Antonio Gershenson
Petróleo, reservas y presupuesto

Es muy positivo que México haya estado entre los primeros tres países que anunciaron una reducción concertada de las exportaciones de petróleo crudo, dando como resultado, ya en los primeros días, un aumento de precios en un porcentaje que rebasa ampliamente el de la disminución de nuestros montos vendidos al exterior.

No es tan positivo que no se aprecien plenamente los efectos de esta reducción, que desde mañana lunes se verá amplificada en la reunión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), y se persista en los recortes presupuestales. Se dice que estos recortes son para garantizar el crecimiento, pero el hecho es que la posposición o, en la práctica, cancelación por ahora, de proyectos de inversión pública, representarán menos actividad también para las empresas privadas. Lo que el sector público deja de comprar, el privado lo deja de vender. Cancelar obras públicas afecta a muchas empresas privadas, especialmente constructoras. No es raro, aunque tal vez exageren, que integrantes de la Canacintra hablen de un desplome de 50 por ciento en la industria de la construcción para este año, y anuncien recortes de personal. Tampoco extraña que la Canaco considere que el recorte afectará al mercado interno y las ventas. Hasta la Bolsa de Valores, que subió a raíz del anuncio del acuerdo petrolero, ha estado bajando desde que se planteó el nuevo recorte presupuestal.

Además de razones económicas como las mencionadas, es positivo haber limitado la producción porque el petróleo es un recurso no renovable, y nuestras reservas distan mucho de las anunciadas cuando el llamado auge petrolero. Con tantas noticias sobre los hidrocarburos, se quedó por ahí el hecho de que ya se completó la evaluación, con métodos razonablemente precisos, de las reservas en la Región Sur. Se confirma lo que dijimos hace un año, cuando se anunciaron los resultados de la revaluación en la Zona Marina, productora de más de las tres cuartas partes del crudo nacional: las anteriores cifras estaban muy abultadas. Si las de esta última zona (la Sonda de Campeche) habían resultado poco más de un tercio menores, las de la Zona Sur son menos de 60 por ciento de lo que se había dicho. Y el gas, necesario para impulsar el crudo hacia la superficie, alcanza, al ritmo actual de extracción, para sólo 12 años en la Zona Marina Noreste, para menos de cuatro años en la Marina Suroeste y para 12 años en la Región Sur. La Región Norte, cuya evaluación real está programada para este año, sólo produce 3 por ciento del crudo del país, y por algo será.

La insuficiencia de gas ha llevado al costoso proyecto de nitrógeno que, además de que no incide más que en el campo Cantarell, y dejará tal cual las zonas Marina Suroeste y Sur, contribuirá a que nuestro crudo tenga mayores costos de producción y menos capacidad para resistir en futuras guerras de precios como la que hemos visto ahora.

Por lo mismo, en vez de meter tijera al presupuesto de Pemex --entre otras dependencias--, se debe emprender una reforma fiscal que permita explorar y desarrollar nuevas zonas petroleras, industrializar más crudo y que, al mismo tiempo, reduzca la dependencia del fisco frente al ingreso petrolero.

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