``Tal vez tú, de las noches oscuras has recorrido el grito con puñal, la pisada en la sangre: el solitario filo de nuestra cruz mil veces pisoteada.'' Son las palabras de Pablo Neruda en su ``América, no invoco tu nombre en vano'', del Canto general II. Esos versos, de profundo reclamo político, bien podría haberlos dedicado el poeta de la Isla Negra a Augusto Pinochet, el jefe de la banda que perpetró el golpe militar contra el gobierno electo de Salvador Allende.
Neruda moriría el 23 de septiembre de 1973, 12 días después del golpe de Estado. Su casa sería entonces saqueada por el Ejército. Su obra poética forma ya parte del patrimonio cultural de América Latina y hoy vale la pena recordarla a propósito de su énfasis político, un énfasis que resulta oportuno cuando el tema de la dictadura militar chilena y la exoneración política de Augusto Pinochet son nuevamente noticia mundial.
En la obra de Neruda destaca sin duda una vocación por América Latina, por sus paisajes, su naturaleza, su gente, su historia. A México dedicó, en el mismo Canto general, unos versos que comenzaban diciendo: ``México, de mar a mar te viví, traspasado por tu férreo calor.'' Pero la poesía de Neruda tenía también una exigencia política y social fuerte. En esa vocación embarcaría su vida y su pluma. Dedicó, por ejemplo, a Guatemala, al derrocamiento del gobierno de Arbenz perpetrado por un golpe militar como el que su patria sufriría después, versos incendiados y llenos de solidaridad.
Las libertades, los derechos humanos, la crítica a las desigualdades y el deseo y reconocimiento de las políticas sociales aparecieron siempre en su obra con la magia que lo caracterizó y que le hizo merecedor del Premio Nobel. Sin duda fue uno de los intelectuales que con mayor fuerza ondearon la bandera de la democracia. Por ello en 1970, cuando Allende, el líder de la Unidad Popular, asumió el poder por la vía electoral en Chile, nadie simbolizaría mejor esa esperanza de conciliación entre el Estado social y la democracia que Pablo Neruda.
El golpe militar de Pinochet instauró un camino totalmente opuesto. Fue un camino que desafortunadamente en Argentina, Brasil, Guatemala y Paraguay ya se había iniciado, que también se iniciaría en Uruguay y El Salvador poco después y del cual sólo ahora, a más de 20 años de distancia, apenas comenzamos a salir.
¿Cómo se puede definir ese periodo de la historia de todos esos países latinoamericanos? ¿Cómo definir en Chile al régimen que gobernó de facto, sin parlamento ni oposición política? ¿Cómo definir la existencia de la Dirección de Inteligencia Anticomunista que persiguió y mató a Prats y a Letelier, como a tantos otros? ¿Qué significado tuvo la detención en masa de ciudadanos en el estadio de Santiago y el asesinato de miles de chilenos?
Sería un error craso tratar de definir el régimen de Pinochet por sus estrategias económicas. Ocultaría los hechos políticos reales ver sólo en la dictadura el éxito relativo de las estrategias del neoliberalismo económico.
Aun cuando esas estrategias hubieran verdaderamente tenido éxito, la definicion política del régimen de Pinochet sería siempre la de una dictadura militar de corte fascista. La experiencia de la Agrupación de Familiares de Detenidos-Desaparecidos en Chile. El régimen militar se impuso por la violencia contra toda disidencia política, especialmente la de izquierda, y fue responsable de muchas muertes.
La eximición de responsabilidad política a Pinochet mediante un puesto en el Senado chileno, se convierte ahora en una cuenta pendiente para la democracia. La defensa de los derechos humanos, aún de las principales banderas para el retorno a la democracia en América Latina, y la misma restauración democrática en Chile, quedan empañadas por esa premiación política y liberación de cargos al dictador.
Por eso la memoria de Neruda y su idea solidaria con la democracia en la América Latina me parecen hoy tan necesarias. ¿Cómo olvidar en estos momentos un juicio sobre la dictadura militar como los que Neruda levantaba? ¿Podrá legitimarse la democracia chilena sin ver su pasado inmediato? La poesía de Neruda hoy, más que odio o rencor, es un reclamo por los derechos humanos y una esperanza de legitimidad política. Para muestra podríamos releer sus versos sobre los dictadores: ``El llanto está escondido como una planta/ cuya semilla cae sin cesar sobre el suelo.'' (Canto general II, pág. 12.)