Estamos en la Semana Santa, época en que recordamos el apresamiento, juicio y muerte de Jesús de Nazaret, el Cristo. Y proclamamos que, a pesar de que le arrancaron la vida en la cruz, sigue vivo.
¿Por qué fue condenado a muerte? Por blasfemo, según el juicio religioso presidido por Anás y Caifás, y por sedicioso según el juicio civil de Poncio Pilatos. Y es que su mensaje central fue y es llamar a todos los humanos a vivir en la igualdad de ser todos hijos del mismo padre, que es Dios. Es normal que quienes detentan el poder para sus propios intereses y no para todos, condenen a Jesucristo.
Al recordar y celebrar su vida, su muerte y su resurrección no nos hemos de olvidar de la pasión y muerte, lenta o rápida, del pueblo. Ahora sigue siendo crucificado de muchos modos. Las presiones gubernamentales políticas y militares sobre Chiapas son contra el pueblo indígena chiapaneco, y en general contra todo el pueblo mexicano.
Pero el sufrimiento de los sin poder en este México no es sólo de los que más se ven. Y corremos el peligro de o bien sólo fijarnos en Chiapas, o de perdernos en la devoción de celebrar la Semana Santa acordándonos sólo de los sufrimientos -la pasión- de hace muchos años y apartando la atención de los de ahora.
Además de los derechos de los pueblos indios en el marco de una democracia necesaria en todo México, leemos y oímos de otros derechos sociales, aunque siempre reducidos a derechos individuales. Y entre los derechos sociales se les pone sordina más que a otros a los derechos laborales. De ello, se ocupa continuamente el Centro de Reflexión y Acción Laboral (Cereal), que no hace mucho presentó un informe sobre 15 casos de elecciones sindicales que afectaron los derechos de empleo, condiciones satisfactorias de trabajo, derecho a la irrenunciabilidad de derechos adquiridos, libertad sindical, justicia laboral y el derecho a protección y respeto de los derechos humanos. Derechos violentados que afectan a 29 mil cuatro personas, pertenecientes a 15 grupos u organizaciones sindicales de ocho estados de la República.
Llama la atención que el primero y segundo derechos violados mayoritariamente son el derecho a la justicia laboral y a la libertad sindical, respectivamente.
El voto secreto, universal y directo no está previsto en la Ley Federal del Trabajo. Ello ha facilitado que en la práctica, y muchas veces avalados por los propios estatutos sindicales, los recuentos y elecciones sindicales en nuestro país entren en abierta contradicción con lo sancionado en la Constitución Mexicana (artículo 41), y con diversos tratados internacionales (Convenio 87 de la Organización Internacional del Trabajo; Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; Convención Americana sobre Derechos Humanos; Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; Acuerdo de Cooperación Laboral con América del Norte).
Algunos casos:
El 8 de marzo pasado fue electo Leonardo Rodríguez Alcaine como secretario general de la CTM, a mano alzada y como ``candidato único'', para el periodo 1998-2004; con posibilidad de reelección hasta el 2010, según las rápidas reformas estatutarias que realizaron en su XIII Congreso Nacional. Rodríguez Alcaine lleva ya 23 años como dirigente del Sindicato Unico de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM).
A mano alzada y ``por consenso'' fue electo el 24 de marzo Joel Ayala Almeida, dirigente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Secretaría de Salud, como nuevo dirigente de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE) para el periodo 1998-2001.
Por tercera ocasión fue reelecto, el 29 de marzo, Alberto Juárez Blancas como candidato de ``unidad'', y a mano alzada, para dirigir la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC) durante el periodo 1998-2004. Juárez Blancas dirige la CROC desde 1980. Juárez Blancas fue presentado como candidato de ``unidad'', a pesar de las agresiones de que han sido objeto los miembros de la Federación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (FROC), disidentes de la CROC.
La economía mundial globalizada en el mercado exige que los obreros no sean libres. La economía mundial globalizada pide eficazmente que los salarios sean lo más bajo posible y que se crucifique así a todo el pueblo trabajador. Que viva siempre y continuamente la semana de pasión y muerte a mano alzada.