La Jornada 24 de marzo de 1998

La región más transparente, novela de hoy, no de hace 40 años: Carlos Fuentes

César Güemes Ť El que no conoce La región más transparente no ha conocido México.

La fila de personas en espera, tomando en cuenta los 100 metros planos que separan al sitio de la esquina más próxima, llega hasta Flores Mágón, desde el salón Los Angeles, a la celebración organizada por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, la editorial Alfaguara --que publicó la nueva edición de la novela de Carlos Fuentes-- y Ricardo Rocha.

Todo México, vale la referencia, o casi, de cuando los aires eran, en efecto, más respirables; y numerosas personas del después, cuando ya todo cambió, quizá para siempre. La lista de escritores llega, con facilidad, a las dos centenas, entre el millar de parroquianos. Carlos Fuentes, rodeado prácticamente de todas y de todos, se ve inagotable: circula, sin bailar, por toda la pista; recibe invitados, saluda amigos y conocidos, firma ejemplares, gira, camina, danza y sonríe, pues, por todo el espacio vial y, por fin, ya para la tercera llamada, toma asiento, no sin antes responder a un par de preguntas, para el testimonio.

Sin menos resignación, y con el mismo buen ánimo, Gabriel García Márquez ofrece la esperada entrevista; breve, pero exclusiva, e inquiere: ``Bueno, si me iba a pedir conferencias de prensas aparte, me hubieran avisado''. Pues sí, pero no; la oportunidad es casi única y habla ante la grabadora:

--¿Qué fue lo que pasó cuando hace 40 años leyó usted La región más transparente? --se le preguntó.

--Lo primero que sucedió fue algo muy importante para mí; fue que me dieron ganas de venir a conocer eso que era la región más transparente. Vine y todavía no me voy, y eso fue en 1961. ¡Imagínate lo que me sucedió!

--¿En efecto, era la región más transparente?

--Entonces no sólo era tranparente, sino que se veían los volcanes todos los días. El Periférico no llegaba sino hasta Barranca del Muerto. Y en todo el trayeco ese se veían los volcanes. Han ido desapareciendo.

--¿Tuvo alguna incidencia el leer La región más transparente para que usted escribiera, también, y no sólo para que viniese a conocer el país?

--Sí. Es decir, lo que sucede es una cosa: a mí me impresionó mucho La región más transparente, pero llegué, nos hicimos amigos Carlos Fuentes y yo, y creo que, más que todos sus libros, las grandes influencias recíprocas que tenemos él y yo son recíprocas. O sea, hemos hablado él y yo tanto de literatura, tanto de la vida pública, de la privada, de la secreta, que creo que cada uno ha influido al otro. Ya no hablamos de libros. Es más, entre nosotros hablamos de los libros propios, pero antes de escribirlos nos contamos cómo van a ser. Y después nos llevamos la sorpresa de que aquello que nos dijimos no tenía nada qué ver con lo que habíamos pensado. Ese es un ejercicio estupendo: la amistad real entre dos escritores, dos novelistas.

--¿Qué significado tiene para usted estar al lado de Fuentes en un aniversario propiamente de letras?

--Es acompañar a un amigo. Mi problema con Carlos es muy grave, porque se me olvida que es escritor, se me olvida que es todo lo que es. Y pienso que es un cuatacho, que somos cuatachos; y decir cuatachos es decir cómplices, y decir cómplices es decir que no se puede decir nada más.

--A la par de que hoy hay personas que descubren lo que es La región más transparente, hay algunas que felizmente se encuentran por vez primera con Cien años de soledad. Esos lectores nuevos, jóvenes, ¿le interesan lo mismo?

--Yo lo entiendo como un privilegio de la vejez. Cuando era joven me sucedía. Pero los jóvenes eran contemporáneos míos y no se notaba que éramos jóvenes todos. Ahora se nota, pero realmente es muy emocionante. Es decir, yo tengo la idea de que un libro sobrevive cuando pasa de una generación a otra. Y resulta que tengo libros que ya llevan dos generaciones y todavía están ahí. En el encuentro de novela me di cuenta de que la chaviza que había afuera era casi un kínder y de verdad habían leído los libros, cuando me quedé a firmarles me percaté de eso; porque uno sabe cuándo han leído de verdad los libros y cuándo no. Ellos los habían leído. Esto es ya casi-casi un riesgo de supervivencia. Es decir, casi uno puede pensar que si las cosas han ido así, hay menos maneras de morir.

