La Jornada 20 de abril de 1998

Murió el poeta

Octavio Paz Lozano murió ayer a las 22:35 horas en su casa de Francisco Sosa, en Coyoacán, a la edad de 84 años.

A partir de las 13:30 de este lunes, Paz será velado en el Palacio de Bellas Artes. A las 14 horas se llevará a cabo una ceremona oficial.

Nacido en el Distrito Federal el 31 de marzo de 1914, el poeta laureado el 10 de diciembre de 1990 con el Premio Nobel de Literatura, falleció a consecuencia del cáncer que padecía y que lo obligó a permanecer hospitalizado los últimos meses de su vida. Sufría también de flebitis.

Su última aparición pública fue en diciembre de 1997, al inaugurar la Fundación que lleva su nombre. Cuando no escribía, dedicaba la mayor parte de su tiempo a Vuelta, la revista literaria mensual que editaba y dirigía.

Vuelta publicó en forma de libro una colección de sus primeras obras titulada Primeros Escritos.

Además de puestos como profesor en prestigiadas universidades como Cambridge y Harvard, Paz era miembro honoradio de la Academia de Artes y Letras de Estados Unidos, y recibió la beca Guggenheim y el Gran Premio Internacional de Poesía.

En la década de los treinta, Paz permaneció cerca de Jorge Cuesta, Salvador Novo y Javier Villaurrutia, colaboró en las revistas Barandal, Alcancía, Cuadernos del Valle de México, Taller Poético y Poesía y Ruta. De esa época son los libros Luna silvestre, No pasarán, Raíz del hombre, Bajo tu clara sombra y Voces de España.

En 1937 participó en el Segundo Congreso Internacional de Escritores Antifacistas en Valencia, España. A su regreso a México, de 1938 y hasta 1941, Paz colaboró en la revista Taller, junto a Efraín Huerta, Alberto Quintero, José Revueltas y José Alvarado.

En su trabajo periodístico incursionó en los diarios El Popular y El Hijo Pródigo, así como en las revistas Hoy, Letras de México, Revista de la Universidad y La palabra del hombre.

En 1945 ingresó en el Servicio Exterior Mexicano. Entre 1946 y 1952 viajó a París, Francia; fue encargado de negocios en Japón y representante de México en India, cargo al que renunció luego de la matanza de estudiantes en Tlatelolco, el 2 de octubre de 1968.

Octavio Paz inició lo que sería una vasta carrera poética y ensayística a los 17 años de edad. Sus más recientes obras incluyen Vislumbres de la India y Lo mejor de Octavio Paz. Su desilusión de la izquierda, acentuada al conocer la falta de libertades políticas y culturales en la entonces Unión Soviética y Cuba, fue motivo de enfrentamientos con intelectuales de la época.

A fines de 1970, encabezó una cruzada contra el nuevo gobierno de Nicaragua, al que denominó como ``la amenaza de las intervenciones soviéticas y cubanas en Latinoamérica''.


Rosa Elvira Vargas Ť El presidente Ernesto Zedillo declaró esta madrugada, a bordo del avión oficial TP-01, que con la muerte de Ocatvio Paz, México ha perdido a su más grande pensador y poeta. ``Es cierto que siempre tendremos su legado, pero también es cierto que su presencia siempre nos hará falta.''

De regreso de Chile, tras la conclusión de la segunda Cumbre de las Americas, y ya sobre espacio aéreo mexicano, Ernesto Zedillo acudió a la parte posterior del avión presidencial, donde viaja la prensa, para comunicar que en esos momentos -00:02 horas- había sido informado de la muerte del poeta. Visiblemente demudado y triste, el mandatario dijo que ésta es una pérdida irreparable para el pensamiento y la cultura contemporáneas, no sólo de México, sino de todo el mundo.

``Sé que ésta es una noticia que entristecerá a todos los mexicanos y sé que todos habremos de unirnos en un sentido y sincero homenaje a la vida y a la obra de Ocavio Paz.''

El presidente expresó por último, en nombre del gobierno de la República, condolencias a la familia Paz y a todos los amigos del autor de El laberinto de la soledad.


Angélica Abelleyra Ť Como lo demuestra la prolífica vida y obra de Octavio Paz, su biografía es, en muchos sentidos, la biografía del México contemporáneo. Y realizar el itinerario intelectual del Nobel de Literatura 1990 es un tarea titánica, presente ya en varios libros, tesis de doctorado, suplementos y artículos dispersos. Presentamos aquí un apretado recuento.

La literatura y la política marcaron desde siempre su destino. Nació entre libros y vio la luz entre conflagraciones a nivel nacional y más allá de nuestras fronteras. Hijo de Octavio Paz Solórzano, abogado, periodista y revolucionario, y de Josefina Lozano, joven católica procedente de una familia de inmigrantes españoles, Octavio Paz Lozano creció en un hogar apuntalado por un liberalismo laico, una tradición hispano-cristiana y una acentuada influencia del abuelo paterno, Ireneo Paz, luchador contra la intervención francesa y partidario de Porfirio Díaz, pero quien al final de su vida se opuso al viejo dictador.

