Hombres y mujeres entretejen la vida personal con la historia política; así se construye la congruencia personal o las incongruencias colectivas. En estos encuentros, a veces se pierde la vida o se pueden construir los futuros más ominosos de la incongruencia, diciendo que somos una cosa y haciendo otra, o haciendo defensas públicas de lo indefendible, de las cuales luego nos abstenemos culpando a otros de nuestros desatinos.
La historia política y personal de Ignacio Morales Lechuga y la del PRD se encontraron en el pasado IV Congreso que se convirtió en un cruce de historias personales y políticas en el cual el congreso decidió rechazar ser el transporte de tan singular compañero de viaje en el que una minoría pretendía subir a toda costa.
Todo México sabía que un futuro común, un viaje corto o largo en el mismo tren, era incongruente; aún así hubo insistencias para llevar el tema hasta la máxima instancia partidaria, pese a que la situación fuera profundamente divergente ética, política e ideológicamente. Por ello el debate fue entre congruencia o incongruencia.
Morales Lechuga no es un político de centro, sino conservador que luego de la votación acudió abiertamente a los argumentos panistas: los del PRD ``son como los del PRI''. La pregunta es ¿por qué estaba dispuesto a cometer la incongruencia de ser postulado por un partido del que acababa de renunciar?
Este abogado escalador fue reclutado por el salinismo para interpretar el derecho de acuerdo a sus necesidades y para crear argumentos jurídicos que justificaran la represión. Como procurador en el DF demostró lealtad y congruencia con el salinismo y así se ganó su pase a la PGR. Abogado del salinismo, comprometido política e ideológicamente con él, militó en sus filas, aplaudió sus triunfos, celebró con ellos, en privado, las derrotas del PRD; puso su inteligencia y experiencia profesional al servicio de ese proyecto que tenía un objetivo: destruir a la oposición cardenista. Cuando se deslinda de su responsabilidad política en ese proyecto muestra una falta de ética política y personal; lo menos que podría decir es que se arrepiente en vez de recurrir a la incongruencia y a la cobardía política al asegurar que nada tuvo que ver con el salinismo; eso es politiquería y oportunismo.
Morales Lechuga es otro de los victimarios --ahora víctima ``de la antidemocracia perredista''-- que participó en la tarea de aplastar el proyecto perredista y, al igual que muchos, puso el pie en un clavo porque el PRD defendió congruentemente sus posiciones e ideas frente al salinismo. Pero aún así pasó de contrincante a pretendido candidato del PRD utilizando el viejo lema oportunista: ``si no puedes con el enemigo, únete''.
Rechazar su candidatura a Veracruz no fue venganza ni soberbia, sino simple congruencia. Antes de buscar al PRD, buscó al PAN en iguales términos comprometiendo a la dirección estatal de ese partido en Veracruz; por eso el PAN observaba de lejos la emboscada y se sumaba a ella. La postulación por el PRD, PVEM o el PT no le significaban más que un plato político de segunda mesa aunque, efectivamente, había forjado desde hacía mucho tiempo relaciones dentro del PRD y del PAN, extendidas a columnas periodísticas que se escriben con pluma clandestina y fraylesca que conectan con el viejo ``Grupo Plural'' que integran Morales Lechuga, miembros del PRD y del PAN.
Morales Lechuga está --parafraseándolo-- ``lleno de lodo hasta en los codos'', y su falta de congruencia es del conocimiento nacional. ¿Por qué su candidatura tendría que ser un acto de incongruencia diciendo que somos un partido de izquierda y haciendo política de derecha?
El PRD pagará los costos de la decisión tardía. Quienes lo defendieron públicamente se abstuvieron en la votación final en un acto de incongruencia, y los más responsables de su defensa desaparecieron minutos antes dejando caer todo el costo en la delegación veracruzana que lo defendió. Esas son las heridas más profundas que deja la incongruencia, motivada por la defensa de proyectos personales que aspiran a dirigir al PRD.
Andrés Manuel López Obrador logró mantener no sólo la unidad del partido, sino que en medio de las presiones de grupos y corrientes, mantuvo identidad e independencia del partido. Los grupos derrotados pretenderán como respuesta sórdida debilitar a López Obrador, pues luego de la fallida trama les resulta intolerante un dirigente congruente con los principios del partido.