Religen por tercera vez en la CROC a Alberto Juárez Blancas
Alonso Urrutia Ť Sin inmutarse, con el rostro endurecido, Alberto Juárez Blancas observa al auditorio, su auditorio, traído de todas partes del país. Contempla cómo en dos minutos, y a mano alzada, lo reeligen por tercera vez como dirigente de la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC).
Político de guayabera, Juárez Blancas ejerce el poder al frente de la central desde los tiempos en que la clase política de este país usaba esa indumentaria cotidianamente. En un congreso que en su primera sesión se prolongó una hora, también se prolongó hasta el año 2004 una dirección que el mismo dirigente ejerce desde 1980.
Junto a él, en el estrado, el secretario de Trabajo y Previsión Social, Javier Bonilla, el funcionario responsable de atestiguar la reelección y de inaugurar el décimo Congreso Nacional de la CROC, en el Palacio de los Deportes.
Matracas, acarreo, cachuchas, camisas y los insustituibles golpeadores croquistas. Toda la parafernalia para garantizar el éxito del primer día del congreso.
En las gradas, los trabajadores se aferran a las arengas de su dirigencia que les ha ofrecido rifar dos automóviles al término del acto inaugural. Es lo único que detiene a los 15 mil delegados.
Ni el enésimo ofrecimiento gubernamental de ratificar la ``alianza histórica entre el movimiento obrero y el Estado'' para mejorar las condiciones laborales que hace Bonilla García satisface a los delegados.
Una tímida silbatina en lo alto de las gradas obliga a la prudencia al secretario, que deja de lado su discurso de cuatro cuartillas para pasar sin mayor preámbulo a hacer la declaratoria inaugural del acto.
Citados desde las 7 de la mañana, el Palacio de los Deportes no pudo llenarse. Los anuncios del locutor oficial de la presencia de 40 mil delegados distan de la realidad y de la propia capacidad del inmueble.
La posibilidad del arribo de disidentes movilizó a los golpeadores
Sin embargo, alrededor de las 9:30 horas, la insistencia de un grupo de croquistas de ingresar a la parte baja del inmueble moviliza al ``aparato de seguridad'' de Juárez Blancas.
Con la presunción de que llegaría hasta el lugar la disidencia croquista, los ``golpeadores'' rápidamente se movilizan hacia la puerta en cuestión para impedir cualquier ingreso de la disidencia. El asunto no pasa a mayores pero sí evidencia las medidas de seguridad de la dirigencia croquista para no entorpecer la reelección de Juárez Blancas.
El larguísimo estrado lo ocupan lo mismo dirigentes que funcionarios. Ahí están el director del IMSS, Genaro Borrego Estrada; el secretario de Turismo, Oscar Espinosa Villarreal, y el procurador federal del Consumidor.
Espinosa y los aviadores
Al término del rapidísimo acto protocolario -25 minutos-, Espinosa Villarreal enfrenta el asedio de los reporteros:
-¿Había aviadores en su gobierno?.
-Ya está todo dicho con lo de Merino -dice Espinosa en relación con el comunicado de respuesta emitido antier.
La insistencia en los cuestionamientos sólo encuentra otra respuesta:
-Le deseo mucho éxito al gobierno de la ciudad, por el bien de la ciudad.
-¿Había aviadores?
-Le deseo mucho éxito.
-¿Responderá a lasÉ
-Le deseo mucho éxito -dice Espinosa sin perder la sonrisa.
Por su parte, rodeado de su ``cuerpo de seguridad'', que golpea y empuja a los reporteros, Juárez Blancas apenas alcanza a responder dos preguntas sobre la situación del sindicalismo.
El viejo líder reconoce: ``muy difícil, los salarios están muy bajos y hace falta empleo''. Expresa estar de acuerdo con los recortes presupuestales si no afectan las fuentes de trabajo. ``No queremos más desempleados'', dice ya rumbo a la salida.
En el Palacio de los Deportes, los trabajadores se quedanÉ esperando la rifa de dos Volkswagen.