Fueron casi 59 mil jóvenes, 88.7 por ciento de los aspirantes a las licenciaturas de la UNAM, los ``rechazados''. En el próximo junio, mes del segundo examen de ingreso, serán --según la experiencia de años anteriores--, un número similar, con lo cual la cifra se habrá elevado a alrededor de 120 mil.
En México la cobertura de educación superior es extremadamente baja. Según datos de Unesco, en 1980 cursaban estudios de educación superior, el 14.7 por ciento de los jóvenes en edad universitaria (18-24 años). Esta tasa de escolaridad era, en 1980, de 14.7 en Corea y de 12.3 por ciento en Chile. En 1993 Chile había llegado a 26.7 por ciento y Corea a 48.2 por ciento (50.2 por ciento en 1994). En tanto, México había disminuido a 13.8 por ciento. Esto es un drama nacional, señores del Ejecutivo y del Legislativo.
La baja tasa de escolaridad mexicana, sin embargo, apenas tiene relación con el dato de ``rechazados''. La cifra de 120 mil en la UNAM, es un número cercano al total de quienes egresan anualmente de todas las instituciones de bachillerato, públicas y privadas, de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM: 16 delegaciones del DF y 21 municipios conurbados del estado de México).
Los ``rechazados'' de la UNAM son, por tanto, una demanda no satisfecha aparente. Es como si todos los egresados de todas las instituciones de bachillerato públicas y privadas de la ZMCM --incluidos los sistemas de bachillerato de la propia UNAM--, solicitaran ingreso solamente a las licenciaturas de esta casa de estudios, y todos fueran rechazados. Como si los egresados hallaran lugar, al menos en parte, sólo en la UAM, el IPN, la UPN, la UAEM (Autónoma del Estado de México), Colegio Militar, Chapingo y todas las privadas. La UNAM, desde luego, ya habría quedado vacía (y así se habría satisfecho una vieja consigna estudiantil: por una Universidad sin clases).
Un estudio realizado por la UNAM el año pasado, muestra que la realidad real es distinta a la aparente. Según sus estimaciones, si entre los ciclos 1996/97 y 1998/99 no hubiera crecido la oferta educativa superior, la demanda potencial no atendida por el conjunto de las instituciones de educación superior (IES) en la ZMCM, sería de entre 15 mil y 18 mil aspirantes por año, cifra que incluye a quienes no alcanzan la calificación mínima establecida por cada institución para aprobar el examen de ingreso. Si la oferta educativa no creciera, a partir del ciclo 1999/2000, la demanda potencial no atendida por el conjunto de las IES de la ZMCM se elevará a entre 25 mil y 32 mil aspirantes anuales. Sin embargo, la oferta educativa sí crecerá, entre otras instituciones, en alguna medida, en la propia UNAM (principalmente en el sistema de Universidad abierta).
La demanda potencial se ha multiplicado debido entre otras a las siguientes razones (este espacio me impide mostrar el análisis completo): a) el escalonamiento en las fechas de examen de ingreso desde hace varios años en las distintas instituciones, y el hecho de que ya no se solicite a los aspirantes su documentación de bachillerato, que permiten a los aspirantes solicitar entrada a varias IES a la vez; b) la realización de dos exámenes de ingreso (en marzo y junio), en la UNAM, que permite a un número significativo de aspirantes solicitar en las dos fechas; c) la ``juvenilización'' de la matrícula en los últimos seis o siete años, que permite a los no aceptados por ninguna institución en un año dado, repetir durante varios años su solicitud de ingreso. Estos son algunos de los factores que explican la ``inflación'' de la demanda. Descontándola, quienes no hallan lugar en la UNAM, en su inmensa mayoría se incorporan a alguna otra institución de la ZMCM.
Puede entenderse que los medios fijen su atención sólo en la UNAM, al hablar de ``rechazados'', pero ha de tenerse en cuenta que éstos lo son del conjunto de las IES de la ZMCM y que su número aparente no tiene relación con la realidad.
La tasa de escolaridad superior de México es tan baja, debido a que la enseñanza primaria no es universal y mucho menos aún la secundaria, y aque tenemos una baja tasa de absorción en el bachillerato nacional y una aún más baja eficiencia terminal de este nivel. Datos relacionados con el subdesarrollo, pero también con la forma con que empleamos los recursos. Ahí están los casos de Chile y Corea. En 1993 las respectivas tasas eran de 80 y de 103 por ciento respectivamente para Estados Unidos y Canadá.