La Jornada 1 de abril de 1998

DF: UN ACTO DE IRRESPONSABILIDAD

La difusión, por parte del oficial mayor del Departamento del Distrito Federal, Jesús González Schmal, de una lista de dos mil quinientos ex funcionarios y ex trabajadores de la administración pasada que siguen figurando en las nóminas del gobierno urbano, constituye un acto inadmisible de irresponsabilidad.

Cabe recordar que, tras los señalamientos de las autoridades capitalinas en el sentido de que habían heredado de la regencia presidida por Oscar Espinosa Villarreal una nómina inflada y plagada de ``aviadores'' -personas que cobran sueldos u honorarios sin realizar por ello ninguna labor-, se generó un clamor social para que el actual gobierno diera a conocer los nombres de los beneficiados por esa situación corrupta. Sin embargo, en lugar de aportar las precisiones requeridas, es decir, la lista de quienes cobran sin trabajar, la oficina que dirige González Schmal hizo pública una relación de beneficiarios de pagos emitidos y no cobrados.

Tal relación es indicativa, en todo caso, de fallas en los sistemas administrativos de la ciudad -los cuales no deberían producir cheques a nombre de personas que han dejado de laborar en las dependencias públicas urbanas-, pero no constituye prueba alguna contra los supuestos ``aviadores'', entre otras razones, porque no puede clasificarse como tales a quienes no cobran. Sin embargo, la escasa o nula claridad declarativa de González Schmal hizo posible que surgiera la sospecha sobre los dos mil quinientos nombres del listado.

Así, con esa acción equívoca e ilógica la Oficialía Mayor del DDF afectó en forma arbitraria e injustificada la honorabilidad de las personas señaladas e incurrió, con ello, en una responsabilidad moral y política insoslayable.

Más grave aún, la oficina referida vulneró la credibilidad del gobierno urbano en su conjunto y dañó severamente, con ello, la capacidad de éste para combatir la corrupción que las regencias dejaron enquistada dentro del vasto aparato administrativo de la capital del país.

Es claro que esa corrupción existe y que uno de los mandatos más importantes del gobierno encabezado por Cuauhtémoc Cárdenas es combatirla y erradicarla. Pero ello no va a lograrse por medio de conductas como la exhibida por el oficial mayor y que, aunque sean producto de decisiones erráticas y torpes, pueden parecer, a ojos de muchos, meras vendettas políticas o maniobras orientadas a desprestigiar a miembros de la administración pasada.

Finalmente, González Schmal agranda su yerro, de suyo monumental, cuando pretende transferir la responsabilidad a los medios de información, a los que acusa de malinterpretar el tema. Es necesaria, en cambio, una retractación amplia e inequívoca y una disculpa pública a los afectados, no sólo para paliar el daño moral que se les ha causado sino para enmendar la lesión causada a la credibilidad de la administración capitalina.