Paz mismo recordó en una entrevista con Braulio Peralta (El poeta en su tierra. Diálogos con Octavio Paz, Grijalbo/Raya en el agua, 1996) esas primeras marcas: ``Nací el 31 de marzo de 1914, el año en que estalla la primera gran guerra y, en México, el año de la ocupación norteamericana de Veracruz, la caída de Huerta y la gran división de los revolucionarios triunfantes [...] Mi familia era liberal y las divinidades tutelares de la casa eran los héroes del liberalismo y los grandes revolucionarios franceses... Yo nací entre libros. Uno de mis grandes placeres era hojear, con un primo, los gruesos volúmenes de historia de mi abuelo y detenernos en sus estampas: la toma de Jerusalén por los cruzados, el suplicio de Cuauhtémoc, el Juramento del Juego de Pelota, la batalla de Trafalgar... Nuestros juegos infantiles eran mojigangas heroicas: los duelos de Artagnan, las cabalgatas del Cid, la lámpara de Aladino o las hazañas en las praderas del Oeste de Bufalo Bill [...]''.

Un pequeño lector infatigable

Según cuenta Alfredo Roggiano en el libro Octavio Paz ( Fundamentos, España, 1979), en 1919 el niño Octavio ingresó en colegios de orientación francesa e inglesa para desarrollar sus estudios de primaria y secundaria. Por su tía Amalia (hermana de su padre) se acercó a la lengua gala y desde temprana edad leyó a Rousseau, Michelet, Victor Hugo y otros románticos. El joven, poeta ya a los 14 años, asistió a la Facultad de Filosofía y Letras y a la Facultad de Derecho a partir de 1928, pero no se interesó en obtener un título universitario y prefirió el camino de la formación autodidacta teniendo a mano la biblioteca del abuelo. Le contó a Julián Ríos en Solo a dos voces (Lumen, Barcelona, 1973): ``Las primeras obras pornográficas que leí fueron algunos clásicos. Recuerdo que El asno de oro me produjo una turbación extraordinaria. Había también mucha literatura francesa y los poetas y novelistas de fin de siglo en nuestra lengua [...] Los años de mi infancia y adolescencia fueron los de la gran explosión de la vanguardia poética y pictórica, los del descubrimiento de nuestra poesía barroca y especialmente de Góngora. Leí mucho a Góngora y también a Quevedo''.

Luego vino el Arcipreste de Hita y otros autores, pero Paz no encontró en la biblioteca familiar a los escritores ``modernos'' así que por otros canales se acercó a los poetas españoles jóvenes y a la literatura francesa.

1931: año crucial en su trayectoria porque es cuando empezó a publicar su obra. En una época de fervor político e intelectual de un México nacionalista, ingresó a los 17 a la preparatoria de San Ildefonso. Junto con José Bosch formó una agrupación radical, la Unión de Estudiantes Pro Obreros y Campesinos, con fines doctrinarios que no llegaron a tener alcance.

En su introducción a Primeras letras (Vuelta, 1988), Enrico Mario Santi recuerda al muchacho ``inquieto, vivaz, lector infatigable y dueño de una dilatada curiosidad'' que organizó una pequeña revista, Barandal, que apenas llegó a siete números pero donde se hicieron transparentes los intereses del escritor: la vanguardia poética y política con textos de Joyce y Valry, Alberti y Stalin. En esa publicación Paz dio a conocer sus primeros poemas y su inicial tentativa de ensayo en ``Etica del artista'' que, entre otras cosas, le sirvió para situarse ante Contemporáneos, la generación de vanguardia anterior a la suya y que le resultó más cercana.

Primeros poemas

Su primer poemario editado fue Luna silvestre (Fábula, México, 1933) casi al inicio de una década de cambios no sólo en lo económico sino en lo social, lo político y cultural: paso al sexenio de Lázaro Cárdenas, ``tensiones entre el nuevo nacionalismo de corte socialista y los restos del humanismo liberal de la generación del Ateneo'', define Santi, durante el cual las luchas ideológicas del México de entonces no se reflejan en aquella primera plaquette de siete poemas, y en cambio sí recoge un ``lirismo intimista de vagos ecos románticos y modernistas'' (Santi) que ahora es rareza bibliográfica. Es también en 1933 que aparecen otros poemas en Cuadernos del Valle de México, la segunda revista que Paz impulsó aunque con una vida cortísima de dos números.

Al inicio de su segundo decenio de vida, el poeta en ciernes afianzó sus obsesiones mediante su escritura: la identidad personal y el erotismo, experimentadas en Bajo tu clara sombra, libro que se editó en España en 1937. Pero es tres años antes la fecha determinante en su futuro quehacer con las letras: sobrevino en 1934 el accidente ferroviario en que falleció su padre, y esa pérdida originó las Vigilias que Paz escribió en un diario íntimo que confeccionó cuando se lo permitía el tiempo libre como escribiente en el Archivo de la Nación de México.

