Nunca he pretendido el control de artistas: Tovar
Renato Ravelo Ť Rafael Tovar y de Teresa cumplió, el pasado 27 de marzo, seis años al frente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA). Secretario de Estado sin ministerio, melómano que ha promovido el resurgimiento de la ópera con entusiasmo, reticente impulsor de la cultura popular -``porque se confunde en ocasiones con demagogia, nuestro país es muchísimo más grande que sus coyunturas''-, funcionario que ha sobrevivido a dos administraciones enfrentadas, porque ``nunca'' ha intentado ``sustituir ni controlar a la comunidad artística cultural''.
A pregunta sobre Chiapas, Tovar reconoce: ``En algunos casos no hemos considerado prioritarias las manifestaciones culturales indígenas, y la realidad nos hace tomar conciencia plena de su importancia para el país. Más allá del conflicto, es una necesidad tener políticas muy definidas hacia el desarrollo de culturas propias''.
Aunque administrativamente ocupa una subsecretaría de la Secretaría de Educación Pública, Tovar y de Teresa es tratado como secretario de cultura: en dos ocasiones el presidente Ernesto Zedillo ha asistido a sus informes anuales; en estos días participa, en Estocolmo, en una reunión de ministros de cultura convocada por la UNESCO; cuenta con la representación oficial en actos como entrega de medallas a mexicanos condecorados en el extranjero.
En el directorio de la administración pública de 1989, cuando su predecesor Víctor Flores Olea asumió la titularidad del CNCA, se lee del entonces coordinador nacional del Programa de Modernización de la Legislación y de las Instituciones de Cultura: ``Nació en México, DF, el 6 de abril de 1954. Hijo de Rafael Tovar Villagordoa, médico cirujano, y de Isabel de Teresa Wiechers. Casado con Carmen Beatriz López Portillo Romano, licenciado en derecho''.
Dos años después, también un 27 de marzo, fue nombrado titular del Instituto Nacional de Bellas Artes. Al año siguiente sustituyó a Flores Olea, quien heredó a Tovar la enseñanza de que en la presidencia del CNCA no se toma partido público por alguno de los grupos intelectuales del país.
Sobrevivencia
-¿Qué significan para usted seis años al frente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes?
-La posibilidad de hacer un planteamiento global de política cultural. A seis años de distancia, el consejo se ha consolidado como la institución del gobierno federal responsable de la ejecución de la política cultural nacional: en el marco de un respeto a las tradiciones y experiencias, de una gran presencia en nuestro país, ha podido aglutinar sus esfuerzos para cumplir objetivos comunes a las instituciones culturales y establecer una relación respetuosa, transparente, con la comunidad cultural del país.
-¿Cómo se explica la sobrevivencia política? ¿Se debe a que nadie quiere el consejo? Son dos sexenios y el anterior, de alguna manera, está satanizado...
-Fue 40 por ciento de la administración anterior, que se inicia en un momento en que entra Ernesto Zedillo como secretario de Educación Pública y se delinea una política cultural que, más allá de tintes gubernamentales, ha pretendido ser una política cultural de Estado, y a la que el secretario de Educación de entonces y Presidente ahora ha dado todo su apoyo.
-¿El Presidente confía en usted?
-Creo que es así. Hay un proyecto y afortunadamente se han dado las condiciones para cumplir muchos de sus objetivos.
-¿Cómo modificó este puesto su vida? Es el más importante de su carrera, antes estuvo en el sector diplomático...
-Siempre he estado vinculado con las actividades culturales. Desde los 17 años trabajé en La Onda, suplemento cultural del Novedades, escribía notas de crítica musical semanalmente; después, en la Secretaría de Hacienda, organizaba conciertos para los trabajadores; luego fui asesor del director general del INBA y, posteriormente, de asuntos culturales de Relaciones Exteriores. Ahí presenté mis exámenes del servicio exterior. Cuando uno trabaja en la diplomacia es fundamental que no sean nombramientos políticos. Luego me fui a la embajada en París, donde regresé a los asuntos culturales; llevaba en buena parte las tareas culturales: conozco la tarea cultural desde dentro y desde fuera del país.
-Me refería a ese aspecto del poder. Usted concentra mucho poder, tiene que quedar bien con mucha gente...
-Le voy a decir una cosa: eso de que concentro poder... parte de la sobrevivencia es precisamente no hacerlo, sino distribuir la responsabilidad. Hay un responsable final de todo que soy yo, pero creo que nunca esa responsabilidad se ha utilizado para beneficio de un grupo.
-La fórmula de la sobrevivencia política ha sido la de favorecer no a uno sino a varios de la misma comunidad...
-Más que de la sobrevivencia política ha sido la consolidación de un trabajo. Es tanto el talento en México, tantas las necesidades culturales, tan grande la responsabilidad de patrimonio que atender, el llevar bienes y servicios culturales a la población, a los niños y jóvenes, que obliga a que uno no se concentre ni en determinadas personas ni en determinados grupos ni en determinadas actividades.
