Ricardo Robles O.
De aquellos tiempos de indios que pensábamos idos
Me contaban entonces, allá por 1962, cuando llegué a la sierra de los tarahumares, lo que ya otros viejos testigos me habían contado sobre abusos, explotación, infamia. Llegué a pensar con los años que esos tiempos se iban, que al fin se habían ido. La historia me despierta a mi pesar diciéndome que no.
Tiempos idos: Le llamaban ``ranchear'' y era práctica común. Era, de hecho, según comprobé después, una forma de vida. Consistía en salir a caballo y con una bestia de carga, con el rifle en la montura o la pistola en el cinto, porque había que defenderse, sí, porque los indios eran malos, traidores, taimados... no eran de confiar. Además eran tontos, con plática se calmaban. Pero además, ése era su lugar, para eso habían nacido y debían ser así. Era en el tiempo de las cosechas recolectadas ya, secadas al sol y guardadas en la troje de madera. Hasta ella se llegaba el noráwa (marchante diríamos y se decía él mismo). Allí se apeaba del caballo, abría la troje, llenaba sus dos sacos de maíz, arrojaba dentro unos metros de manta trigueña y sin más nada, regresaba al pueblo. No tenía por qué preguntar si el indio quería vender o cambiar, ni por cuánto. Y se decía que era ``tallado'' (pesado) ese trabajo de aquellos días. Eso era argumento de legitimidad.
Las mujeres indias sólo observaban, ocultas, inmóviles, temerosas de vejaciones, de violaciones... Las niñas y los niños sólo veían también. Si los hombres estaban por allí, preferían dejar hacer porque, de protestar, tan sólo se habrían visto obligados ante el rifle a aceptar la vergüenza de dejar hacer.
Tiempos mexicanos: Es triste tener que aceptarlo. Los tiempos ésos, los de aquella infamia, han vuelto. ¿Qué otra cosa está haciendo, considerando y ofreciendo el Poder Ejecutivo en este triste México? Cada vez más armado, hasta el desplante, cada vez más valiente, hace el cansado trabajo de imponer a los necios indios, su recta forma de vida y economía. Porque es necesario ``que acepten su lugar, que sean lo que son''. Dice que ofrece todo, firma menos, y se cree exonerado de cumplir porque él es él, y el otro es el indio. Se lleva lo que quiere y dice que hace bien porque deja migajas.
Pero es verdad también desde esta triste historia que las mujeres han dado la cara con valentía verdadera, que con niñas y niños van dando la vida en Acteal, en todos los Acteales. Que los hombres a veces no están allí presentes porque se decidieron a defender lo suyo, porque dijeron ``Ya Basta'', porque no se rinden ni se han acobardado.
Tiempos chihuahuenses: Acá también regresan esos tiempos, también como iniciativa de ley, para ir al ritmo renovado del mercado libre, tan libre como aquél de ``ranchear''. Es de patriotas, es de inteligentes, no dejar ir las oportunidades. No se pregunta si los indios quieren, y si reclaman se les responde que lo de ellos es ``patrimonio de la humanidad''.
La iniciativa de ley se titula ``de los derechos de los pueblos y comunidades indígenas...''. Aunque todos sus títulos lo dicen, ninguno de sus 45 artículos habla de derechos indígenas. La palabra se menciona algunas veces en el articulado para exponer definiciones de términos jurídicos limitantes para decir a qué principios se sujetarán tales derechos, para garantizar los ya vigentes en la legislación, ``inviduales y colectivos'' o para extenderlos a indígenas urbanos y migrantes. Nunca para precisar cuáles son esos derechos propios, de ellos.
Es una ley que parece creerse nacida de la inteligencia ante el tonto, que se quiere hacer pasar con habilidad sutil. Promete todo en la exposición de motivos. No reconoce derecho a diferencia alguna. Trata como menores a los indígenas. Se propone protegerlos, término ya ofensivo, y termina queriendo manejarlos. No es una ley para los pueblos indios, ni siquiera se molestó en consultarlos. Es una propuesta de ley para un dominio más pleno, para convertir en delitos las costumbres, para calificar de ignorancia a las culturas, para negar a los indios como humanos de verdad. Es racista, ofensiva, vergonzosa. Es en verdad inicua.
Tiempos de ``ranchear'' como hace medio siglo. Por ahí van los pasos de la bestia, el caballo y el jinete. Van provocando cada vez más, como de propósito, para hacerse valer, para imponer dominio, para vivir del otro en fin. La dignidad persiste en no dejarse provocar. La prepotencia enfurece y responde en Acteal. Ahí, amenaza con responder a cualquier indio de modo igual. Y sí, es de dar pavor que Acteal vaya siendo ocasión y motivo de meter espuelas y cargar las armas, para imponer ese comercio sucio de bienes y de leyes y de ideas, que no pregunta, que arrebata y arroja sus sobrantes, que se impone sin más haciendo leyes nuevas, para poder exterminar al indio con esa infame violencia legal.