Bajo el genérico de Fragmentos del diario de un soñador, los textos se publicaron en 1939, 1941 y 1945. Algunos inéditos aparecieron en Primeras letras y en total significan, para Santi, ``el germen, los orígenes del moralismo por el que Paz será conocido años más tarde'' así como los temas del joven literato: enajenación y soledad, amor y comunión, conocimiento y pasión, la mujer y el deseo.

Franco, la guerra civil y ¡No pasarán!

En 1936 las meditaciones intimistas del poeta sufrieron un ``encontronazo'', recuerda Santi, cuando el 18 de julio de ese año Francisco Franco se levantó en armas en contra del gobierno constituido de la República Española. Dos meses después el escritor publicó su poema ¡No pasarán! que nunca recogería en posteriores colecciones aunque la edición original fue de Simbad, de ese mismo 1936.

Un año más tarde salió de las prensas un poema extenso de 17 cuadros con el título Raíz del hombre (Simbad, México, 1937). Jorge Cuesta, en la primera reseña a un libro del novel autor, destacaba: ``la poesía de Octavio Paz no se resiste a una pasión de recomenzar, de repetir, de reproducir una voz de la que no llega a salir la satisfacción esperada por la impaciencia que la golpea. El efecto de esta violencia es que sus sentimientos destrozan las formas que lo solicitan, aunque sin apagarse, y como enloqueciendo''.

Esa fecha también quedó signada por el primer viaje con destino a Mérida, Yucatán, donde Paz fundó una escuela para hijos de obreros y campesinos, ayudó a constituir un ``Comité pro-democracia española'' y confeccionó poemas que más tarde darían cuerpo a Entre la piedra y la flor (Nueva Voz, México, 1941), un extenso poema de tema social que ``denuncia, sin gritar'' la explotación del campesino yucateco.

Al regresar de Mérida, con una estancia de apenas cuatro meses, el escritor contrajo matrimonio con Elena Garro y fue invitado al Segundo Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura, que se desarrolló en España. Allá convivió con César Vallejo, Vicente Huidobro y Pablo Neruda; Manuel Altolaguirre y Luis Cernuda. Durante los tres meses de su estancia española Paz visitó el frente de combate dos veces, pensó enrolarse como combatiente, pero desistió. Luego viajó a París, donde alternó con Miguel Hernández y Alejo Carpentier, quien a su vez lo acercó a Robert Desnos, poeta surrealista del bando de Aragón.

La vanguardia revolucionaria y poética

Entre 1938 y 1943, años coincidentes con el cardenismo, México acogió con generosidad a los exiliados españoles y Paz colaboró activamente en favor de los republicanos, en especial de los poetas del grupo Hora de España que representaban la vanguardia revolucionaria y poética. Mientras, la escritura del mexicano quedó plasmada en el diario El Popular, fundado por la Confederación de Trabajadores Mexicanos, donde colaboró como periodista con artículos sin firma, y en la página editorial signada con su nombre. Sus diferencias ideológicas con el equipo que confeccionaba el periódico lo llevaron a dejarlo en 1940.

De forma paralela a su trabajo político dentro y fuera de El Popular, Paz reanudó su vida literaria. Recuerda Santi que quizá el acontecimiento más importante a fines de los años cuarenta fue su adhesión al grupo de Taller Poético y la salida posterior de la revista Taller que llegaría a ser el emblema cultural de la generación de Paz y el portavoz de los escritores jóvenes.

Taller tuvo una vida de 12 números (diciembre de 1938 a febrero de 1941), algunos de los cuales fueron dirigidos por el poeta, atendiendo a gran número de autores no sólo mexicanos sino españoles como León Felipe, María Zambrano, Luis Cernuda y Rafael Alberti.

Los nexos con España y con muchos de los hispanos desterrados se afianzaban al tiempo que Paz compartía la amistad, la poesía y también las separaciones. Un caso claro fue con Pablo Neruda, quien llegó a México en 1940 como cónsul general de Chile. Paz empezaba a distanciarse de la izquierda mientras Neruda subrayaba su estalinismo militante. Santi explica en su libro que la ruptura entre ambos devino a raíz de la preparación de Laurel (1941), la antología de poesía moderna en lengua española para la cual Paz trabajó con Villaurrutia, Gil-Albert y Emilio Prados. Y en gran parte surgió a causa de la enemistad de Neruda con José Bergamín, director de la editorial que publicó la antología, y también por la antipatía del chileno hacia Villaurrutia. Otros distanciamientos de tipo político se dieron al interior del grupo de Taller por diferencias sobre la política de Stalin y vastas polémicas intelectuales a raíz del asesinato de Trotski.

