A Helguera, artista
Absurdo de última hora: en los sótanos del Palacio de Covián, en Bucareli, cobra fuerza una idea que atenta no sólo contra la lógica sino ante todo contra ley. Al equipo de Francisco Labastida Ochoa se le ha metido en la cabeza que la Comisión Nacional de Intermediación (Conai) podría ser remplazada por la Comisión de Seguimiento y Verificación (Cosever) de los acuerdos de San Andrés.
No en vano Emilio Rabasa Gamboa, coordinador para el diálogo a secas, lanzó ayer una nueva andanada de ataques en contra del obispo Samuel Ruiz García, demostrando así que el nieto del insigne escritor chiapaneco del mismo nombre, por lo visto y oído, no sabe leer.
La Conai, por boca de su presidente legítimo, declaró hace tres días que nunca se ha comprometido a ser neutral, ``pues no se puede ser indiferente ante la injusticia, la mentira o los acuerdos no cumplidos'' (La Jornada, 23/IV/98). Don Samuel reconoció, asimismo, que la instancia a su cargo ``ha perdido fuerza moral ante una de las partes'', refiriéndose a la hostilidad que Labastida Ochoa y sus técnicos en guerra de baja intensidad le han mostrado desde que asumieron sus puestos.
De lo anterior, sin embargo, Rabasa ha leído en las palabras del obispo que éste ``reconoce que ya no tiene capacidad de convocatoria con las partes en conflicto'', con lo cual, una vez más, continúa socavando ante la opinión pública el prestigio y la figura de un actor principalísimo en el proceso de diálogo.
¿Para sustituirlo por quién?
Fuentes próximas al secretario de Gobernación insisten por lo bajo: si la Conai ``ya no puede con el paquete'', hay que poner en su lugar un conjunto de destacados personajes que tengan la capacidad de hablar con los zapatistas. Y gracias a esos malabarismos intelectuales, propios de una mentalidad pueril, alguien está tratando de sacarse de la manga la carta de la Cosever.
Lo que atenta contra la lógica es que los supuestos ``expertos'' en el manejo de la política interior pretenden hacernos pensar que creen, sinceramente, que al subcomandante Marcos le ha dado en caer gordo el obispo de San Cristóbal y que por eso ya no le dirige la palabra.
En cambio, lo que atenta contra la ley, en este caso concreto, la ley para el diálogo en Chiapas, es el propósito de remplazar a la instancia de mediación, reconocida constitucionalmente, por un organismo de verificación y seguimiento que no funciona desde diciembre de 1996, cuando celebró su primera y única sesión de trabajo.
La Cosever, por otra parte, está integrada sólo en 50 por ciento, esto es, únicamente por los representantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, entre los cuales figuran doña Amalia Solórzano de Cárdenas, el doctor Rodolfo Stavenhagen, el doctor Luis Villoro y otros personajes distinguidos.
Pero en el paquete de los rumores que propala Gobernación, se han incluido los nombres de Máximo Carvajal, director de la Facultad de Derecho de la UNAM, y el articulista Luis Farías Mackinnley, quien en su texto periodístico de esta semana se destapó partidario de Roberto Madrazo Pintado al atacar, duramente, al diputado panista Santiago Creel.
El ``gobierno'', con esta maquinación, parece estar jugando a las ventajas, y aparentemente quiere obligar a una dama octogenaria como doña Amalia Solórzano a internarse en las montañas del sureste mexicano, en compañía de cualquier ilustre intelectual salinista embozado para llevar y traer de Marcos.
De cualquier manera, si esa fantasía fuese desechada por el peso mismo de la lógica y de la ley, en Bucareli se consideran otras figuras y otras instituciones, que sin recato andan volando en círculos por el alto cielo, esperando quizá a que se enfríe el supuesto cadáver político de la Conai para entrar a su relevo.
-Nombres, nombres -exige Emma Thomas.
-El Consejo del Episcopado Mexicano, por ejemplo, o también por ejemplo -dice el tonto del pueblo-, Rigoberta Menchú.
Pablo Neruda, poeta, Premio Nobel, enfermo durante años de cáncer, murió el 23 de septiembre de 1973, 10 días después del ataque al palacio presidencial de La Moneda. Octavio Paz, poeta, Premio Nobel, igualmente enfermo durante años de cáncer, murió el 19 de abril de 1998, ocho días después del ataque al palacio municipal de Taniperlas.
El paralelismo, aunque parezca forzado y gratuito, no lo es. El golpe contra Salvador Allende en Chile inauguró una etapa de terror en varios países de América Latina, cuya más notable consecuencia fue la implantación del neoliberalismo en todo el continente. El asalto policiaco y militar a la comunidad de Taniperlas, sede del municipio autónomo Ricardo Flores Magón, anuncia, con más claridad que la matanza de Acteal, una etapa de indecibles horrores en México.
El pasado 10 de abril, en horas de la tarde, la explanada central del ejido Taniperlas era escenario de una fiesta: hombres, mujeres y niños venidos de diversas comunidades indígenas de la cañada del río Perlas, bailaban sin emborracharse, cocinaban sin ingredientes, aplaudían los espectáculos de teatro y de poesía épica ideados y protagonizados por ellos mismos, y celebraban, en fin, la heróica tenacidad de su resistencia.
Estaban allí para conmemorar dos hechos definitivos de su historia y su cultura: la muerte del general Emiliano Zapata y la muerte de Cristo, efemérides que la conjunción del calendario cívico y del calendario religioso había fundido en una sola fecha.
