Este lunes se disparó el precio del petróleo. El West Texas Intermediate (WTI) registró un ascenso superior a dos dólares y cerró en el mercado spot de Houston a 14.25 dólares por barril, luego de que los días 16 y 17 su cotización fue de sólo 11 dólares. Así, en sólo seis días se logró un ascenso de 3.25 dólares y se recuperó el nivel de precios de los primeros días de febrero.
Sin duda, se trata de un resultado casi obvio del anuncio que en la mañana del mismo lunes formularon los ministros de energía de Arabia Saudita, México y Venezuela, productores que se comprometieron a disminuir en 600 mil barriles al día la oferta de petróleo: 300 mil, 200 mil y 100 mil barriles, respectivamente. Pero aun más, se proponen impulsar que otros productores OPEP y no-OPEP también disminuyan su producción para lograr que el primero de abril se registre una baja de entre 1.5 y dos millones de barriles al día, lo que dará más estabilidad al mercado.
Este acuerdo es de suma importancia no sólo por su efecto inmediato en los precios, sino por los cambios de actitud que manifiesta: 1. es la primera ocasión en muchos años que Arabia Saudita acuerda reducir su producción; 2. es también la primera ocasión en muchos años que Arabia Saudita y Venezuela deponen su ánimo de enfrentamiento y llegan a un acuerdo conjunto; 3. finalmente, pero sin duda no menos importante, es la primera ocasión también en muchos años en que México impulsa y sostiene una verdadera iniciativa para reducir su producción y, en este caso, acordar con los dos miembros más ``difíciles'' de la OPEP un significativo control de la oferta petrolera, como lo exigían desde hace varios meses diversos sectores de la población mexicana, para los que resultaba obligado que México mostrara un poco de coherencia y un poco --al menos un poco-- de solidaridad con otros productores, además de que debía cortar de tajo su disputa con Venezuela por mayor participación en el mercado estadunidense.
Si tiene éxito la iniciativa de la troika --nombre con el que ya se identifica a estos tres productores--, podremos esperar que en abril o a más tardar en mayo se reduzca la oferta petrolera en dos millones de barriles al día, como resultado de tres disminuciones diferenciadas: una primera de 400 mil barriles proveniente de productores no miembros de la OPEP como México, Noruega y Rusia (100 mil barriles cada uno), Omán (50 mil), Malasia (30 mil) y Egipto (20 mil); una segunda de 550 mil de los productores que forman el corazón de la OPEP, es decir, Arabia Saudita (300 mil), Kuwait y los Emiratos Arabes Unidos (125 mil cada uno); y una tercera de 775 mil barriles de otros productores OPEP como Venezuela e Irán (200 mil cada uno), Argelia y Qatar (50 mil cada uno), Indonesia (70 mil), Libia (80 mil) y Nigeria (125 mil). Y aunque existe cierto pesimismo respecto a las reducciones de Malasia, Egipto, Omán, Nigeria, Rusia, Irán, Qatar e Indonesia --en algunos casos, como los de Irán y Qatar, porque actualmente producen por debajo de su cuota OPEP--, los especialistas internacionales aseguran que a principios de mayo el mercado registrará una baja no menor a 950 mil barriles por efecto de las reducciones de Arabia Saudita, Emiratos Arabes, Kuwait, México, Noruega y Venezuela. Esto, de suyo, permitiría cierta recuperación de precios y la apertura de un periodo de estabilidad, aunque con precios no sólo menores a los de 1996 (20 dólares para el mismo WTI), sino incluso inferiores a los 17 dólares por barril registrados en 1997, que para la mezcla mexicana podría significar, efectivamente, un promedio cercano a 13.50 dólares por barril.
Y aunque es muy pronto para adelantar vísperas, pues el mercado aún es frágil no sólo por la debilidad económica sino también por los riesgos que comporta el retorno de Irak al mercado petrolero, no se puede dejar de reconocer la importancia de la iniciativa de la troika y, por lo que nos toca a nosotros, de México, así se trate de una acción tardía, emprendida luego de muchas incoherencias. Sirva esta experiencia para que no se juegue más, no sólo a la búsqueda ciega de la maximización económica, sino a la absurda disputa por la hegemonía exportadora a Estados Unidos, acciones que, según el más elemental silabario petrolero, manifiestan un aventurerismo mercantil no sólo absurdo, sino ingenuo.