La historia de la ciudad de México está plena de leyendas, muchas que el paso del tiempo ha tornado realidad en el alma de los crédulos. Una de ellas es la de la imagen de Nuestra Señora de los Angeles, venerada en un soberbio templo cuyo antecedente fue un pequeño santuario ubicado en el antiquísimo barrio de Tlatelolco, hoy parte de la populosa colonia Guerrero, rumbo bravío de añeja tradición.
La ``historia'' y los vecinos afirman que después de la terrible inundación que asoló la capital en 1580, apareció entre las aguas un lienzo con una hermosa imagen de María Santísima, rodeada de ángeles; éste fue recogido por Izayoque, noble indígena, quien le construyó una capilla para venerarla, misma que fue varias veces reconstruida sin que la Virgen sufriera ningún daño, lo que le comenzó a crear una gran fama y la afluencia de multitudes.
Era tanta su gloria que en el siglo pasado se edificó en el mismo lugar una enorme iglesia, cuyo interior se atribuye a Manuel Tolsá. Esta aún existe y en sus alrededores continúa celebrándose en el mes de agosto una alegre romería, que inicia el día 2 y dura una semana.
De todo esto nos enteramos por boca de los vecinos, en la gaceta del Consejo de la Crónica de la Ciudad de México, que ahora habla de la colonia Guerrero, en donde se está llevando a cabo el programa de Historia Oral de los Barrios, conjuntamente con la delegación Cuauhtémoc, que participa también en la publicación de la revista con el fin de dar a conocer las tradiciones, valores, monumentos, leyendas y tantas otras riquezas que dan su personalidad y vigencia a ese barrio de solera, tan importante en la historia de la capital.
En Crónicas de la ciudad de México (de venta en las mejores librerías y Sanborn's) paseamos por las calles de la Guerrero --como le dicen familiarmente los vecinos-- de la mano de don Angel Solís, quien en su juventud se trasladaba al ``centro'' en trenes jalados por mulitas. El recupera la vida de hace 70 años, cuando la zona era como una pequeña provincia; todos se conocían, la colonia estaba arbolada y empedrada, el alumbrado público era de petróleo y prenderlo era todo un ritual, que don Angel nos describe detalladamente con mucho ángel.
Como ésta tenemos varias historias que nos cuentan los seres privilegiados que vivieron allí hace 50, 60 ó 70 años y nos permiten, con sus recuerdos, ir creando la memoria histórica de nuestra ciudad, preservándola para las generaciones futuras, lo que les ayudará a valorar el lugar en donde viven, amarlo, cuidarlo y mejorarlo, sintiendo gran orgullo de pertenecer a un barrio con tradición y rica historia.
Tanto como ``rica'' es la comida que se disfruta en ``La hija de Moctezuma de la Guerrero'', un restaurante con personalidad muy del lugar, situado en la principal vía y que lleva el nombre de la colonia. La pintoresca decoración es con penachos biselados en espejos; el servicio bueno; las especialidades: cabrito y lomo de huachinango a la talla. Hay buen surtido de bebidas espirituosas que alegran el bailongo por las noches.