La Jornada 13 de abril de 1998

``Juzgará'' el ERI el potencial del nuevo acuerdo; el Sinn Fein lo exhorta a aceptarlo

Afp, Ap y Reuters, Dublín, 12 de Abril Ť El Ejército Republicano Irlandés (ERI) informó este domingo que ``juzgará'' el acuerdo de paz para el Ulster firmado el pasado viernes por los gobiernos de Gran Bretaña e Irlanda, en función de su ``potencial para producir una paz justa y duradera en nuestro país'', en el mensaje que tradicionalmente emite el grupo armado en Domingo de Resurrección en esta capital. El Sinn Fein, brazo político del ERI, instó a la organización armada a aceptar el acuerdo.

Dicho acuerdo prevé la creación de instituciones que pongan fin a 26 años de gobierno central británico sobre Irlanda del Norte, y deja abierta la posibilidad de que la provincia se reunifique, eventualmente con el resto de Irlanda, en el momento en que la mayoría de sus habitantes se pronuncien a favor de esta medida vía referéndum.

El grupo armado señaló que ``estudiará con mucha atención los resultados de las negociaciones para ver si éstas entrañan la posibilidad de conducirnos hacia nuestro principal objetivo: una república socialista democrática de 32 condados, es decir, la unión de los 26 del sur de la isla de Irlanda con los seis del norte''.

El ERI recordó que ha hecho patente su interés en lograr una solución pacífica del conflicto del Ulster: ``al anunciar, el 20 de julio pasado, un cese total de las operaciones militares, demostramos una vez más nuestra voluntad de mejorar la búsqueda de un acuerdo de paz democrático a través de verdaderas negociaciones''.

Después de esta declaración de tregua, Londres y Dublín permitieron al Sinn Fein participar por primera vez en las negociaciones multipartitas de paz para el Ulster.

El mensaje rindió homenaje ``a todos los que dedicaron su energía para construir este proceso de negociación con el fin de establecer una paz justa y duradera'', y agradeció en especial los esfuerzos de los dirigentes del Sinn Fein.

En el mensaje, sin embargo, se indicó que los republicanos norirlandeses tendrán que ver pruebas de que ``el actual gobierno británico está preparado'' para afrontar el desafío que implica un acuerdo de paz para el Ulster que elimine la discriminación contra la población católica de la provincia.

De su lado, el líder del partido Sinn Fein, Gerry Adams, instó al ERI a aceptar el acuerdo y dijo que sus negociadores lograron incluir en el acuerdo final todo lo que fue posible de las reivindicaciones de los republicanos norirlandeses y aseguró que en las horas finales el primer ministro británico Tony Blair logró presionar a los unionista ``para que cedieran mucho más allá de lo que querían''.

Adams anunció que el fin de semana próximo la formación votará su apoyo al acuerdo durante su congreso anual. Ayer, el principal partido protestante norirlandés, el Partido Unionista del Ulster aprobó por una mayoría de dos tercios apoyar el documento.

Adams dijo esto durante su primera aparición pública desde la firma del acuerdo en el pueblo norirlandés de Carrickmore, un importante bastión del ERI, donde varios grupos de jóvenes marcharon por las calles luciendo boinas negras y lirios de pascua cantando canciones antibritánicas y gritando consignas de simpatía al ERI.

Por otro lado, hoy comenzó la campaña de seis semanas previa al referéndum que se celebrará el próximo mes en el Ulster e Irlanda, en el que los habitantes de ambos territorios validarán el acuerdo firmado por Londres y Dublín.

Mientras, Blair declaró hoy desde España que la firma del acuerdo no excluye la posibilidad de que grupos disidentes católicos y protestantes traten de sabotear el acuerdo con actos de violencia, con lo que reiteró las advertencias que ayer hizo el mediador estadunidense para el proceso de paz en el Ulster, el ex senador estadunidense George Mitchell.

Por último, Mitchell desmintió hoy informes del New York Times que ayer aseguró que el mediador tomó la iniciativa de acelerar las conversaciones, porque había amenazas de muerte contra uno de los protagonistas del proceso de paz por parte de un grupo paramilitar.

Mitchell, sin embargo, no negó que uno de los negociadores hubiera sido amenazado de muerte, pero sostuvo que dichas amenazas no influyeron en su decisión de acelerar las conversaciones.