En un elevador de la Cámara, Núñez y priístas increpan a Creel
Elena Gallegos y Ciro Pérez Silva Ť Apiñados en un elevador del Palacio Legislativo, entre gritos, sarcasmos y risotadas de algunos de los miembros de la burbuja priísta, Santiago Creel quiso poner fin a una agria discusión que sostenía con Arturo Núñez y que, por instantes, pareció que iría más allá de los argumentos, con un: ``el día que usted guste podemos debatir en tribuna''. Núñez respondió con tono de amenaza: ``¡Cuando quiera!, ¡donde quiera! y ¡como quiera!''
Y no paró ahí. Desdeñoso, lo regañó: ``licenciado Creel, honre usted su posición''. Creel se detuvo en seco y alzó la voz para replicarle: ``de la misma manera le pido yo que usted honre a la verdad''.
``¡Pero sin chicanadasÉ sin chicanadas'', chillaba Rafael Oceguera. ¡Con respeto diputado!, lo atajó Creel, en una escena anunciada a lo largo de un día en el que la consigna en San Lázaro fue: ``¡Todos contra Creel!''.
Los diputados se enzarzaron en un accidentado debate en torno a si había tenido quórum la Subcomisión de Examen Previo que hace un par de días declaró procedentes las denuncias de juicio político contra los gobernadores de Tabasco, Roberto Madrazo, y Yucatán, Víctor Cervera Pacheco.
El ambiente se había ido enrareciendo. A esas alturas -las 20 horas- la atmósfera era más que densa. En declaraciones a reporteros, los priístas hicieron todo tipo de acusaciones al presidente de la Comisión de Gobernación y Puntos Constitucionales y aseguraron que agotarán los recursos legales a su alcance para hacer pagar al panista lo que llamaron ``usurpación de funciones'' y ``violación de la Constitución y demás preceptos que norman la vida parlamentaria''.
En ese clima de encono fue que Arturo Núñez lo esperó ``a la salida''. Pacientemente aguardó a que Creel fuera entrevistado por el reportero de Televisa Juan José Prado. Incluso, no desaprovechó la oportunidad para adjetivar cada una de sus respuestas con repetidos ``¡eso es falso!'', ``¡falso de toda falsedad!''
Salían del Salón Verde. Acababa de terminar una farragosa sesión en la que el PAN tuvo que retirar un anteproyecto de dictamen en el que se prohibe a los partidos -evidentemente al PRI- el uso de los colores de la bandera. La causa: lo fundamentaron mal.
Los priístas vieron el asunto como un triunfo sobre la oposición y quisieron achacar también a Creel el error de la bancada del PAN.
Estaban eufóricos. Tanto, que el panista Juan José Rodríguez Pratts calificó la situación como ``una victoria prírrica''.
Cuando las luces de las cámaras de televisión se apagaron dando por concluida la entrevista, envalentonado Núñez se le fue encima a Creel: ``usted está diciendo puras falsedades'', en referencia a la polémica sobre el quórum puesta en la mesa por los priístas.
-Cada quien tiene sus puntos de vista y sus interpretaciones -le contestó Creel.
-Ojalá se apegara usted a la ley -lo siguió con voz áspera Núñez.
-Deben ser respetuosos y tolerantes con las ideas de los otros -quiso quitárselo Creel, pero Núñez no cejó.
Qué bueno que ahora sí podamos debatir porque se acuerda que en el IFE no se pudoÉ
-No, porque era usted el director y no podía hacerlo -aludieron ambos a cuando, como presidente y consejero ciudadano, formaron parte del IFE.
-Pero ahora sí puedo -cortó un desafiante Núñez, mientras a su alrededor Ricardo Castillo Peralta, Rafael Oceguera y José Luis Lamadrid, entre otros diputados y diputadas, lanzaban puyas a Creel, al que habían dejado solo los panistas.
El grupo llegó hasta las puertas del elevador. Ahí se atoraron. ¡Tramposos! ¡Convenencieros! ¡Mentirosos!, adjetivaban a Creel y a los opositores que habían declarado la procedencia del juicio político.
-¿No fue penoso para usted que su propio partido se retirara ante todos los problemas que traía su anteproyecto, diputado? -se burló Núñez por lo que acababa de pasar en la Comisión de Gobernación.
-También hubiera sido penoso para la fracción del PRI retirar el suyo -se defendió Creel, y con modos suaves agregó: ``mire diputado, yo creo que tenemos que entrar a un marco de respeto y entendimiento''.
-De legalidad -exclamó, otra vez regañón, Núñez.
