ``una investigación completa de esta tragedia'' y manifestó su disposición a brindar asistencia, dijo en una declaración el portavoz del Departamento de Estado, James Foley. Esa dependencia`` deplora ese acto de violencia carente de sentido, contra un obispo que durante mucho tiempo defendió los derechos de todos los que estaban a favor de la reconciliación nacional'', agregó Foley.
En Nueva York, el secretario de Naciones Unidas, Kofi Annan, condenó el asesinato en ``los términos más enérgicos posibles'', al igual que la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Mary Robinson.
También la Iglesia católica, los gobiernos y los organismos de Derechos Humanos de Centroamérica se mostraron consternados por el asesinato del obispo auxiliar de la ciudad de Guatemala. En el Salvador, el país del área donde más sacerdotes han sido asesinados, el obispo Orlando Cabrera dijo que ``en estos países se habla mucho de derechos humanos, de democracia, pero en la práctica vivimos una situación salvaje''.
El diario del Vaticano, L'Osservatore Romano, dijo este lunes en un artículo de primera plana que Gerardi fue ``uno de los más firmes defensores de los derechos humanos durante la cruenta guerra civil'' guatemalteca, y recordó sus encuentros con el papa Juan Pablo II.
Desde Buenos Aires, el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel se declaró ``horrorizado'' por el asesinato, al que consideró símbolo de la ``tragedia de la impunidad'', consignó nuestra corresponsal Stella Calloni.
En México, defensores de los derechos indígenas repudiaron el asesinato, consignó nuestra reportera Marta García. El investigador e integrante de la Comisión Nacional de Intermediación, Pablo Casanova, dijo que estos hechos lastiman el proceso de paz, mientras que el secretario técnico de esa comisión, Miguel Alvarez Gándara, dijo que Gerardi formaba parte de ``una generación de obispos latinoamericanos que asumen su compromiso con los pobres y en particular por los pueblos indígenas''. La especialista en derecho indígena Magdalena Gómez sostuvo por su lado que este asesinato se da en momentos en que ``la idea del proceso de paz era de que se iba a entrar en una etapa de regulación, de consenso''.
Durante más de tres años, trabajadores de la Iglesia católica guatemalteca realizaron más de seis mil entrevistas para el proyecto Remhi, que trató de recabar información para un estudio completo sobre los abusos a los derechos humanos, asesinatos y matanzas ocurridos durante 36 años de conflicto bélico.
``La tarea fue romper el silencio que durante años han mantenido miles de víctimas de la guerra y abrir la posibilidad de que hablaran y contaran su historia de dolor y sufrimiento, a fin de sentirse liberadas'', dijo el asesinado obispo Juan Gerardi al presentar el viernes pasado el informe Guatemala, Nunca Más.
Ese informe llegó a la conclusión de que 150 mil guatemaltecos murieron, otros 50 mil fueron desaparecidos, un millón huyeron del país o se refugiaron en las montañas y 40 mil mujeres quedaron viudas, la mayor parte víctimas del ejército o los paramilitares. La otrora rebelde Unión Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) fue responsabilizada de un 9 por ciento de las violaciones contra los derechos humanos cometidas durante ese periodo.
La Comisión de Derechos Humanos de la ONU retiró a principios de este mes a Guatemala de la lista de países que necesitan ser supervisados en materia de derechos humanos, tras llegar a la conclusión de que no existía más una política gubernamental de terror y represión.