José Steinsleger
Monólogo del senador vitalicio

Dicen que me harán la vida difícil. Pero desde aquí, los vigilo a todos. Si los conoceré... En gloria y majestad sigo siendo ``el rey''. Me gusta esa canción de los mexicanos. Me la cantaron cuando cumplí ochenta junto con esa otra, ¿cómo era?... ``Y volver, volver volver...''. Y mucho más me gusta cuando el coro y los políticos adulones de la Concertación se hacen los ``lesos'' (tontos), como si yo no existiera. Claro que si empiezan a joder ordeno arresto domiciliario a todo el país, tal como lo hice durante 16 años, de las doce de la noche a las seis de la mañana.

No. Mejor no. Ahora voy a crear comisiones para no cambiar las cosas. Ya que ellos inventaron el ``consenso'' sus bases no existen. Bismark fue grande: ``Si no quieres cambiar las cosas crea comisiones''. Cuando irrumpían las crisis las desinflaba creando una comisión. Lo más heterogénea posible. ¿Qué opina teniente?

--¡Atinado mi general!

--Senador, teniente. Senador.

--¡Entendido, mi senador general!

Políticos... Casta de trepadores que fagocitan todo para tener más poder. ¡Y de izquierda! Izquierda... Izquierda era la del ``Chicho'' que al menos no temía aparentar un izquierdismo que pudiese ser tildado de marxista. Pobre. Fue un error haber tapiado Morandé 80, la puerta del Palacio de la Moneda por donde ingresó aquel 11 de septiembre y por la que horas después fue retirado su cadáver. Un ``exceso''.

¿Sabe teniente? Los militares admiramos a los enemigos coherentes. ¡Qué enemigo aquel! Primera condición de toda lucha: saber respetar al enemigo. Segunda: medir las fuerzas para destruirlo. Tercera: saber qué se quiere. Está bien que le hayan erigido su estatua. ¡Pero a la Avenida 11 de Septiembre no le van a cambiar el nombre! ¡Ese día seguirá siendo feriado nacional, descanso obligatorio y aniversario de la heróica gesta de nuestros soldados que dieron a la patria su segunda Independencia!

En cambio, el socialista Correa... ¿Recuerda de cuando en el 93 querían que no llegara a senador? ¿Recuerda cuando Correa mojaba la punta del lápiz con la lengua y escogía una tras otra las enmiendas que le dictaba el general Ballerino por teléfono? Felizmente predominó la cordura y el presidente Aylwin, que mucho ayudó en el 73, declaró con su tonada de flautín, tan parecida a la mía, que yo no fui un dictador. Buena persona este Aylwin. En la campaña del 89 movilizaba a la gente diciendo ``ya viene la alegría'', ``ya viene la alegría''. Y Ricardo Lagos... Viera usted, teniente, viera con qué energía da la mano al saludar.

Soy, como usted sabe, el más genuino y auténtico precursor de la economía libre. ¡Una década me anticipé por estas tierras para hacer aquello que ahora anhelan todos los gobernantes latinoamericanos! Los tendremos aquí la semana entrante. Entonces podrán admirar a esta nación de propietarios que, gracias a Dios, ya no es de proletarios. Desafortunadamente, les tiembla el pulso. A nosotros, no. Nosotros ahorramos madera: dos opositores por féretro.

--¡Teniente! Comuníqueme con el presidente Frei.

--Está viendo los goles de Iván Zamorano, señor

--Comuníqueme con el vocero Brunner.

--Está agasajando al tenista Marcelo Ríos, señor

¡Pero carajos! ¿Creen que la democracia es gratis? Déjelo. Al presidente quería agradecerle haber dicho que mi presencia en el Senado es un ``camino de transición atípico pero que a todas luces puede ser juzgado como muy positivo''. Y a Brunner por decir que las acusaciones en mi contra ``perjudican la imagen del país en el exterior y distorsiona lo que es la democracia''. Brunner. Hombre formado. Consiguió borrar del vocabulario la palabra ``pueblo'' por ``gente'', que huele menos a indio... ¡teniente!

--¡Ordene señor!

--¿Cómo le llaman allá en el sur a los calzoncillos largos de frisa?

--¡``Matapasiones'', señor!