Multitudinaria marcha en el 22 aniversario de la asonada de Videla
Stella Calloni, corresponsal, Buenos Aires, 24 de marzo Ť Por unanimidad, los legisladores de todos los partidos derogaron esta noche las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, mientras una multitudinaria marcha --la mayor de los últimos años en este tipo de actos-- recorrió las calles y manifestó su repudio al golpe militar que instaló la más cruenta dictadura que recuerde el país, con miles de muertos, 30 mil desaparecidos y la instalación de un régimen de terror cuyos efectos aún perduran.
Las manifestaciones se reprodujeron en todo el país.
Aunque algunos indicios hacían suponer que había intentos de utilizar políticamente el debate sobre las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, que se dictaron durante el gobierno del ex presidente Raúl Alfonsín, en la Cámara de Diputados finalmente imperó la razón, y ambas iniciativas fueron derogadas, aunque sin carácter retroactivo.
Quizá el debate estuvo impregnado por aquella presencia multitudinaria que rodeó el Congreso de la Nación y luego marchó en paz, evitando cuidadosamente a los pequeños grupos de provocadores que esta vez no lograron su objetivo, a pesar del amenazante y gigantesco operativo de seguridad.
Fue un día vasto en emociones, ya que durante la mañana, el gobierno de la ciudad de Buenos Aires colocó una placa bautizando como ``Madres de Plaza de Mayo'' a la misma sala donde comenzó a funcionar la comisión que investigó el destino de los desaparecidos (Conadep).
Esta comisión, presidida por el escritor Ernesto Sábato, fue la encargada de bajar a los infiernos de unos 300 centros de detención clandestinos y seguir el derrotero de miles de desaparecidos. Fue Alfonsín quien nombró esta Comisión de la Verdad, que culminaría con el impactante informe Nunca Más.
``Es un momento de alta emoción y un reconocimiento a esas madres que durante la dictadura comenzaron su ronda histórica, exigiendo saber dónde estaban sus hijos'', recordó Sábato. Les llamaron ``las locas de Plaza de Mayo'' a aquellas mujeres que se colocaron un pañuelo blanco en la cabeza como una forma de identificarse, en aquella ronda de los jueves donde desafiaron a la temible dictadura. Después se sumaron las abuelas que buscaban a sus nietos, niños secuestrados o nacidos en cautiverio.
En 1977, mediante la infiltración del marino, hoy capitán degradado, Alfredo Astiz, la entonces presidenta de las madres, Azucena Villaflor, fue secuestrada y desaparecida junto con otros familiares y dos monjas francesas, pero la ronda nunca se detuvo, y hasta ahora continúa. La persistencia de esta protesta que llamó la atención del mundo entero logró solidaridad internacional. Este día, nuevamente encabezaban con sus pañuelos blancos y junto a los Hijos de Desaparecidos, institución de creación reciente que reunió a muchos jóvenes que nunca llegaron a conocer a sus padres o que fueron secuestrados con ellos y sobrevivieron.
En tanto, hubo cierto alivio en sectores políticos cuando finalmente se desecharon los golpes bajos en el Parlamento y el debate alcanzó una calidad que ya se había perdido.
Desde las sombras aún emergieron los agrupados ex represores justificando su acción, a la que llaman ``guerra justa'', y también el general retirado Jorge Rafael Videla tuvo su grupo de ``homenaje'', pero eran sólo algunos, mientras que en las calles del país los miles que hoy pidieron justicia ``bendijeron la vida'', como dijo Adolfo Pérez Esquivel.
El justicialismo desistió de su amenaza de presentar listas de civiles que apoyaron distintos golpes militares, listas que, según se supo, estaban forzadas, y también se pensaba en una respuesta de la oposición. Recientemente, en el mismo momento en que comenzaban a desbloquearse los caminos hacia la verdad, un grupo de diputados del Frente País Solidario (Frepaso), socio de la Unión Cívica Radical (UCR) en la Alianza Opositora, presentó un proyecto para derogar o anular aquellas leyes que permitieron la impunidad para los crímenes aberrantes.
Sentenciados los jefes militares, fueron indultados finalmente en 1990 por el presidente Carlos Menem.
Fue un día tenso, a la sombra del recuerdo de aquella madrugada del 24 de marzo de 1976, cuando a las tres y 20 de la mañana resonó la voz de quien luego fuera presidente de facto, el general Videla, anunciando el derrocamiento de la presidenta María Estela Martínez de Perón, que había sucedido a su esposo, el tres veces presidente de los argentinos Juan Domingo Perón, quien murió ejerciendo el cargo en 1974.
``Isabel'' Perón ya no mandaba prácticamente en medio del caos de aquellos días, pero ya había autorizado la represión. Bajo su gobierno se rompió el huevo de la serpiente, y los grupos paramilitares de la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A) asesinaron y secuestraron a miles de personas.
De ellos surgieron algunas de las macabras listas con que los militares se presentaban en las noches para llevarse a los hoy desaparecidos. Isabel Perón estuvo un tiempo detenida en el sur del país, y hoy el presidente Menem recordó en un acto en Santa Fe su propia detención en su despacho de gobernador, en La Rioja. Desde 1976 a 1983 se escribió una de las historias más trágicas de América Latina. ``Sólo que hoy la persistencia del amor y de la justicia está demostrando que se puede dar vuelta a la impunidad, y que sólo con verdad y justicia podremos construir una democracia verdadera.
``No olvidamos'', ``Justicia'', ``No aceptaremos dictaduras, ni excluidos, ni más pobres ni más desaparecidos'', eran las consignas. Allí, entre las banderas de este día, se pudo sentir que alguien, una justicia escuchó al fin esta voz. Así lo dijeron las madres, que ya reconocen los pasos ``verdaderos hacia el Nunca Más''.