En el ``Plan Labastida a la Presidencia'', Chiapas y el DF constituyen sus dos problemas políticos a resolver. Para ello tiene como operadores en el terreno chiapaneco y en las cámaras a Adolfo Orive y a Jorge Alcocer, respectivamente; mientras que en el DF ha creado la Secretaría General de Gobierno, paralela a la de Rosario Robles, con Jesús Salazar Toledano a la cabeza para articular a las fuerzas priístas de derecha y anticardenistas.
Luego de la presentación unilateral de la ley indígena por parte del gobierno y la débil respuesta social y política, Labastida considera que es momento de avanzar en el terreno político combinando acciones contrainsurgentes con el debilitamiento de las alianzas del EZLN tanto en la ciudad de México como en el exterior. La propaganda y el control de los medios es esencial por lo que la ofensiva se extiende a columnistas y redacciones.
En el Plan Labastida, la acción militar no es inmediata; saben que utilizarla en Chiapas fortalecería la solidaridad en la ciudad de México y en el exterior; sería una victoria pírrica e incluso otra derrota política a costa del plan contrainsurgente. Labastida busca demostrar a Zedillo que hay un control de las acciones y respuestas manteniendo la tensión y el desgaste enemigo, sin llegar al rompimiento total; no le interesa la distensión en Chiapas ya que esto le da ventajas políticas sobre sus competidores dentro del grupo zedillista y sobre los dinosaurios, sus compañeros de viaje que defienden el candado dentro del PRI y le despejan el camino en el gabinete. Labastida basa su estrategia en una ``tensión de baja intensidad'' en Chiapas y el DF, sin perder la iniciativa y ventaja que le dio la presentación de la ley indígena en reto abierto a los Acuerdos de San Andrés, y en torno a los cuales se articulan la estrategia del EZLN y amplias fuerzas democráticas y sociales que se expresan en el DF.
El Plan Labastida quiere dar como finiquitado el debate sobre derechos indígenas y acabar con la interlocución del EZLN y el proceso de diálogo logrado, luego de la ofensiva militar de febrero de 1995. En esta estrategia, reconstruye las relaciones con la cúpula de la Iglesia católica ofreciendo a cambio de la Conai, continuar la investigación Posadas Ocampo. Para Justo Mullor y Rivera Damas significa afianzar a futuro la relación con un presidenciable, luego de haber apostado a la alianza con Chuayffett.
La posición del PRD en todos los frentes (cámaras, partido, gobierno del DF), en apoyo a los acuerdos de San Andrés, le refuerzan a Labastida la idea de que Chiapas y el DF son el obstáculo a vencer. A través de Salazar Toledano como subsecretario de Gobernación, asumió el control político de las fuerzas priístas en el DF: en la ALDF, el comité directivo estatal en el DF, el Sindicato Unico de Trabajadores del Gobierno del Distrito Federal (SUTGDF), organizaciones de ambulantes agrupadas en la CNOP, con Schiaffino, y en la Alianza Metropolitana apoyadas por Manuel Aguilera. Todos ellos reciben instrucciones y línea directa desde Bucareli en un plan centralizado que tiene como meta mantener en jaque al gobierno del DF.
Un objetivo importante fue bajar el perfil a la reforma política del DF, mediante impugnaciones priístas y amenazas de retiro ante las débiles acusaciones de corrupción de las administraciones anteriores; neutralizar y aislar las denuncias contra la corrupción e impedir cualquier cambio que se considere irreversible. Labastida, además de que desea cortar el respaldo de la ciudad de México a la insurrección indígena en Chiapas, quiere convertir el DF en el lastre de Cuauhtémoc Cárdenas.
Quizás el principal error del Partido de la Revolución Democrática sea no reconocer que se encuentra frente a una acción de obstrucción de gobierno, y que ésta no parte sólo del ámbito local, sino de la presidencia y del gabinete zedillista para los cuales la sucesión presidencial es su mayor problema y éste descansa en Chiapas y la consolidación de la opción de cambio en el DF.
El esquema ``de consensos'' son candados que el mismo PRD se ha impuesto en el DF, pues en espera de que el PRI levante su amenaza de retiro, la falta de acción empieza a impacientar a muchos sectores que votaron no para que el PRI se transformara, sino para que se fuera. Los dos proyectos enfrentados a los que se refirió Cárdenas en Nueva York, no se resolverán en una mesa sino con capacidad de iniciativa y de articulación de políticas que, hoy por hoy, mantiene con ventaja la ``secretaría paralela de gobierno'' del DF y que aplica el Plan Labastida a la Presidencia.