Imposición, respuesta de los globalizadores a reclamos sociales
Kyra Núñez, especial para La Jornada, Windhoek, Namibia, 7 de abril Ť La globalización es una gran trampa en la que no tenemos que caer; su receta ante los conflictos sociales es una política de imposición, carente de libertad, justicia, igualdad y solidaridad, debido a que la gran masa de desposeídos habrá de exigir, por la violencia, medios para su sobrevivencia, afirmó Federico Mayor, director general de la UNESCO.
Para la estabilidad social de un país o del mundo, se requiere una mejor y urgente distribución de la riqueza, no solamente por una cuestión moral sino por la propia estabilidad social en un mundo en que 18 por ciento de la población acapara 80 por ciento de los bienes, causa principal por la cual nunca se hizo realidad el aporte de 0,7 por ciento al desarrollo ni se cumplen con los compromisos asumidos en la Cumbre de Río; si en Berlín se hundió un régimen basado en la igualdad pero que olvidó la libertad, ahora se está hundiendo otro sistema, que se basa en la libertad pero no incluye a la igualdad.
El liberal patrón de la UNESCO no se anduvo por las ramas para criticar ferozmente a la globalización durante un encuentro con La Jornada luego de su participación en la 99 Conferencia Internacional de la Unión Interparlamentaria Mundial, y aventuró que cuando se logró acabar con el apartheid racial a lo que se llegó es a uno económico, por lo cual hay de hecho mucha presión proveniente de la pretendida globalización, que con el lema de Estados Unidos de ``comercio, no ayuda'' intenta ser impuesto a regiones como Africa.
Pero para Mayor, lo que ``Africa requiere, lo que requiere la mayoría de las naciones del mundo, es el desarrollo endógeno y no seguir pagando el precio de la cultura de la guerra, donde primero se tiene que darle continuidad a las prácticas democráticas y que se llegue a la presidencia sólo a través de las urnas.
Tal fue el claro mensaje --dijo-- que escuchó el presidente Bill Clinton de parte de su homólogo sudafricano, Nelson Mandela, durante el reciente periplo del estadunidense, mensaje hecho público ayer por el presidente de Namibia, San Nujoma.
Y afirmó: ``No es verdad que con la globalización se hará una mejor distribución de los bienes y servicios y se promoverá el desarrollo. Lo que se impulsa con esa trampa es organizar democracias de mercado y una política de comercio sin fundamentos morales''.
Citó como ejemplos de esa ausencia de normas morales el aumento impresionante en la venta de armas que luego servirán para proteger a dictadores, la conducta del sistema bancario que blanquea el dinero producto de las drogas, el tráfico de personas; ``todo ello es intolerable'', continuó, y ``por todo ello es imposible aceptar que sea el mercado el que nos guíe''.
Según Mayor, ``la globalización carece de los cuatro principios esenciales que promueve UNESCO, libertad, justicia, igualdad y solidaridad, sino que impulsa las transacciones de quienes tienen todo y quieren más en base de acaparar los bienes escasos que tienen o tenían los propietarios de los recursos naturales''.
``Estamos instalados en la ley del más fuerte, militar, económica y comercialmente, una ley que lleva a la separación progresiva de los ciudadanos, entre desposeídos y los saciados'', continuó en su em- bestida contra la globalización.
Europa y las instituciones financieras no escuchan, imponen modelos; donde la voz y la experiencia de quienes tienen la sabiduría, como es el caso impresionante en Africa, no cuenta para nada a nivel de las instituciones, y prueba de ello es que sólo recientemente el Banco Mundial comienza a financiar proyectos educativos, ``pero no ha dejado de seguir dándonos lecciones sobre cómo salir de la pobreza, que en no pocos casos la promovió''.
En Namibia, invitado por la Unión Interparlamentaria Mundial, Federico Mayor hizo un llamado a los legisladores del mundo a ``no seguir pagando el precio de la cultura de la guerra'' y exhortó --sobre todo a los africanos-- a dedicarse a la promoción de sus recursos humanos y materiales y evitar caer en la trampa de la globalización.