Los frecuentes debates públicos de Silvio Zavala, su toma de posición ante diversos asuntos históricos, políticos y culturales que ocurren en el país, nunca pasan inadvertidos. La agudeza y tenacidad con que aborda los temas que le incumben lo han mantenido dentro del perímetro de los --así llamados por Juan Goytisolo-- ``críticos solventes''. Su voz, nunca carente de argumentos, se escucha no sólo en el reducido ámbito académico, sino en los más disímbolos foros y desde hace varios años en la prensa. Desde ahí comenta sobre ``el tiempo social de errores y desgracias que envuelve a nuestra nación''.
En varias ocasiones viajamos juntos, las más recientes a Veracruz invitados por Rafael Arias y Miguel Capistrán, ya sea por homenajes (con Luis González), o disertaciones públicas sobre la historia de América. Las charlas han sido pausadas, de largo aliento, sobre variados temas y opiniones no siempre coincidentes, como el proyecto de un ``monumento a la mexicanidad'' en la glorieta que ocupa la Diana Cazadora, el alzamiento del EZLN en Chiapas o la repatriación de los restos de Francisco del Paso y Troncoso.
Desde siempre, los ``negocios sin escrúpulos'' que amenazan al patrimonio cultural lo han motivado a emprender una tenaz lucha por protegerlo ya sea en Mérida, Morelia o la ciudad de México. Fruto de esos afanes es el volumen En defensa del Paseo de la Reforma, recientemente publicado por la Universidad Iberoamericana, en el que recopila sus artículos y ponencias publicados entre 1991 y 1995, junto con textos alusivos de Manuel Gutiérrez Nájera y Agustín Yáñez, además de comentarios de Ramón Bonfil, Enrique Cervantes y José Luis Martínez.
Al igual que en los años sesenta Antonio Castro Leal se opuso al proyecto de ampliación de las céntricas calles de Tacuba y Guatemala --que implicaba la destrucción de 25 monumentos arquitectónicos--, en los años noventa el doctor Zavala no ha cedido en la denuncia de los ``peligrosos funcionarios'' capitalinos que han pretendido, tanto la construcción del tren elevado, como la edificación de macrotorres a lo largo del Paseo de la Reforma.
Una constante en los 30 apartados que conforman el libro es la disociación exitente entre los intereses de la ciudadanía y los de las autoridades, situación que no es exclusiva de la capital. En uno de sus escritos, presentado en el Foro sobre Defensa del Patrimonio Cultural, don Silvio marca tres etapas en la defensa del antiguo paseo: la salinista que concedió ``preferencia a los partidarios del negocio por encima del planteamiento de los defensores del patrimonio histórico''; la efímera colosista, ``que daba por supuesto que se mantendría lo propio, nuestros valores y nuestra cultura''; y la zedillista que ``no tuvo una inauguración favorable porque la aparición de las máquinas constructuras de la macrotorre del hotel Hilton-Sidek parece anunciar que la nueva administración sigue por la senda equivocada, permitiendo la mayor ruptura del nivel de elevación de los edificios existentes en el Paseo y el hundimiento de los monumentos a la escala de insignificantes miniaturas''.
El historiador ha convocado reiteradamente al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes ``y sus instituciones filiales'' (INAH e INBA), además de la Comisión Nacional para la Preservación del Patrimonio Cultural, así como al Consejo de la Crónica y otras instancias ``apropiadas'' de la UNAM, para que elaboren ``medidas prontas que contribuyan a resolver estos problemas de manera satisfactoria para la opinión pública'', como el dictamen presentado por la Academia Mexicana de Arquitectura.
Desde enero de 1995, Zavala advirtió que quienes nos preocupamos por la salvaguarda patrimonial de la ciudad, debemos considerar ``con pena, por qué nuestras esperanzas eran otras y mejores'', que pertenece al actual gobierno ``la responsabilidad de haber dejado poner en ejecución la amenaza, existente desde el sexenio anterior, de alterar la fisonomía del Paseo y de romper la escala a la que deben conservarse sus edificios y monumentos''. Y concluye señalando que la capital pasa ``por uno de los episodios más lamentables de su urbanismo''.
De tiempo atrás, personas cercanas al gobierno de la ciudad y al ámbito académico me han manifestado su molestia por la ``intransigencia'' de Silvio Zavala en cuanto a estos temas, a los que siempre les respondo que, afortunadamente, muchos más somos así.