-Estamos aprendiendo y reconozcoÉ -agregó Creel, pero los priístas estallaron en carcajadas y no lo dejaron terminar.
-Eso de la Subcomisión de Examen Previo me parece a mí una chicanada -subió el tono Núñez-, ¿por qué no citó usted 24 horas despuésÉ? ¡Tan solo 24 horas después!
-Ustedes no lo pidieron -volvió a defenderse Creel, y señaló a Oceguera, quien coreaba: ¡Fue una chicanadaÉ! ¡Fue una chicanadaÉ!
-¿Cuál es la mitad más uno de catorce? -apretó Núñez.
-La mitad más uno de catorce son ocho -convino Creel.
Todo esto en las puertas del elevador.
-YÉ ¿cuántos sesionaron, licenciado?
-Lo que pasa es que sesionamos con quórum alteradoÉ
-AaahhhÉ ¡qué chistosos!, lo que les convieneÉ ¡tramposos! ¡chicanadas! -coreaban atrás de Núñez y se mofaban los diputados priístas que rodeaban a Creel.
-DiscúlpenmeÉ ¡déjenme hablar! -trataba de hacerse escuchar el panista para explicar que de los 14 miembros de la subcomisión uno quedaba inhabilitado -el del Verde Ecologista- por ser en ese momento presidente de la mesa directiva. De acuerdo con el reglamento, cuando un diputado forma parte de la mesa directiva no puede participar en comisiones.
De ahí el argumento de los opositores de que en esta situación la subcomisión contaba únicamente con trece miembros, por lo que al sesionar siete sí había quórum. Pero los priístas sostienen que eso opera para comisiones ordinarias y que la de Examen Previo no lo es.
Núñez y su burbuja seguían sobre Creel. En esos momentos, el vocero del CEN del PAN, Javier Corral, se percató del pleito, entró al elevador que ni subía ni bajaba, y le preguntó a Creel: ¿te están agrediendo?
Entre burlas, Oceguera respondió meloso: ``¡ay sí, te están agrediendo. jijijí!
-Le estoy preguntando al diputado, no a usted -lo interrumpió Corral francamente enojado y se hizo un campito en el apretujado elevador que, por fin, cerró sus puertas e inició el descenso.
Adentro siguió la gritería. ``Con respeto y tolerancia, por favor'', decía Creel, mientras Núñez insistía: ``Si fueron trece los asistentes, ¿cuánto es la mitad más uno?''
-¿El quórum? -preguntó a su vez Creel.
-Sí, la mitad más uno de trece, para que haya quórum -siguió Núñez.
-Permítame -trató de hablar Creel-, la premisa es equivocadaÉ
-¡Noooo! -lo interrumpieron a coro los priístas.
-Permítame un segundo, ninguna disposición dice la mitad más unoÉ Permítame un segundoÉ
-Ahhh, ahora resulta que el quórum usted lo decide -le espetó un iracundo Núñez.
Entonces, con su eterno puro, José Luis Lamadrid, al que se llegó a conocer el sexenio pasado como el hombre de José Córdoba Montoya en el Senado y en el PRI, gritó con su habitual estilo didáctico:
``El artículo 63 de la Constitución dice que las cámaras, para ejercer su cargo, requieren contar con más de la mitad de sus miembros''.
-Le voy a decir un cosa -buscó la réplica Creel-, el problema está en que ustedes no sabenÉ -Pero ya no lo dejaron hablar.
En ese preciso instante, la puerta del elevador se abrió ya en la planta baja. Irónico, Núñez volvió a la carga: ``Tiene que hacer usted una fe de erratas'' (en clara referencia a la Constitución). Las risotadas de sus compañeros festejaron la frase.
-Mire diputado -repuso un abrumado Creel- el día que usted quiera podemos debatir en tribuna.
Vino, dura, amenazante la respuesta: ``¡Cuando usted quiera!, ¡dónde usted quiera! y ¡como usted quieraÉ!
-Pero sin chicanadas -seguía chillando Oceguera en busca de sacar al contrincante de sus casillas. Lamadrid comenzó a presionar: ``¡ya vámonosÉ ya vámonosÉ calma, paremos esto!''
Pero Núñez tenía más. ``Honre usted su posición'', le aventó ya en el lobby del palacio y emprendió el camino a su oficina. Creel no dejó que se fuera, regresó sobre sus pasos y también a gritos le espetó:
-¡Igual yo le pido que también honre usted a la verdad!
Densa es la atmósfera del Palacio Legislativo. Tan densa, que una legisladora del PRI anduvo advirtiendo por los pasillos: ``esto puede llegar a los madrazos''.