La bandera roja de la Revolución Mundial, en su desplazamiento siempre hacia el este ha brincado el Océano Pacífico para llegar hasta... el Palacio de Bucareli. Así lo sentirá desde enero el jefe de asesores del secretario de Gobernación, Adolfo Orive, Rodolfo, como se le conocía cuando era el dirigente ideológico y político de la Organización Ideológica Dirigente (OID), o Línea Proletaria, en los años 70.
Rodolfo recogía la experiencia de las masas que comandaba, la sistematizaba a la luz de las teorías político-militares de Mao Tse-Tung, y de los vietnamitas Ho-Chi-Minh, Truong Chihn y del general Giap en una serie de famosos folletos, infaltables en el infaltable morral de los y las militantes de la famosa OID.
Recordando esos folletos, que muchos se sabían casi de memoria, puede uno entender el revés de la trama de la ofensiva legislativo-mediático-militar que el gobierno de Zedillo ha desencadenado en contra del zapatismo y de los que concibe como los aliados de éste. La estrategia del régimen en relación al asunto chiapaneco pone de manifiesto las viejas máximas orivistas:
1. La lucha de clases por delante: en cualquier acción así sea económica o cultural que se emprenda, debe primar la orientación de lucha de clases, de destrucción político-militar del enemigo. En el conflicto de Chiapas lo que importa en el fondo de todas las acciones ya sea asistenciales, de desarrollo, educativas es actualizar permanentemente la guerra contra el zapatismo.
2. Los pretextos y los objetivos: las acciones que se emprenden deben constar de dos dimensiones: el pretexto que viene siendo la meta inmediata, pública y explícita de la acción y el objetivo implícito, inscrito en la lógica guerrera de fortalecerse a sí mismo y debilitar al enemigo. Para el régimen, desarmar a los paramilitares es un pretexto para avanzar en su objetivo de cercar a los zapatistas, así como presentar la iniciativa de ley sobre los derechos indígenas es el pretexto para aislar y deslegitimar la postura del EZLN.
3. La política de las dos caras: es precisamente el instrumento para conseguir tanto los pretextos como los objetivos. Se puede conceder, llegar a acuerdos precarios con el enemigo, o incluso dar la apariencia de claudicar. Lo importante es que la obtención de los primeros lleve a los segundos. El gobierno firma acuerdos; lamenta la matanza de Acteal y promete investigación ``caiga quien caiga'', es una cara. La otra: boicotea los acuerdos, y en foros internacionales minimiza la matanza y hace recaer la responsabilidad de ella en los masacrados
4. Uno se divide en dos: no es que los actores sociales tiendan a la unidad, sino a la división. Por tanto, hay que prever las divisiones de las fuerzas propias y favorecer las divisiones de las fuerzas enemigas. Nítida táctica que se despliega tanto en la labor quintacolumnista oficial para dividir a las organizaciones campesinas e indígenas chiapanecas, como en propiciar el surgimiento de iniciativas de ley del gobierno y del PAN para dividir a la Cocopa.
5. Cortarle dedo por dedo al enemigo: si la fuerza del contrario o las condiciones del contexto impiden enfrentarlo de lleno, hay que irle cortando dedo por dedo. Uno a uno el gobierno arremete contra todo el bloque que considera aliado o favorable al zapatismo: difamación a don Samuel Ruiz y a la Conai, ataque a los miembros más progresistas de la Cocopa: Carlos Payán, Gilberto López y Rivas, Pablo Salazar Mendiguchía; descrédito de las organizaciones no gubernamentales internacionales.
6. Cerco y aniquilamiento: todas las acciones han de ordenarse para reducir al mínimo el espacio vital del enemigo, despojarlo de la iniciativa y lograr el único objetivo válido en la lucha: el aniquilamiento del contrario. Cerco militar y paramilitar a los zapatistas y a sus bases sociales; cerco político mediante las iniciativas de ley que no respetan los acuerdos de San Andrés; cerco simbólico con el descrédito a quienes promueven el cumplimiento estricto de aquéllos.
Preparación del terreno, en fin, para legitimar la ofensiva definitiva, la solución final, con el mínimo de costos políticos.
En tres décadas se le invirtió la perspectiva al súper asesor de Gobernación. En Torreón decía que el apotegma maoísta ``de las masas a las masas'' había que llevarlo más allá: ``de las masas, con las masas, a las masas''. Ahora, luego de haber y haberse servido del salinismo, y de una catastrófica experiencia chiapaneca, se ha colocado del otro lado del espejo: desde el poder, sin las masas y contra las masas.