El surrealismo, único movimiento vivo

Para Alfredo Roggiano, ``hay que buscar lo mejor y definitivo de la obra de Paz'' en el periodo 1938-1943, cuando escribió para Taller, Tierra nueva, El hijo pródigo y reunió su poesía en A la orilla del mundo y Primer día, Bajo tu clara sombra, Raíz del hombre, Noche de resurrecciones (Compañía Editora y Librera, ARS, México, 1942). En todos ellos, el poeta ``coincide mucho más con cierto socialismo utópico y con el surrealismo que con el existencialismo en la necesidad de descubrir una verdadera tradición revolucionaria de lo moderno en la línea Baudelaire, Rimbaud, Lautréamont'', añade Roggiano.

En El hijo pródigo, revista de la cual Paz fue responsable con Octavio Barreda, y luego colaborador, se publicaron autores antes prohibidos: surrealistas como César Moro y Benjamin Péret, trotskistas como Víctor Serge o independientes como Jean Malaquais.

En 1944 obtuvo la beca Guggenheim con el proyecto para desarrollar el tema ``América y su expresión poética'', que nunca escribió. Su estancia de más de dos años en Estados Unidos le ayudó a leer la poesía estadunidense (Eliot, Pound, William Carlos Williams, Cummings) y a estudiar la cultura vecina, cuya comparación con la mexicana formaría el sustento de El laberinto de la soledad. La beca duró sólo un año, pero la ausencia de México se prolongó por ocho en los cuales desempeño distintos cargos diplomáticos en Europa, Asia y la India entre 1945 y 1951.

Paz arribó a París en diciembre de 1945, luego de la invitación que le hicieran Francisco Castillo Nájera (ministro de Relaciones Exteriores) y el poeta José Gorostiza (jefe del servicio diplomático) para ingresar a la diplomacia. El existencialismo estaba entonces de moda y a Paz no le decía ``nada''. En aquel momento --ha dicho el propio poeta-- ``el único movimiento en decadencia, pero vivo todavía, era el surrealismo que política y moralmente coincidía en lo fundamental conmigo, porque hablaba de algo que se vio en el 68, pero que parecía ridículo entonces: la importancia de las pasiones''.

Para el escritor mexicano la ciudad luz significó el encuentro con los surrealistas: Breton (ya de regreso de México) y Péret, así como los ``poderes de revelación y subversión'' de esa ``antiescuela''. Pero también el hallazgo de latinoamericanos como José Bianco, Victoria Ocampo, Adolfo Bioy Casares y, finalmente, en 1950 y casi al dejar París, a Julio Cortázar, con el que Paz siempre sintió más afinidad literaria.

El laberinto de la soledad

En 1949 apareció Libertad bajo palabra (Tezontle, México) y la confección de ¿Aguila o sol? se dio entre 1949 y 1950 aunque su edición en México data de 1951, también bajo el sello Tezontle. ``Me parece --reveló su autor-- el libro mío más cercano al surrealismo. En casi todos esos textos está, más o menos presente, el automatismo [...] es una especie de mezcla de surrealismo y preocupación por el mundo precolombino''.

Mitad del siglo XX, 1950, y Paz publicó su primera obra fundamental en prosa: El laberinto de la soledad (Cuadernos Americanos, 1950). Es el tiempo que el presidente Miguel Alemán asegura que México ha entrado en un ``desarrollo estabilizador''; Efraín Huerta editó La rosa primitiva y Fernando Benítez La ruta de Hernán Cortés.

Para Carlos Monsiváis, El laberinto... es uno de los volúmenes ``con sentido más profundo'' por la ``convocatoria a la polémica'' que Paz provoca y también por resumir diferentes versiones sobre México, el de la mitología y rituales, registro minucioso de las diferencias con `lo otro', caracterizaciones anímicas, historia intelectual y moral y análisis del espíritu nacional'', escribió en el suplemento El Angel del periódico Reforma (24/III/94). ``A 40 años de distancia, lo más importante no es polemizar con un libro tan estimulante, sino reconstruir el proceso de difusión de la prosa clásica que elabora, por ejemplo, una explicación muy atractiva del país y la Revolución Mexicana''.

El de 1951-1968 fue uno de los periodos más productivos y complejos de Paz, su etapa de madurez del pensamiento; el primer viaje a Oriente (India y Japón) en 1952 y el regreso a México un año después. En Mutra, ciudad sagrada del hinduismo, el ensayista presenció una ceremonia de fieles de Krisna que fue una ``visión de la confusión cósmica, revelación del caos''.

