La trama programática del PAN en contra de los derechos autonómicos de los pueblos indios y su respaldo a la iniciativa gubernamental contra este derecho, es extraña y revela la alianza política con un gobierno respaldado por intereses comunes ``de centro'' y una razón compartida: cerrar el paso a toda expresión social y regional contraria a sus cálculos futuros.
En el norte, principalmente en Chihuahua, Baja California, Sonora y Nuevo León, el PAN ha sido ``autonomista''. Si alguien utilizó la estrategia autonomista ``contra el centro'' fue ese partido a lo largo de 15 años. En 1983 comenzó su ascenso en el norte al hacer de la autonomía regional, su principal bandera electoral. La lucha contra la federación, los argumentos racistas contra chilangos (``has patria: mata un chilango''), la autonomía fiscal de los municipios y los estados frente a la federación, fueron eje de su estrategia; más tarde la extendió a Guanajuato y a Jalisco apoyándose en un ultrarregionalismo y en el salinismo.
Bastaría recordar la movilización del ex presidente municipal ya fallecido de Ciudad Juárez, Francisco Villarreal, quien retó a la federación al establecer su propia caseta de cobro en los puentes internacionales de El Paso, Texas, y Ciudad Juárez. Ese movimiento reclamaba el ejercicio de la autonomía hacendaria y la apropiación de recursos propiedad de la federación. Aquí recordaríamos las consignas promovidas desde el Movimiento Familiar Cristiano, de fuerte filiación panista en Chihuahua, las que decían que se pagaría la deuda externa con el norte para separarse definitivamente de la federación.
La visión del PAN en la zona norte ha sido abiertamente autonómica, según marcó Lorenzo de Zavala, el independentista de Texas. La autonomía texana señaló la ruta de la anexión a la Unión Americana y éste es el camino que el PAN ha promocionado implícitamente para el norte de México creando movimientos de rechazo al ``centro'' y de apología a sus vecinos. Esta visión costó a los nuevoleoneses la salida al mar y a la frontera norte, durante la Guerra de Tres Años (1864-67); Juárez y el federalismo les cerraron el camino al Golfo con Tamaulipas y la conexión con Texas haciendo crecer a Coahuila luego de pactar con el imperio de Maximiliano.
La oposición del PAN a la autonomía indígena muestra, además de una alianza con el gobierno, su postura racial e ideológica. El criollismo se ha convertido en ideología del federalismo y es uno de los grandes pecados del liberalismo mexicano en contra de las naciones indias.
Zedillo utiliza a Juárez como marco de fondo para anunciar su ley indígena, manteniendo el mismo principio ``de igualdad'' para excluir a los pueblos indios de una verdadera integración cultural y compartir los beneficios de las instituciones.
El criollismo del PAN como del PRI consideran que la autonomía indígena es distinta a la que promueve el primero en el norte, porque los indios ``son minoría''. Su rechazo a un posible esquema de federalismo cultural donde mixes o tojolabales sean iguales en derechos que los mestizos de habla española, es inconcebible para fuerzas políticas que no han avanzado un milímetro desde 1521 y que son la representación de la conquista.
La autonomía de la derecha ha sido la que promovió el abuelo de Emilio Rabasa, el otro Emilio Rabasa en Chiapas en contra de la aplicación de las conquistas de la Revolución de 1910; es la autonomía de los coletos contra la federación; es la de la ``casta divina'' en Yucatán, base natural del PAN que de manera en verdad peligrosa y antipatriótica ha tenido abiertas posiciones balcanizadoras.
Pero hoy, PAN y PRI son aliados frente a los pueblos indios, porque los une el criollismo y un pecado de origen del liberalismo mexicano, que aún no se ha saldado en el terreno ideológico y cultural, pues la federación es con ley indígena, y sin ella, una estructura excluyente de las nacionalidades indias.
El PAN ha sido promotor soterrado de un estado de La Laguna, el Estado 32 en el Valle de México, lo cual significa promover la autonomía que en México se llama ``Estados, Libres y Soberanos'' ¿Cuál es la razón para que no haya municipios que hagan de la autonomía una vía para la integración nacional de todas las culturas? ¿Qué pasará con los miles de indígenas que han abandonado su territorio, mantienen su cultura y ya no regresarán?
El oportunismo del PAN sólo refleja su profunda alianza ideológica y política con la decadencia priísta. La prueba de su autonomismo racista es que está a favor de un México del norte y un México del sur al cual desprecian profundamente.