Iván Restrepo
El Día del Agua
Cada año, al comienzo de la primavera, se celebra en el mundo el Día del Agua. Esta vez sirvió para llamar la atención sobre la importancia de la que se encuentra invisible, en el subsuelo. En México, la fecha que sirve para llamar la atención sobre un recurso vital para la humanidad, pasó virtualmente desapercibida y no se aprovechó para poner en marcha medidas urgentes para utilizarla racionalmente. Parecería que quienes en el sector público son responsables de trazar la política sobre el agua viven en otro planeta y piensan que los problemas que hoy existen con dicho recurso no son urgentes, prioritarios, y que su solución puede dejarse para mañana.
Precisamente sobre lo que ocurre con el agua en el mundo dedicó recientemente la comunidad internacional varias reuniones a la par que se divulgaron diagnósticos nada alentadores. Así, en un informe de las Naciones Unidas se denuncia que entre 5 y 10 millones de personas, especialmente niños y mujeres, mueren cada año en el mundo por enfermedades producto de la carencia de agua apta para consumo. Tan elevado número de decesos se debe a la falta de tratamiento del indispensable líquido. No hay duda que, por ejemplo, el cólera y otras enfermedades (diarrea, fiebre tifoidea, hepatitis) son males que se podrían prevenir de contar con adecuados servicios de saneamiento. Sin embargo, en lo que va de esta década el número de personas que carecen de tales servicios aumentó en el planeta de 2 mil 600 millones a 2 mil 900, y afecta ya a media humanidad. Los niños destacan como los más perjudicados, lo que los marca negativamente en sus expectativas de salud y desarrollo.
Pero los problemas anteriores no solamente se deben a la falta de medidas de saneamiento. También cuentan los desajustes por contaminación doméstica e industrial, la cual cada día disminuye las reservas de las aguas subterráneas y de superficie. Agréguese el mal uso y la desigual distribución del recurso, que se ilustra bien al comprobar que mientras a un habitante de Europa le corresponden 200 litros, a uno de Africa le tocan apenas 30. Esto representa un grave peligro para los países pobres pues entorpece las posibilidades de que logren el tantas veces anunciado desarrollo sostenible.
Y es que aunque la tierra es el planeta de los mares y del agua, que cubren 71 por ciento de su superficie, menos del 3 por ciento es agua dulce concentrada primordialmente en los casquetes polares, en los glaciares, en la atmósfera y el suelo. Del líquido que se consume en el mundo, la mayor parte se destina a fines agrícolas e industriales que la contaminan con toda clase de tóxicos, volviéndola inservible. Mientras, menos del 10 por ciento se usa en los hogares. Hoy el agua limpia ya no existe en muchas partes lo cual afecta a mil 500 millones de personas. La falta de programas que eviten lo peor lleva a que 300 millones de seres humanos tengan que sortear ahora una escasez extrema de agua. De no haber un cambio radical en su uso y conservación actuales, en medio siglo más dos terceras partes de la población mundial podrían carecer de ella.
Este año el Día del Agua estuvo dedicado a la que se encuentra en el subsuelo. Un buen ejemplo de lo mucho por hacer para conservar ese líquido que no vemos pero que a diario malgastamos y contaminamos, es la ciudad de México y su área conurbada. Pero hay otros: en la Península de Yucatán, el manto acuífero es la principal fuente de abastecimiento y la única que tiene el estado de Yucatán. Toda el agua del subsuelo proviene de la lluvia por lo que es básico garantizar su recarga natural y evitar la contaminación. Sin embargo, ciudades como Mérida, Cancún, Cozumel y Playa del Carmen, se encuentran en situación crítica de abastecimiento y no cesa el deterioro. A lo anterior se agrega una mayor demanda por el explosivo crecimiento demográfico, el cual no se acompaña de medidas para usar y reciclar un recurso cada vez más escaso. En tanto, se alienta desmedidamente la infraestructura hotelera para el turismo internacional en la franja costera de Quintana Roo, lo que atrae a miles de familias que buscan trabajo en los servicios y vuelve crítico el servicio de agua, especialmente entre los pobres del campo y las áreas urbanas. Es algo tan grave que merece un próximo análisis. Ahora vale recordarle a los funcionarios y a la población que, como señala la ministra del ambiente de Francia, el agua limpia es indispensable para la vida, pero no podemos manejar bien algo que no comprendemos. Como en México.