El nuevo amanecer de México

Tras nueve años de ausencia, Paz regresó a México en 1953. ``Rulfo había escrito ya sus obras maestras, recuerda el mismo autor de ¿Aguila o sol? y aparecían los primeros textos de Carlos Fuentes, Elena Poniatowska y Tomás Segovia [...] no tardarían en surgir Gabriel Zaid, José Emilio Pacheco. Había dos refugios, dos islas: la Revista de la Universidad, que dirigía Jaime García Terrés, y el suplemento literario y artístico de Novedades, a cargo de Fernando Benítez. Pertenecen a estos años los experimentos teatrales de Poesía en voz alta [...] Nos invitaron, a Leonora Carrington y a mí, para encargarnos un programa de poesía surrealista, pero nosotros propusimos que en lugar de la declamación de poemas, se representasen obras breves [...] yo no había escrito ninguna y mi imprudente proposición me obligó a escribir en dos semanas La hija de Rapaccini [...] Al lado de la literatura y el teatro, la pintura: regresó Rufino Tamayo, la acción de Juan Soriano y de otros solitarios y marginales, como Gerzso, fue decisiva. Un poco más tarde aparecieron José Luis Cuevas, Felguérez, Gironella, Rojo, Lilia Carrillo. Amanecía otra vez en Mexico''.

Relata Roggiano que en 1956 se estrenó la única obra de teatro de Paz, precisamente La hija de Rapaccini, dirigida por Héctor Mendoza, con escenografía de Carrington y Juan José Arreola como actor. Por otra parte, colaboró en la Revista Mexicana de Literatura, dirigida por Carlos Fuentes y Emmanuel Carballo, al tiempo que nacen el poemario Semillas para un himno (Tezontle, 1954), los textos en prosa reunidos en El arco y la lira. El poema. La revelación poética. Poesía e historia (FCE, 1956), la poesía en Piedra de sol (Tezontle, México, 1957) y la narrativa en Las peras del olmo (UNAM, 1957).

Según indica Roggiano, en ¿Aguila o sol? la disyunción simbólica se aduce al conflicto de lo relativo con lo absoluto, lo local con lo universal, la cosa con la palabra, la cosmología y los mitos aztecas. Mientras, en palabras de su propio creador, Piedra de sol recoge sus experiencias con la poesía española e hispanoamericana, desde el siglo XVI hasta nuestros días; sus vivencias del surrealismo y de la política y la historia del siglo XX ``tal y como las viví, las padecí y las pensé'' [...] Piedra de sol se inició como un automatismo, fue un caso de colaboración entre lo que llamamos el inconsciente, y que para mí es la verdadera inspiración, y la conciencia crítica y racional [...] La otra potencia que intervino fue la memoria. Por ser obra de la memoria, Piedra de sol es una larga frase circular''.

Antes de encontrarse nuevamente con París, en 1959, Paz publicó la serie de poemas La estación violenta (FCE, 1958), se descubrió la primera cabeza colosal de la cultura olmeca y Carlos Fuentes dio luz a La región más transparente. De regreso en la capital francesa, el poeta se acercó a Breton, conoció a Georges Bataille, vio con frecuencia a Cioran y se unió en profunda amistad con Yves Bonnefoy.

El poeta inició sus colaboraciones para Fontaine y La nouvelle revue franais y su obra fue incluida en antologías con traducciones al francés, inglés e italiano.

El Oriente, continuo descubrimiento

En 1962 abandonó París y se trasladó a Delhi. Con un interés que ya había echado raíz en torno de la India y Japón, sin embargo esta segunda visita al Oriente le trajo, de acuerdo a su propia palabra, ``un continuo descubrimiento... la gente como si fuese paisaje, pero no paisaje físico sino histórico y cíclico. Paisaje humano que era como lugar de intersección entre lo que llaman los antropólogos la naturaleza y la cultura [...] Viajé mucho por la India, por Ceilán, por Afganistán. Tuve encuentros con paisajes, monumentos, gente y, sobre todo, con una muchacha. Ese encuentro cambió mi vida, porque aquella muchacha no tardó en convertirse en mi mujer (Marie-José). Después de nacer, es lo más importante que me ha pasado''.

En 1963 obtuvo en Bélgica el Gran Premio Internacional de Poesía y 12 meses después se casó con Marie-José Tramini, en la India, bajo el cobijo de un frondoso gran árbol llamado nim. ``La India nos enseñó, a Marie-Jo y a mí, la existencia de una civilización distinta a la nuestra. Y aprendimos no sólo a respetarla sino a amarla. Aprendimos sobre todo a callarnos'', recordó alguna vez el poeta.

La experiencia oriental es, para Christopher Domínguez, una vertiente prolífica que en Paz dio origen a ``los más arriesgados y originales de sus poemas'' reunidos en Ladera este (1962-1968), Blanco (1966), Topoemas(1968) y El mono gramático (1974), éste último un extenso poema en prosa que es, para muchos de sus lectores, la obra capital del poeta. Además, durante esa época Paz publicó ensayos definitivos --enlista Domínguez-- como Puertas al campo (1966), Corriente alterna (1967), Cuadrivio (1965), Posdata (1969) y Los hijos del limo (1974).

En 1967 el literato ingresó a El Colegio Nacional, donde pronunció conferencias sobre Lévi-Strauss que posteriormente serían recogidas en un libro: Claude Lévi-Strauss o el nuevo festín de Esopo (Joaquín Mortiz, México, 1967).

