BALANCE INTERNACIONAL Ť Gerardo Fujii
Hacia un nuevo bloque político-social

Los capitalistas tienen intereses fundamentales que son comunes. Sin embargo, dependiendo del sector de la economía en que han invertido sus capitales pueden, en ciertas épocas, entrar en contraposición. Por ejemplo, no necesariamente los intereses concretos de los empresarios de la industria, la minería y la agricultura tienen que coincidir con los de los banqueros y con aquellos que, en general, derivan sus ganancias de las actividades financieras. En diferentes épocas, el peso de estos sectores del capital puede recaer en uno u otro estrato.

Durante la gran expansión posterior a la Segunda Guerra Mundial eran los capitalistas del sector productivo los que constituían el centro del poder, por lo cual el sector bancario estaba subordinado a los intereses de los empresarios industriales y agrícolas. De esta manera, las finanzas estaban al servicio del crecimiento de las cifras reales de la economía. Esto definía un marco regulatorio para el sector financiero que determinaba el contexto de bajas tasas de interés prevaleciente en esos años, de estabilidad en los tipos de cambio y de limitaciones a los flujos de capital entre los países.

La situación actual es radicalmente diferente. Ahora se afirma que las regulaciones a la economía contravienen las leyes del mercado, por lo que ni las tasas de interés ni los tipos de cambio ni los desplazamientos de capital deben ser regulados. Se sostiene que son las fuerzas del mercado las que deben determinar el precio del dinero y de las divisas, y que el capital debe estar en condiciones de desplazarse sin restricciones entre los países. Estos postulados afectan de diferente manera a los sectores del capital. Los empresarios del sector productivo están sometidos a una incertidumbre considerablemente más elevada que la inherente a la economía de mercado.

La volatilidad de las tasas de interés y de los tipos de cambio desalienta la inversión en la producción, ya que dificulta una estimación relativamente segura acerca de la rentabilidad de proyectos cuya maduración puede tardar años. No existe duda de que un contexto de elevada inflación deprime la inversión productiva, dado que resulta difícil tener certeza acerca de las ganancias que pueden esperarse de la inversión. La misma situación se da en un contexto de fluctuaciones en los tipos de cambio y en las tasas de interés.

Sin embargo, existe un sector del capital, el financiero y, particularmente su parte especulativa, para el cual resulta beneficiosa la inestabilidad de estas variables y la ausencia de restricciones a los movimientos de capitales. Las ganancias del capital especulativo crecen en la medida que los tipos de cambio son fluctuantes, pues es precisamente el movimiento del precio de las divisas el que permite los beneficios derivados de la especulación con las monedas. Evidentemente que ello hace necesario el movimiento sin restricciones del capital a escala internacional, dado que en su ausencia no podrían hacerse efectivas las compras y ventas de monedas que hacen posible obtener ganancias con la especulación. Este razonamiento se puede extender a otras esferas de la economía para mostrar los beneficios que consigue el capital especulativo de la inestabilidad. Si las bolsas de valores tienen un comportamiento estable, las posibilidades de ganancias derivadas de la especulación serán menores. Además, dada la conexión entre las tasas de interés y los movimientos de las bolsas, la regulación del interés, al estabilizar las cotizaciones de los valores, tampoco está dentro de los intereses del capital especulativo.

De lo expuesto se desprende que el tipo de políticas económicas que están en boga responde a los intereses del capital financiero y, en primer lugar, al sector especulativo de este capital, yendo en detrimento de los empresarios industriales, agrícolas y de la actividad extractiva. En la medida en que las ramas productivas de la economía encuentran dificultades para su operación y expansión, también resultan negativamente afectados los trabajadores ocupados en la esfera real de la economía.

Por ello, en la actualidad existen coincidencias de intereses para formar un amplio bloque político-social que defina una política económica para favorecer la inversión real, la generación de empleos y la elevación de los salarios para los ocupados en la producción y en contra de los sectores del capital especulativo.