¿Privilegio a la música?
-Se habla de que usted privilegia la música sobre otras manifestaciones...
-Pues mire, trato de ser lo más equilibrado. Por ejemplo, en materia de exposiciones han alcanzado de los 500 mil visitantes para arriba, la de los griegos, la de tesoros de la National Gallery de Washington, tesoros del Vaticano; 800 mil visitantes tuvo Esplendores del México Antiguo, 300 mil para Remedios Varo, 250 mil la de arte popular. En teatro se ha hecho un trabajo de teatro escolar en la República, que este año son cerca de 2 mil funciones para niños y jóvenes. El programa Alas y Raíces, creado para niños y jóvenes, este año pretende atender cerca de 10 millones con acciones como la utilización plena de la infraestructura cultural para ellos. En la ópera se ha impulsado a los nuevos valores cantantes y ha habido presencia de figuras internacionales, con mayor difusión de esos eventos, con transmisión en vivo por televisión, como se acaba de dar con Plácido Domingo, en pantallas aquí y en otras ciudades.
-¿A usted le gustaría pasar a la historia como la persona que pudo consolidar el resurgimiento de la ópera en México?
-Uno como funcionario es efímero. No hay una ambición, y se lo digo con toda honestidad. Este es un trabajo colectivo, hay espléndidos funcionarios dentro del consejo, cada quien tiene un papel. A mí me toca coordinar esto. La comunidad artística es muy propositiva. No sólo hablo de creadores de nombre y nivel internacionales, sino que muchos de ellos son de los propios estados. Eso permite un fluir cultural. Esto es el inicio, tan sólo, de un movimiento cultural que se merece nuestro país, que es importante apoyar, más allá de los nombres y las circunstancias.
Cultura popular: ¿demagogia?
-¿Qué modificaciones a la política en culturas populares se han hecho en respuesta al conflicto de Chiapas?
-Algunas de las líneas de acción, por ejemplo en culturas populares, han sido el programa de apoyo a las lenguas indígenas, que hay que apoyarlo en todas sus consecuencias, lo mismo que el Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias, a través de la autogestión. Son varios miles de proyectos los que se han impulsado en estos años. Ahí hay una veta enorme que hay que impulsar. Se lo digo honestamente: lo que ha sucedido en torno al tema de Chiapas es un llamado a la conciencia nacional para revalorar, personalmente como responsable cultural, y no porque no estuviera consciente sino porque las circunstancias nos hacen tomar una mayor concentración, y concentración es conciencia, la riqueza de esas culturas.
``Las acciones que he enumerado no han transformado la vida cultural, simplemente es ir cumpliendo objetivos que nos hemos planteado en un programa.''
-El funcionario siempre tiene una imagen: hay la impresión de que a usted no le preocupa mucho la cultura popular...
-Eso es falso. Cuando hablamos de cultura popular no sólo hay que referirse a lo que hace la Dirección de Culturas Populares, sino a un enorme trabajo comunitario que, por ejemplo, hace el INAH; el trabajo de fomento a la lectura en todas las bibliotecas públicas, los programas de capacitación. Hay que ser muy cuidadosos de utilizar el nombre de cultura popular para disfrazar un trabajo a conveniencia política y que responda a la coyuntura específica. He sido muy cuidadoso de no utilizar el trabajo que lleva a cabo el consejo con fines políticos, creo que en eso pueden radicar algunas de la razones de la continuidad. Nuestro país es muchísimo más grande que nuestras coyunturas, algunas son muy grandes, pero eso no quiere decir que el funcionario tenga que ser oportunista. Toda expresión cultural en nuestro país es importante.
-Le pongo un ejemplo: la muestra de música Al son que me toquen... es espléndida en investigación y muy significativa, no es demagógica, y prácticamente no se ha apoyado su difusión...
-Esa es una exposición en la que se invirtieron muchos recursos. Fue mucha gente, tuvo mucho público. Siempre están pasando cosas. En el Museo de Culturas Populares se inaugura una exposición sobre la colección de arte popular de Diego Rivera. Siempre están pasando cosas. Tenemos que cuidarnos mucho porque puede haber una gran demagogia, porque el funcionario en turno puede querer erigirse y abanderar la necesidad política de ese momento. Yo trato de no hacerlo, sino de tener un trabajo más sistemático, discreto y consistente. El PACMC nunca había tenido tal cantidad de presupuesto, el Museo de Culturas Populares no había tenido tantos recursos ni gente en sus exposiciones, y a mí me correspondió iniciar el programa de literatura en lenguas indígenas... Lo que hacemos es dar unidad a su trabajo y recursos.
-¿Es cierto que en algún momento hubo resistencia en el CNCA para trabajar con el gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas?
-No, estamos en la mejor disposición de sumar recursos, que siempre son tan necesarios para la cultura.