Pero, además, se hallaban reunidos para atestiguar, y hacer público, un dato de la realidad que existía desde el 19 de diciembre de 1994, cuando el Ejército Zapatista de Liberación Nacional proclamó la constitución de 38 municipios autónomos en vastas porciones de Chiapas.
Los indígenas rebeldes, congregados por miles, eligieron ése que parecía el peor momento y sin embargo no lo era, para manifestarle al país y al mundo que la lucha pacífica y pacifista de los más pobres entre los pobres sigue y sigue. Y seguirá.
Pero alrededor de las 11 de la noche, alguien dio una voz por las bocinas:
-Desgraciadamente, hermanos y hermanas, nos tenemos que retirar porque ya se acabó el dinero para pagar a los músicos.
Los estudiantes y maestros de la UAM y de una universidad católica de la ciudad de México que bailaban como los demás, echaron la mano al bolsillo y se acercaron al templete.
-Nosotros ponemos lo que falte -ofrecieron.
Pero mientras lo decían, en un abrir y cerrar de ojos la gente desapareció. El aviso en clave había surtido su efecto. La ordenada multitud se retiraba ya a bordo de numerosos vehículos, pues los centinelas acababan de informar que, por el camino, venían ``muchos ruidos de motor y muchas luces de faros''.
La columna policiaca y militar permaneció agazapada a las afueras del pueblo hasta las 5:30 de la mañana. De pronto, alrededor de 40 camiones encabezados por los cuerpos antimotines de Seguridad Pública irrumpieron en la explanada central. Detrás de ellos venían destacamentos de la Procuraduría General de la República y la Policía Judicial del Estado, así como dos representantes del Instituto Nacional de Migración (INM) y dos del Ministerio Público, y por último los transportes de tropa del Ejército Mexicano, cuyos miembros no tomaron parte en la acción.
Guiados por los priístas del rumbo, los de la migra se dirigieron a la cabaña donde se alojaban los 11 integrantes del campamento internacional por la paz, quienes, dada la situación de alerta, compartían la angustia y las tinieblas con algunos de los universitarios mexicanos.
En su polémica con Miguel Covián Pérez, el doctor Octavio Rodríguez Araujo escribió: ``...(me) gustaría conocer los oficios de las autoridades estatales que necesariamente tienen que existir para poner a los extranjeros a disposición del INM'' (La Jornada, 23/IV/98).
Pues bien: Rodríguez Araujo nunca los verá, o le presentarán oficios falsificados, porque según testigos presenciales del asalto a Taniperlas, los de la migra detuvieron instantáneamente a los observadores internacionales, los treparon en camionetas y se los llevaron a San Cristóbal sin orden judicial ninguna.
Con ellos fueron arrestados, por otros motivos, el maestro Sergio Valdez, reputado semiólogo de la UAM, y el estudiante César Núñez Oliva, quien aprovechaba el descanso de Semana Santa para visitar a su novia, otra mexicana, también de la UAM, que en esos días realizaba una práctica de campo para su escuela.
Al mismo tiempo, y denunciado también por los priístas del rumbo, fue detenido Luis Menéndez, activista en derechos humanos que colabora con el centro Fray Pedro Lorenzo de la Nada, y que en los torrenciales días de enero que marcaron la llegada de Labastida Ochoa a Gobernación fue testigo de la resistencia de las mujeres indígenas en el ejido San Jerónimo Tulijá, donde Pedro Valtierra tomó aquella foto de la señora y el soldado que le ha dado la vuelta al planeta.
Pero si el trato con los intelectuales foráneos y extranjeros fue más bien ``cuidadoso'' durante el asalto, no corrieron con la misma suerte los habitantes indígenas de Taniperlas. En su afán por arrestar, supuestamente, a los ``responsables'' del municipio autónomo Ricardo Flores Magón, los cuerpos policiacos detuvieron a un guitarrista del conjunto musical y a dos muchachos que fueron sacados de sus hogares a jalones de pelos, y a quienes los esbirros ordenaron que destruyeran el gran mural que el tonto del pueblo describió aquí la semana pasada.
Como esos dos muchachos se negaron a participar en semejante acto de barbarie, los policías dedujeron que se trataba de ``zapatistas'' y arrearon con ellos hacia los camiones. Hoy, sesudas averiguaciones divulgadas en estos días, han ``descubierto'' que los presos, formalmente recluidos por mandato de un juez en el penal de Cerro Hueco, ``tenían pendientes numerosos delitos, entre éstos, asesinatos, violaciones y robos''. Cómo no.
El ``gobierno'', que según su propio dicho no hace sino restablecer el estado de derecho, consintió que el ``gobernador'' de Tabasco, Roberto Madrazo Pintado, despilfarrara más de 500 mil pesos pertenecientes al erario público para venir con sus amiguitos al Distrito Federal simplemente para intimidar al diputado Santiago Creel, amenazarlo con desplantes pandilleros e insultarlo con acusaciones sexistas.
El gasto de la tenebrosa comitiva puede establecerse fácilmente: un boleto de avión de Villahermosa a la ciudad de México vale mil 367.24 pesos; el viaje redondo cuesta, por lo tanto, 2 mil 734.48 pesos. Como los ``destacados tabasqueños'' volaron en realidad cuatro veces, la cifra subtotal de sus aventuras asciende a 328 mil 137.60 pesos, más 75 mil por concepto de hotel, más 150 mil por alimentos, bebidas y pachangas nocturnas.
Para la estadística ociosa: Octavio Paz murió cuatro años y 364 días después de Cantinflas.