Masiosare, domingo 5 de abril de 1998
David Brooks/Washington
El negocio de la guerra
Los seis fabricantes de armas más grandes del país invirtieron más de 51 millones de dólares, en los últimos dos años, en actividades de cabildeo ante el Congreso, para promover el apoyo a la venta de armas al exterior y la ampliación de la OTAN. Para los fabricantes de materiales de ``defensa'', la incorporación de nuevos miembros representa un mercado potencial muy apetecible. The New York Times indicó que estos fabricantes son los contribuyentes más generosos a las campañas electorales de legisladores, invirtiendo mucho más que otros poderosos intereses, como las empresas de tabaco.
Millones con hambre
Diez millones de estadunidenses, entre ellos más de 4 millones de niños, no tienen comida suficiente, según una investigación gubernamental publicada en el American Journal of Public Health. Otra investigación, del Departamento de Agricultura, confirmó hace poco esos datos. Más de la mitad de los encuestados eran miembros de familias trabajadoras que simplemente no ganan lo suficiente para comprar alimentos todos los días. De acuerdo con la investigación, los mexico-estadunidenses están entre los más afectados (15.2%), seguidos por negros (7.7%) y blancos (2.2%).
Menos negros y latinos en
universidades
Como resultado directo de una medida estatal -aprobada en un referéndum- que prohibió todo programa de promoción de admisiones universitarias para negros y latinos en California, la Universidad de California en Berkeley reportó que el número de admitidos negros se desplomó este año en 66%. En el caso de los latinos, la baja fue de 53%. También se informó de este tipo de reducciones en la Universidad de California en Los Angeles. A pesar de esto, los promotores de la iniciativa que limita la acción antidiscriminatoria en la educación están intentando repetir su éxito en Texas, Michigan y otros estados.
A la caza de legisladores
drogadictos
En la Cámara de Representantes, los republicanos proponen que todos los legisladores y sus asesores sean sujetos a exámenes de detección de consumo de drogas. De aprobarse el plan, una cuarta parte de los legisladores y sus equipos serían examinados al azar entre cuatro y seis veces al año, para saber si consumen drogas ilegales. El liderazgo demócrata, minoría en la Cámara, considera innecesaria la medida.
¿Son los únicos ``aviadores'' amarrados de una lista de
2 mil 500? ¿Uno de ellos es El Fisgón tomando apuntes para sus cartones? ¡No! Es la historia de...
``¿Indígena yo? Cuantimás seré negro'', es una de las famosas frases del guerrerense Efraín Zúñiga Galeana, presidente de la Comisión de Asuntos Indígenas de la Cámara de Diputados, la que más viajes internacionales ha realizado en los siete meses de vida de esta Legislatura.
Además del priísta Zúñiga, entre los voladores (por sus viajes trasatlánticos) se encuentran el panista Jorge Gómez Mérida y los perredistas César Lonche y Marcelino Díaz de Jesús (sí, el del sombrero del escándalo).
A estos diputados los une su espíritu viajero, pero también el distanciamiento de sus directivas, porque viajan mucho pero discuten poco y además no entregan informes de sus actividades en el extranjero.
Hace unos meses, una diputada del Partido Verde denunció a algunos de ellos porque nunca asistieron a las reuniones que tenían programadas en Madrid. En Alemania, la cosa fue más o menos igual.
La semana pasada, el coordinador del PRI, Arturo Núñez (últimamente muy molesto porque debe probar su liderazgo ``cada media hora''), decidió que a una reunión de parlamentarios indígenas que tendría lugar en Paraguay irían dos diputados por él designados.
El enojo de Efraín Zúñiga fue tal que envió una carta anunciando que el viaje se suspendía. Si no voy yo, no va nadie.
Como se ve, en el Palacio Legislativo no sólo se cuecen las habas de Muñoz Ledo.
La guerra de los SIGNOS
Desde el zapatismo -se lee en la contratapa- se ``teje un discurso de paz y de transformaciones democráticas que apuntan a la construcción de un México nuevo''. Del otro lado, ``vivimos la guerra bronca y vil, física pero también de símbolos, que paramilitares, guardias blancas, Ejército y gobierno han decidido emprender''.
El nuevo libro de Julio Moguel, economista e historiador, recoge tres años de seguimiento detallado del conflicto en Chiapas, desde la perspectiva de uno de los autores más sólidos en temas agrarios y en el análisis de las luchas sociales.
Julio Moguel. Chiapas: la guerra de los signos. Juan Pablos Editor y La Jornada Ediciones. México, 1998.
Sí altera el producto. La pasarela en la Asamblea Legislativa -informan a Masiosare fuentes de la Dirección de Parques y Jardines, generalmente mejor informadas que la Oficialía Mayor- fue organizada de acuerdo con la calificación que el gobierno central tiene del desempeño de cada delegado. ¿Quién fue la última en comparecer? Sí, la titular de Alvaro Obregón, Guadalupe Rivera Marín.
Así sea como piedra inexistente en el zapato presidencial, el subcomandante Marcos ha vuelto a escena. ¿O las tres piedras serían Sebastián, Guillén y Vicente?
La pesadumbre que invadió a críticos, moneros y humoristas por la cancelación de las conferencias de prensa de Leonardo Periquín Rodríguez Alcaine, puede verse compensada con otros declarantes que, veloces, se aprestan a ocupar el sitio de La Güera.
Leemos en el diario Público de Guadalajara que el gobernador Alberto Cárdenas Jiménez se enojó porque el Congreso local rechazó su propuesta de contratar un préstamo japonés por 150 millones de dólares para sanear y garantizar el abasto de agua en los próximos años.
Ante los más importantes empresarios de Jalisco, el gobernador explicó que los legisladores lo hicieron ``nomás por joder''. Los empresarios le aplaudieron a rabiar.
No es culpa de sus enemigos.
En nuestro número anterior, Manuel Camacho Solís declara: ``Alguien puede decir que con la Presidencia de la República, pero no, esa me la van a regalar...'' Es claro que lo que realmente dijo el dirigente centrista fue: ``esa no me la van a regalar''.
La culpa tampoco es de Emilio Chuayffet, profesor de ortografía de Camacho. La culpa es de Masiosare.