En la serie que el diario Reforma publicó en torno de Paz en abril de 1994, Domínguez escribe que en Corriente alterna Paz había reflexionado sobre la revuelta, la rebelión y la revolución en el mundo contemporáneo. Un año después, las calles de París y San Francisco, Praga y México presenciarían las movilizaciones juveniles que marcarían el año de 1968 como emblema. Fue entonces cuando el tema se convirtió no sólo en un constante análisis de Paz sino una puesta en práctica, al renunciar a la embajada de México en la India por la matanza de Tlatelolco, el 2 de octubre.

Los pasos en Plural

Nuevamente otro viaje a Francia, en 1969. Allá Paz se encontró con Jacques Roubaud, Edoardo Sanguinetti, Charles Tomlinson, con quienes realizó un poema colectivo, Renga (publicado por Joaquín Mortiz hasta 1972). Posteriormente, de vuelta en Estados Unidos, participó en Austin en la International Reading Poetry de Texas, con Robert Duncan y Robert Creely. En 1970 acudió a Pittsburgh como profesor de literatura hispanoamericana del siglo XX y en Inglaterra fue invitado de la Universidad de Cambridge.

Al iniciarse la década de los setenta, en México aparece Posdata (Siglo XXI), mientras la Universidad de Oklahoma organizó un simposio dedicado a su vida y obra.

Esta fecha marcó por otra parte el nacimiento de una empresa editorial de gran importancia para el poeta: Plural, revista que impulsó en el periódico Excélsior dirigido por Julio Scherer García.

Para el poeta, Plural significó en su momento una respuesta literaria, cultural, pero también política ante ``la indiferencia'' y el ``dogmatismo'' que permeaba en los años setenta entre los intelectuales mexicanos. En su balance por los 20 años de Vuelta (28 de noviembre de 1996) el propio editor habló de la revista que dio origen a la veinteañera. Indicó que Plural ``abrió páginas a la literatura y al arte vivos'' de América Latina y de España, y mostró siempre ``curiosidad por lo universal, lo moderno y lo contemporáneo'' en todo el mundo, teniendo como antecedente la labor de Contemporáneos.

En el plano político, Plural --luego Vuelta-- se dio a la tarea de ejercer la crítica hacia el sistema político mexicano, a la izquierda de nuestro país y de América Latina, de atacar con constancia ``el socialismo autoritario'' y pugnar por ``un cambio democrático y pacífico'' en la nación.

De forma paralela a la confección de esa revista, en 1971 se editó Los signos en rotación y otros ensayos, con prólogo y selección de Carlos Fuentes (Alianza Editorial, Madrid) y Traducción: literatura y literalidad (Tusquets, Barcelona). Entre 1971 y 72, Paz ocupó la Charles Eliot Norton chair of poetry, de la Universidad de Harvard. Su curso se publicó en inglés con el título Children of the mire (1974) y en español adquirió el nombre Los hijos del limo (Seix Barral, Barcelona, 1974). Su amor por el arte se vio concretado en el libro de ensayos Apariencia desnuda. La obra de Marcel Duchamp (Era, 1973) y su palabra resonó en el volumen Solo a dos voces, de Julián Ríos y el propio poeta (Lumen, Barcelona). En Londres vio la luz el volumen de The poetic modes of Octavio Paz, de Rachel Phillip, publicado por la Oxford University Press, en tanto Madrid puso en estantes la edición de Inge Rodríguez Padrón, Octavio Paz (Júcar, Madrid).

La empresa de Vuelta

En el rubro del ensayo prosiguieron El signo y el garabato (Joaquín Mortiz, 1973), Versiones y diversiones (Joaquín Mortiz, 1974) con la reunión de sus traducciones poéticas, al tiempo que la Universidad de California San Diego lo contrató para dar un curso, así también la Universidad de Harvard para impartir cátedra como profesor en literaturas comparadas.

Pasado en claro (FCE) salió de las prensas en 1975 y un año después, Vuelta (Seix Barral, Barcelona). Ese mismo 1976, con ``el golpe'' a Excélsior y la salida de Julio Scherer y su equipo del diario, Paz y sus colaboradores renunciaron a Plural, conservándose este órgano pero con una nueva dirección y una concepción literaria y artística distintas.

Es hasta diciembre de 1976 que, con el ánimo de Plural, Paz echó a andar otra publicación: Vuelta, con periodicidad mensual que se ha convertido en una empresa cultural sin parangón en la vida literaria de la segunda mitad del siglo XX (ver La Jornada, 13 y 14/XI/96).

En 1978 se publican dos libros sobre la vida y obra de Paz: Carlos H. Magis sacó La poesía hermética de Octavio Paz (El Colegio de México) y Jorge Aguilar Mora La divina pareja: historia y mito en Octavio Paz (Ed. Era). En tanto, en el ámbito de la poesía ven la luz Air born/Hijos del aire (Taller Martín Pescador, México, 1979, en colaboración con Charles Tomlinson) y Poemas (Seix Barral, Barcelona, 1979). En ensayo se publican: Xavier Villaurrutia en persona y en obra (FCE; México, 1978) y El ogro filantrópico: historia y política 1971-1978 (Joaquín Mortiz, 1979) y México en la obra de Octavio Paz (Promexa, México, 1979) con prólogo de Luis Mario Schneider.

