LA NOCHE CAPITALINA, TEÑIDA DE AÑIL
Daniela Pastrana Ť Margarita Rodríguez, ingeniero químico, esperó cinco horas y media en su asiento de concreto. Pegada a la reja de protección del escenario, en la privilegiada primera fila, gritó hasta el cansancio durante casi tres horas de concierto. No se preocupó, por cierto, de encontrar a su hermana, a quien había quedado de ver a las tres de la tarde.
Para Margarita, ``fan` desde siempre, desde que nací'', de Silvio Rodríguez, la espera nunca es demasiada para escuchar en vivo al cantautor de la nueva trova cubana, ausente de escenarios mexicanos durante más de seis años. Junto a ella, Violeta Salazar, arqueóloga residente en Ecatepec, tampoco sufrió la ausencia de la amiga a la que quedó de ver desde temprano.
Las dos jóvenes de mezclilla y suéter gritan desgarradas, junto con la multitud congregada en la plaza del Monumento a la Revolución --15 mil, según cálculos de la policía, aunque las cabezas se pegan se multiplican a lo largo de la plazuela, cruzan la calle y llegan al estacionamiento del ISSSTE, justo a la mitad de la Plaza de la República--, cuando el cantante suelta la última frase de `Por quien merece amor`. Miles de brazos se levantan con el puño cerrado. ``Te queremos Silvio'', gritan desaforados chicos de mezclilla y cabello largo. Ondean las banderas de Cuba y México, y por su puesto, la imagen del `Che`.
Sentado en una viga de la grada bajo el escenario, el embajador de Cuba en México, Abelardo Curbelo --toda elegancia en su traje oscuro--, voltea hacia los rostros verdes del rayo láser que sale de la cúpula del monumento, multiplicados a sus espaldas.
``Es impresionante esta reacción, creo que Silvio es el mejor embajador de Cuba aquí en México'', dijo.
Sonriente a pesar de los incidentes --primero fue empujado y aplastado en la puerta trasera del escenario, cuando en punto de las 8 de la noche un centenar de indignados reporteros y fotógrafos, a los que no se les permitía el acceso, intentaban dar `portazo`, y luego los admiradores de la primera fila protestaron porque se paró frente al escenario--, el representante del gobierno cubano destacó que este concierto gratuito ``es una deuda que tenemos por toda la solidaridad que nos ha mostrado el pueblo mexicano'' y evadió amablemente responder a las preguntas sobre política en México. Eso sí, fue categórico sobre la posibilidad de una nueva etapa en las relaciones con Estados Unidos: ``eso hay que verlo con cuidado''.
A unos metros, Alejandro Aura, recién nombrado director de Socicultur, lidiaba con desesperados fotógrafos que reclamaban que no los dejaban tomar sus placas. ``Esperaba mucha gente, pero no tenía idea de esto'', dijo señalando la plaza atestada.
Orgulloso, deambulaba por ahí `Superbarrio` Gómez, el enmascarado defensor de los solicitantes de vivienda, que a diferencia del embajador cubano llegó una hora antes y pasó sin problemas.
En cambio, el que no llegó fue Cuauhtémoc Cárdenas. Después de acordar este concierto gratuito con el propio cantante la semana pasada, el jefe de gobierno había anunciado a su equipo que asistiría al evento, pero cerca de las 8:30 sus colaboradores confirmaron que no llegaría.
Lástima para los reporteros, que habían deambulado de puerta en puerta, discutido y empujado durante media hora para pasar al lugar de los invitados --hasta los directores de prensa del gobierno, Armando Machorro, y de la Asamblea Legislativa, Rosa Icela Rodríguez, tuvieron que pasar lista, formarse junto a la pared y brincar la reja. Por lo demás, a nadie importó la ausencia del gobernante.
Muy lejos de cualquier lugar que permitiera una visión medianamente adecuada, las parejas tendidas en las jardineras de la plazuela aprovechaban para combinar besos y cantos. Otros más aventados se treparon en camiones y postes. Los voluntarios de la UNAM y la UAM para la seguridad del evento, como Miguel y Cristian, estudiantes de comunicación de la UAM Xochimilco, se turnaban para instalarse en alguna esquina desde donde pudieran disfrutar alguna canción.
Los policías asignados a la seguridad externa reportaban saldo blanco y celebraban eufóricos. ¿Será porque Silvio canta `Ojalá`, la canción que escribió hace 30 años y por la cual mucha gente está aquí reunida? Un uniformado aclaró: ``No, es que ya van 2-0 ganando el América a las Chivas''.