Al legislador Pablo Salazar, por su compromiso con la paz
A la incertidumbre abierta por el manejo del conflicto de Chiapas se suman otros factores preocupantes como las elecciones en 14 estados de la República y el tono álgido de la lucha interpartidaria, que hace temer que se rompan los frágiles puentes que ha costado tanto trabajo construir.
En otro contexto, es posible que cada uno de estos factores resultara manejable; todos ellos juntos, sin embargo, pueden entremezclarse de manera adversa para la estabilidad del país. En el caso de las elecciones que se avecinan, como ciudadanos esperamos mínimamente a que sean transparentes. Pero por lo que toca a Chiapas y a la consolidación de los puentes entre los partidos hay mucho que se puede hacer. Sólo se requiere voluntad e imaginación.
Es en este contexto que cabe recordar, enmedio de tanto ocioso despliegue publicitario, que los Acuerdos de San Andrés fueron un logro y tienen una doble virtud: como propuesta y en su método.
En este sentido, las iniciativas del PAN y del Ejecutivo federal en materia de derechos y cultura de los pueblos indígenas socavan la propuesta alcanzada aquel 16 de febrero y cancelan la concertación como vía para solucionar el conflicto. En el caso del PAN no es de extrañar su postura. El asunto indígena y el conflicto en sí mismo siempre han sido algo extraño para ese partido, apegado a una visión conservadora y clasemediera. Llama la atención en el caso del Ejecutivo que, con esta acción, podría echar por la borda todo el esfuerzo realizado durante estos últimos años y abre la puerta a la posibilidad de enfrentamientos entre mexicanos.
Si la propuesta enviada por Gobernación de cualquier forma habrá de ser adecuada por el Congreso de la Unión porque, según información periodística, legisladores priístas de los que no se puede sospechar inclinaciones zapatistas le encontraron diversos problemas ¿por qué no mejor se envió la propuesta de la Cocopa para que fuera corregida y adecuada conforme al espíritu y la letra de los Acuerdos de San Andrés?
Se ha argumentado que el envío de la iniciativa era urgente dado que se registran 15 meses de suspensión del diálogo. Tan súbita urgencia no encuentra respaldo en el hecho de que durante décadas los indígenas sólo fueron parte de la escenografía del folclor, sin que gobierno, partidos o sociedad se preocuparan mayormente de ellos. La mencionada urgencia tampoco encuentra explicación si se recuerda que algunos de los ahora ``urgidos'' hace algunos meses no parecían tener mayor prisa en resolver la suspensión del diálogo, pese a todos los esfuerzos desplegados por la Cocopa y la Conai.
El diputado Núñez, según la información periodística, ha acusado públicamente a la anterior Cocopa, en especial a tres de sus integrantes, no sólo de carecer de técnica jurídica, algo que ha sido públicamente aceptado por los ex integrantes de dicha Comisión, sino de que actuó de mala fe en la ``interpretación'' de los Acuerdos de San Andrés, en una afirmación que desde ya le exijo que demuestre o que públicamente sea retirada.
En este mismo tenor, seguramente con conocimiento de causa, el coordinador de asesores de Gobernación ha mencionado que si la propuesta del Ejecutivo se presentara a consulta, el 90 por ciento de los indígenas la apoyaría. Ante la certeza del funcionario supongo que no habrá objeciones a la propuesta del senador Pablo Salazar de hacer un plebiscito entre los propios interesados, pero no sólo en Chiapas sino en toda la República. Detengamos entonces la discusión en el Congreso y organicemos una consulta nacional en todos los pueblos indígenas del país. Si a los banqueros y empresarios se les pregunta antes de dar un paso que afecte sus particulares esferas de interés, no hay razones para no hacerlo con los pueblos indígenas, a menos que la igualdad que se pregona no alcance para ello.
Se ha dicho que los legisladores priístas que tuvimos la fortuna y el honor de participar en la anterior Cocopa, tomamos decisiones contra los intereses de nuestro partido. No es exacto, precisamente porque pensábamos en dichos intereses nos negamos en muchas ocasiones a acatar instrucciones de burócratas que tienden a creerse los dueños de nuestra organización. En todo momento, hicimos nuestro trabajo buscando la paz con justicia y dignidad. Ahora algunos descalifican esto. ¿Acaso la paz ha dejado de ser la estrategia a seguir?
Una evaluación de la actuación de ambas partes muestra que ni el EZLN ni el gobierno federal han aprendido que avasallar no es resolver, y vencer no es convencer, es decir, ganar con el otro.
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