La década de los ochentas revela una amplia producción poética: desde Arbol adentro (Seix Barral, Barcelona, 1987); Carta de creencia (Ed. Papeles Privados, México, 1987) con serigrafías de Arnaldo Coen; la antología personal Lo mejor de Octavio Paz: el fuego de cada día (Seix Barral, Barcelona, 1989) y Blanco (El Equilibrista, 1994).

En ensayo, su interés y pasión por la Décima Musa se materializó en la edición de Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe (Seix Barral, Barcelona, 1982); continuaron Tiempo nublado (Seix Barral, Barcelona, 1983); Sombras de obras: arte y literatura (Seix Barral, Barcelona, 1983); Hombres en su siglo y otros ensayos (Seix Barral, Barcelona, 1984); la edición de Hugo Verani Pasión crítica (Seix Barral, Barcelona, 1985); los tres primeros tomos de sus ensayos en torno a nuestro país en México en la obra de Octavio Paz (FCE, México, 1987, que después retomaría como proyecto alcanzando los 14 tomos); Primeras letras (1931-1943), (Ed. Vuelta, México y Seix Barral, Barcelona, 1988); sus conferencias al recibir el Premio Alexis de Tocqueville reunidas en Poesía, mito, revolución (Vuelta, 1989); Pequeña crónica de grandes días (FCE, 1990), La otra voz: poesía y fin de siglo (Seix Barral, 1990), Convergencias (Seix Barral, 1991), Al paso (Seix Barral, 1992); sus ensayos sobre la relación entre el amor y el erotismo en La llama doble (Seix Barral, 1993), Itinerario (FCE, 1993), Un más allá erótico: Sade (Vuelta, 1993) y Vislumbres de la India (Seix Barral, 1995) donde recapitula ese período de vida en el país donde fue embajador y también ahonda en la huella cultural, artística, política y filosófica que la India dejó en su persona.

Su estrecha relación con las artes plásticas universales quedó plasmada no sólo en sus amplios ensayos que recogen los dos volúmenes de Los privilegios de la vista (Círculo de Lectores, FCE, 1994) sino también en la estrecha colaboración para libros de arte con y en torno de Marcel Duchamp, Robert Motherwell, Vicente Rojo, Rodolfo Krasno, Katayama, Adja Yunkers, Pedro Coronel, Antoni Tápies, Brian Nissen, Arnaldo Coen, Raymundo Sesma y Gunther Gerzso.

``El Nobel no es pasaporte a la inmortalidad''

Por lo que toca a la avalancha de reconocimientos, al ya citado Gran Premio Internacional de Poesía de Bélgica en 1963, Octavio Paz fue galardonado 1975 con el Premio del Festival de Poesía de Flandes; en el 77 recibió tres distinciones: el Premio de la Crítica Española (Barcelona), el Premio Ciudad de Jerusalem y el Premio Nacional de Literatura. En 1979, el Aguila de Oro de la Poesía de Niza hasta que dos años más tarde recayó en él la máxima presea para la literatura en español: el Premio Cervantes.

En 1982 la Universidad de Oklahoma le dio el Premio Neustadt; en 1984, por el Premio de la Paz que le otorgaron los editores y libreros alemanes en el marco de la Feria de Frankfurt, el poeta ofreció un discurso polémico en contra de la revolución sandinista. La inconformidad sobre sus declaraciones ocasionó protestas en México, a tal punto que su efigie se quemó frente a la embajada de Estados Unidos.

Un cúmulo de doctorados honoris causa se sumaron a la lista: por citar algunos, los de la Universidad de Harvard, la Universidad de Boston y la Universidad Nacional Autónoma de México.

Luego recibiría dos preseas más: los premios Oslo y el Mazatlán de Poesía. En 1986 se le distinguió con el Premio Alfonso Reyes y la Universidad Menéndez Pelayo le otorgó el reconocimiento homónimo. Toda la gama de reconocimientos para Paz tuvo su cierre magistral con el otorgamiento del Nobel de Literatura en 1990, el primero en este rubro para un escritor mexicano. Al enterarse de tal designación, dijo a quien esto escribe, en Nueva York: "El Nobel no es un pasaporte a la inmortalidad. La relativa inmortalidad de las obras literarias y artísticas la da la calidad". (La Jornada 12/X/90).

En una de sus últimas intervenciones públicas, que se convertiría casi en una "despedida" teniendo como marco el vigésimo aniversario de la revista Vuelta, Paz ratificó algunos de los principios que han animado a la publicación de la que siempre fue director. Dijo el 10 de diciembre de 1996, en el Claustro de Sor Juana: ``No queremos ganar conciencias o votos; queremos decir algunas cosas y queremos ser oídos. Nos anima, desde el primer número, una idea de la literatura que se puede, sumariamente, reducir a dos vertientes: decir y oír [...] Vuelta no ha querido sino ser parte de proceso en que consiste esencialmente la literatura: la relación viva entre el decir y el oír, el nacimiento silencioso y solitario de la obra y su prodigioso y múltiple renacer en el espíritu de sus lectores.''

