A pesar de que la alternancia y la competencia son tendencias crecientes en México, hay regiones que se han anticipado, que han sido en cierto sentido vanguardias, y que hoy pueden anticipar escenarios sobre lo que puede pasar en el país en los próximos años. Después de analizar algunas experiencias a nivel regional hemos visto que una de las piezas necesarias para comenzar la transición democrática es la alternancia en el poder, como posibilidad y como realización: la primera es una garantía necesaria de la competencia por el poder en cualquier sistema democrático; la segunda se refiere a la posibilidad de transformación que tiene un gobierno surgido de la oposición. De las diez gubernaturas en disputa durante 1998, el caso de Chihuahua es el que se ubica en estos referentes, porque en los otros nueve estados no ha habido alternancia.
La pregunta es: ¿qué está en juego políticamente ahora en ese estado con las próximas elecciones?
Hasta la fecha, los estados gobernados por la oposición han repetido su triunfo, de forma clara Baja California (en 1989 y en 1995) y Guanajuato, primero como una negociación y después con elecciones, donde el PAN conservó el poder; Chihuahua sería el tercer caso en enfrentar esta situación. Algunas de las encuestas de opinión sobre la intención del voto en ese estado (Berumen y Reforma) expresan una ventaja para el PRI sobre el PAN, partido gobernante, lo cual abre una situación nueva porque si el resultado electoral en julio próximo confirma esta tendencia, sería el primer estado recuperado por el PRI. Esta posibilidad nos lleva a plantear preguntas y escenarios sobre el futuro de la transición en México, es decir, sobre la siguiente etapa a una primera alternancia. ¿Cuál es el abanico de posibilidades en Chihuahua?
La última encuesta de opinión (Reforma, 13/04/98) le da al PRI una ventaja de 13 puntos porcentuales sobre el PAN (49 contra 36 por ciento), una ventaja que se puede revertir, pero que también puede crecer en las próximas semanas. ¿Por qué la ciudadanía, que aprueba mayoritariamente al gobierno panista de Barrio, con 69 por ciento, se muestra a favor del candidato del PRI? Sin duda que en ese estado está vigente el referente de cultura política de que la decisión del voto es primero por la persona y después por el partido, en una proporción de dos a uno. Los ciudadanos ven hasta ahora con más capacidad al candidato del PRI que al del PAN y así lo expresan en sus respuestas. Estos datos pueden significar varias cosas: que lo más importante para elegir gobernantes es la imagen del candidato; que hay un contenido importante de pragmatismo político; que los votos que deciden no son los de los militantes, los votos ideológicos, sino los de los ciudadanos sin partido que quieren soluciones a los problemas más importantes, como inseguridad pública, ingreso, empleo, etcétera.
Con una estructura electoral de alta competencia, que funciona con equidad, Chihuahua tuvo en 1997 prácticamente un empate entre el PRI: 42.1 por ciento contra 41.2 por ciento del PAN. Esta situación es un rasgo diferente de los otros estados en los que gobierna la oposición, en los cuales la ventaja electoral panista o perredista (para el Distrito Federal) es mayor. Con estos números hay que pensar en dos factores que podrán también decidir el voto, junto con el candidato: el balance que se haga del gobierno panista, sobre todo en cuanto a las ventajas de ratificar al PAN o de cambiar de partido; y los programas de campañas, en las cuales va a ser muy importante la forma de comunicación de los candidatos, además de la viabilidad de las propuestas.
Finalmente, se pueden plantear dos escenarios posibles para la siguiente etapa: uno optimista es que en Chihuahua están dadas las condiciones para que en la siguiente etapa política, independientemente de quién gane la gubernatura, se pueda seguir avanzando en un sistema político democrático, es decir, un gobierno acotado, con contrapesos, con capacidad de rendir cuentas y eficiente en sus decisiones; otro pesimista, es que el partido que gobierna sí es determinante para que la siguiente etapa sea de consolidación o de regreso al pasado, porque el control ciudadano es todavía débil. Veremos qué pasa en las próximas semanas.