Ana María Aragonés
La forma es fondo

¿Se trata de una simple necedad que los zapatistas se nieguen a aceptar la iniciativa gubernamental en derechos y cultura indígenas, y que por un inocuo ``diferendo en su presentación en el Congreso de la Unión'' se posponga la atención a los pueblos indígenas? Por supuesto que no; la forma es fondo.

El hecho de que el presidente Zedillo haya enviado de manera unilateral una iniciativa sobre derechos y cultura indígenas al Congreso de la Unión viola el acuerdo pactado entre gobierno y EZLN, por el cual el texto elaborado por la Cocopa debía ser aceptado por ambas partes para, seguidamente, llevarlo a las instancias de deliberación nacional.

El gobierno ahora margina al otro interlocutor, rompe con las condiciones pactadas y, con ello, la posibilidad de reanudar el diálogo. ¿Puede el EZLN aceptar este acto absolutamente autoritario que representa una traición a la negociación?

Labastida Ochoa dice que ``una cosa es la atención a los derechos de los pueblos indígenas y otra es el trato con el EZLN... que declaró la guerra al Estado mexicano el 1o. de enero de 1994 con la intención... de que se discutieran los sistemas de justicia y democráticos de la nación... [temas que] se discuten con los partidos, no con un grupo armado''.

El secretario de Gobernación vuelve a desconocer las condiciones pactadas el 11 de marzo de 1995 bajo la Ley para el Diálogo, la Conciliación y la Paz Digna en Chiapas, la cual reconoce como interlocutor al EZLN en el proceso de diálogo y negociación, pero además ambos actores del conflicto, gobierno y EZLN, fijaron los temas de las cinco mesas que entrarían a debate. La primera: derechos y cultura indígenas; la segunda: democracia y justicia, y las otras tres mesas no pudieron desahogarse porque el gobierno boicoteó la segunda mesa de discusiones. ¿El secretario Labastida ignora estos procesos pactados entre el gobierno y el EZLN?

No, señor Emilio Rabasa, cuando usted dice que ``el gobierno federal estaría dispuesto al reposicionamiento de las tropas militares en Chiapas, siempre y cuando el EZLN acepte regresar al diálogo y deje esa actitud de intransigencia'', es justamente al revés, pues lo pactado en el Acuerdo de Concordia y Pacificación con Justicia y Dignidad señala claramente que para poder dialogar se tienen que incluir medidas de distensión militar y seguridad para las partes.

El presidente Ernesto Zedillo está convencido de que ``el EZLN ya no puede dañar al país'', y que ``ese factor sorpresa, al que le jugó tan bien este grupo para dañar al país en 1994 [ahora] ya no lo tiene'' (La Jornada, 16 de marzo).

¿Qué quiere decir? Que no está dispuesto a reconocer ningún acuerdo pactado con el EZLN, pase lo que pase, porque fueron ``sorprendidos''. ¡Qué lamentable!

El presidente Zedillo, Labastida Ochoa y Emilio Rabasa muestran sus verdaderas intenciones: eliminar al EZLN del espectro nacional e imponer sus condiciones a los indígenas ¿Cómo intentarlo? Presentando una iniciativa de ley de manera unilateral, trastocando todas las condiciones que permitieron avanzar en las negociaciones y, con ello, cancelar el diálogo. La forma es fondo.