Y, al lado del entonces saliente subdirector, Enrique Krauze, Paz cerró su alocución: ``¿Cuál será el porvenir de Vuelta? No lo sé. Lo único que sé es que un día -pronto- dejaré la revista. Vuelta es una obra, mejor dicho: una pasión, colectiva.''

La potencia subversiva de la literatura

Una semana y media después, el 21 de diciembre, un incendio en su departamento de la colonia Cuauhtémoc afectó parte de la biblioteca del Nobel de Literatura. Al parecer provocado por un corto circuito, el incidente ocasionó que las llamas desintegraran libros de Rubén Darío, Manuel Díaz Mirón y Manuel José Othón, entre otros, así como cuadros de Juan Soriano, Gunther Gerzso y Roberto Matta que le habían regalado sus autores al amigo poeta.

A raíz de este incidente, la salud y el estado de ánimo de Paz sufrieron constantes bajas. Durante varios meses residió en un hotel de Polanco y hasta allá acudían sus más cercanos amigos.

El 24 de febrero ingresó al Instituto Nacional de la Nutrición, donde permaneció 12 días, lapso durante el cual se le practicó una cirugía menor.

Su salud mermada le impidió asistir a importantes eventos, como el Primer Congreso Internacional de la Lengua Española, del 7 al 11 de abril, en Zacatecas, donde el Nobel ofreció, mediante un video, un bello discurso sobre ``Nuestra lengua''. A través de las pantallas de la televisión que observaban lo mismo el presidente Zedillo que los dos Nobel de Literatura presentes, Gabriel García Márquez y Camilo José Cela, dijo Paz: ``El escritor dice, literalmente, lo indecible, lo no dicho, lo que nadie quiere o puede decir. De ahí que todas las grandes obras literarias sean cables de alta tensión no eléctrica sino moral, estética y crítica. Su energía es destructora y creadora pues sus poderes de reconciliación con la terrible realidad humana no son menos poderosos que su potencia subversiva. La gran literatura es generosa, cicatriza todas las heridas, cura todas las llagas y aún en los moemtos de humor más negro dice sí a la vida''. (ver La Jornada, 8/IV/97).

Así también el poeta declinó hacer acto de presencia en El Colegio Nacional, donde el 21 de abril se organizó un congreso con el tema central Reflexión sobre el siglo XX, en el que Paz sería figura central junto con filósofos y escritores invitados en el marco del XIII Festival del Centro Histórico de la Ciudad de México.

Apenas a mediados de julio, Paz ingresó a un hospital de Rochester, Estados Unidos, para un chequeo general y de inmediato retornó a México, a ``casa de unos amigos'', dijo en un noticiero de televisión el 24 de julio pasado, luego de que rumores de su hospitalización inundaran las páginas de los diarios y de algunos medios audiovisuales al no existir una información fluida por parte de sus allegados ni de sus colaboradores de la revista Vuelta. Luego trascendió que se encontraba internado en el Hospital Central Militar, hacía once días atrás, y que por instrucciones del presidente Ernesto Zedillo ocupaba la suite presidencial de ese nosocomio.

El 17 de diciembre de 1997, fue creada la Fundación Octavio Paz, cuya sede está en la calle Francisco Sosa, en Coyoacán, en la que fuera La Casa de Alvarado.

La ceremonia fue encabezada por el presidente Ernesto Zedillo y en ella intervinieron también el escritor Fernando del Paso y el empresario Emilio Azcárraga Jean.

En esa ocasión y luego de hacer a un lado las tres cuartillas que tenía preparadas, el Premio Nobel habló de México como un país solar pero también oscuro. ``Estoy seguro que se preparan nuevos días para México y que esos días serán de luz, con sol y amor. Creo que en estos años no termina un periodo de México, como se piensa comúnmente, sino que se da una vuelta a la esquina para continuar''.

Para esa continuidad, Paz destacó el papel de la juventud. ``Los jóvenes mexicanos son eso: la luz de México y siendo la luz, son también la oscuridad. Su recompensa y la promesa de algo que todavía no se realiza pero que se va a realizar pronto''.

A su vez, Fernando del Paso, luego de reseñar su larga amistad con Paz, dijo que el poeta era ``una de las conciencias más lúcidas de este país, de todos los de habla hispana y del planeta entero''.

Hasta aquí la biografía de Paz, quien con motivo de aquel fatídico incendio en diciembre de 1996, había dicho que sus libros se fueron ``como se van los amigos''.

Hoy el que ha dicho adiós es él. Físicamente ya no está, pero deja una vastísima obra para siempre permanecer entre nosotros a través de su palabra.