José Cueli
Soñó la muerte escondida

Octavio Paz se escapó de este mundo a soñar de día lo que soñaba cuando dormía. Sueños que eran una ausencia en el aire. Vacíos que sabían a cosas inciertas. Aire en el que se mecía y volaba con el vuelo de la música de su verso. Espíritu silencioso que podía oír como quien oye llover. Al marcharse, una aura luz violeta en el rostro moreno de verde mirada, llevaba reconcentrado lo mexicano y su ser en él.

Gota mágica de tinta, en busca de lector --que pedía el poeta-- que reconociera sus pasos imaginarios, al descubrir en el mundo las miradas que simularan ser agua qe le devolvieran las propias imágenes. Agua que le abría las puertas del espíritu en el que flotaba la música ondulada de su poesía, raíces de su piedra al sol que le asaltaban como embate enfurecido de olas, sin que las imágenes supieran cómo mantenerse a flote, contra esa corriente que provocaba tal conmoción y sólo su palabra ordenaba.

Palabras de doble matiz, sombras fugaces que se quedaban, se quedaron y se alargaban hasta perderse para iluminar su ser enlazado a nuestros orígenes. Revelaciones misteriosas que no desaparecerán y serán siempre novedosas; ritos, pacto y pálpito de las piedras al sol. Lava que surge de variados colores que vienen de arriba, muy arriba, y llegan al agujero de los volcanes que el poeta mostró al mundo y es magia musical oculta.

Noche con imágenes sacudida por sonidos negros, transparentes. Memoria de flor y sobrevivencia de una sociedad matrilineal que expresa su pluma. Magia de rumores, de viejos amores, burbujeo de pájaros, zumbido de insectos, desesperar lento del arte mexicano, canto de ruiseñores, clamor de las palabras a la mujer de los labios húmedos, cabellos juegos de luz, ojos foros eternos, canto y danza de aves y flores con lento ritmo, gota de tinta sangre emparentada en la noche sublime en la mano excelsa de nuestro poeta.

Poeta más allá de lo consciente y del yo que fue un pozo endemoniado de imágenes enlazadas que lo llevaban a la palabra interna indescifrable. Jeroglífico misterioso que traspasaba la ternura en un abismo insondable. Temporalidad pura de una visión nueva que trascendió su mundo por el tiempo y su fugacidad. Vida-muerte, sólo tiempo; sueños y lenguaje.

Poesía que se registra en el espíritu musical desatado en un tiempo y espacio vueltos lenguaje. Palabras que hablan de palabras que antes fueron imágenes. Alucinación convocada por el ruido rimado de las letras bajo la presión de una fuerza desencadenada por la trágica herida que llevaba el poeta al igual que todos. Voz de nadie antigua herida contada por el agua en que se reflejaba Octavio.

Cante jondo escondido en sus versos, ¿influencia andaluz vía Antonio Machado? que le mostraron la muerte; al hombro la cuchilla

El paso largo, torva y esquelética al igual que de niño la soñaba.