Luis Javier Garrido
El silencio

El gobierno ``de Ernesto Zedillo'' está entrando en la desesperación por una razón evidente: su estrategia de fuerza está fracasando en Chiapas, lo mismo en lo político que en lo militar y en lo paramilitar, sin que los zapatistas disparen un solo tiro y digan una sola palabra.

1. El silencio del EZLN ha sido profundamente elocuente, pues no ha hecho más que evidenciar la sinrazón del gobierno federal al incumplir los acuerdos de San Andrés y enfrentar por la vía militar y paramilitar a los pueblos indígenas. Los mexicanos no han escuchado en los últimos meses más que el monólogo de propaganda del gobierno, que carece en lo absoluto de credibilidad y que en sus mentiras y amenazas no ha logrado más que hundirlo en el más absoluto desastre.

2. La ``nueva'' estrategia para enfrentar al EZLN, se les ha revertido a quienes mandan en el país y, lejos de alcanzar sus objetivos de doblegar a las comunidades indígenas y de confundir a los mexicanos y a la opinión internacional, lo único que ha logrado es el mayor descrédito del gobierno y de las instituciones públicas en lo que va del sexenio, y evidenciar que México no es una democracia y que el Legislativo no es un poder autónomo.

3. Y después de todo, ¿por qué habrían de hablar ahora los zapatistas, si ellos cumplieron de manera impecable en la negociación y en la firma de los acuerdos, y a lo único que se han negado es a renegociar lo pactado?

4. El eje de la propaganda oficial ha sido que el órgano reformador de la Constitución es autónomo para aprobar una iniciativa distinta a la de la Cocopa en materia de derechos y cultura indígenas, pero ésta no es más que una falacia que olvida dos hechos fundamentales: a) el primero es que la iniciativa de los legisladores de la Cocopa se hizo en nombre del Poder Legislativo, es decir, en cumplimiento de la Ley para el Diálogo y por mandato del Congreso, y por lo tanto es legítima y legal pues comprometió al Congreso. Y en segundo término, algo mucho más grave. b) Que esta iniciativa, a diferencia de las de Zedillo y del PAN, es conforme a la legislación internacional, tanto a múltiples pactos y tratados, entre ellos al Convenio 169 de la OIT, como a lo que la doctrina reconoce como derechos fundamentales de los pueblos.

5. Una consulta nacional o entre los pueblos indígenas, como la que proponen algunos buscando sacar al gobierno del embrollo en el que se halla, olvidaría por lo tanto que ésta ya se hizo al discutirse los primeros acuerdos de San Andrés, pero además y sobre todo que no podría llegar mas que a las mismas conclusiones de San Andrés: que los pueblos indios de México tienen personalidad y derecho a su plena autonomía: como se ha reconocido que es el derecho de los pueblos indios o tribales de cualquier parte del mundo. Rediscutir esto resultaría tan absurdo como votar si deben prevalecer en México los derechos individuales.

6. La iniciativa de Zedillo y del PAN no pueden de tal suerte prosperar, no sólo por haberse elaborado al margen de los pueblos indios, sino porque son contrarias a instrumentos internacionales y a lo que universalmente se reconoce como conquistas fundamentales de la humanidad.

7. Los dos proyectos, elaborados a todas luces en las oficinas de Adolfo Orive, en Gobernación, son lamentables, pues no reconocen a los pueblos indios personalidad jurídica ni el derecho a su plena autonomía, a su territorio y a acceder de manera colectiva al uso y disfrute de los recursos naturales o a definir mecanismos para elegir a sus autoridades, como no entienden tampoco a las comunidades indígenas como entidades de derecho público.

8. Los aprendices de brujo de Bucareli saben bien que sus políticas están fracasando pues no tienen consenso en lo político, su propaganda carece cada vez más de credibilidad, la resistencia de las comunidades está haciendo inviable la vía militar y paramilitar y es creciente el desprestigio internacional del gobierno.

9. El mayor desastre para Zedillo lo constituiría, sin embargo, el hacer aprobar una legislación que no sólo no conduciría a la paz sino a un agravamiento de la situación, y que además generaría un conflicto legal de enormes dimensiones, pues es contraria al marco jurídico internacional. La Suprema Corte de Justicia de la Nación podría intervenir al haber un conflicto de leyes entre el Convenio 169 y la ``ley Zedillo'', y la OIT enjuiciaría severamente a los gobernantes mexicanos por su irresponsabilidad.

10. El silencio de los zapatistas ha sido por todo esto devastador para el gobierno ``de Zedillo'' que, ante la imposibilidad de llevarlos a la mesa de negociaciones para tomarse una foto (y pretender en el exterior que respeta la vía del diálogo), ahora ha perdido ya los estribos y pretende legislar sin ellos y negarles toda respresentatividad.

El Ejército Zapatista de Liberación Nacional no había estado nunca tan presente en la vida de México como ahora:

Con su silencio.