Carlos Fuentes, mientras tanto, sostiene a pie firme su calidad de impasible. Y responde, para La Jornada, entre el maremágnum de manos derechas que alcazan a estrechar su diestra, un par de cuestiones:

--Don Carlos, ¿pensó usted, en 1958, que Ixca Cienfuegos llegaría a ser un sano cuarentón?

--No, nunca lo será, porque esta noche Ixca se llama Demián Bichir. Esto es, sigue siendo un jovenazo de mucho fuste.

--¿Es posible que La región más transparente llegue a ser leída con cierta nostalgia porque, en efecto, ya se ha ido?

--No del todo, porque ahora pienso que es nuestra actualidad. Yo también creí, ya que no la había vuelto a leer, que era una novela de hace 40 años, pero no, es una novela de hoy, de ahora, y cuando escuchemos lo que se lee de ella vamos a ver si es o no cierto eso que digo.

El caso es que don Carlos toma asiento en una de las varias mesas de pista. A su derecha García Márquez, a su izquierda José Saramago, aún en México, a escasas horas de partir del país que tantas historias y tantas opiniones le ha generado. Es necesario, en un noche como ésta, hablar, a lo mejor finalmente, por ahora, con él.

--Don José, la literatura se salió con la suya, no tuvo usted que irse de aquí antes de tiempo, sobre todo sin dejar de ver lo que vio.

--Mira, esto no se trataba de una pelea entre el gobierno y yo. No he peleado contra nadie. Pero me da muchísimo gusto que después de todo eso que se estaba diciendo del artículo 33 y de la injerencia y de esto y aquello, que yo, todo lo que tenía para decir, lo he dicho. Me voy de aquí con la idea de que si yo tenía un deber, lo cumplí, y si he podido cumplirlo sin más complicaciones para el gobierno, entonces pienso que a partir de ahora no encuentro ningún motivo para que a partir de mañana, que me voy, el gobierno mexicano se comporte de una manera diferente con otro extranjero. Es decir, no creo haber sido una excepción. Me gustaría que todo el mundo que viniera aquí, por buenas razones, como fueron las mías, pueda decir lo que tenga a bien como me sucedió a mí. Desde ese punto de vista yo estoy contento.

--¿Es posible pensar, maestro, que desde algún punto de vista México todavía puede ser la región más transparente?

--La región mas transparente pienso que es la isla de Lanzarote, y no lo es siempre, porque en estas últimas semanas el desierto trae polvo del Sahara y entonces la transparencia se pierde un poquito. Pero México, en lo físico, puede ser tan transparente como quiera. Y en su vivencia también, en la relación entre los mexicanos todos, sin excepcion; sólo que el pueblo tiene que decir que eso es lo que desea.

Carlos Monsiváis abre la noche, o el baile, que lo es, sin serlo. En un aparte periodístico, le preguntamos:

--¿México puede ser, aunque no sea en términos no ambientales, la región más transparente?

--No, ya no, somos demasiadas personas. Con este volumen demográfico constituimos tantas regiones que no puede llamársele la región; y hay tantas turbiedades que no pueden integrar una transparencia.

--¿Estamos perdidos, pues?

--No. Estamos, sí, en una situación muy distinta.

Carlos Payán, frontero siempre a las acciones, responde a una pregunta similar, muy poco antes de que se escuche la tercera llamada:

--¿En qué sentido podemos pensar que México tenga regiones transparentes, don Carlos?

--En este momento hay una lucha denodada, de muchos de nosotros, porque haya otra vez una región más transparente en la política, en la democracia, que se acabe la guerra en Chiapas y que se solucione con una paz digna. Yo creo que eso es la búsqueda de la transparencia.

--¿Irá ganando la transparencia?

--No sabemos: las fuerzas de la oscuridad trabajan en contra. Empiezo a sentir un movimiento muy importante en la sociedad civil buscando, todos, que vayamos hacia la solución pacífica, hacia el uso de la política predominantemente en contra del uso de la fuerza. Y eso dará transparencias a este país.

--¿Las fuerzas de la oscuridad son digno rival de la transparencia?

--Ningún rival puede ser desechado. Como dicen: no hay enemigo pequeño, pero también debemos de pensar que no hay amigos pequeños y hay muchos amigos que desean completar esto que le digo.

Después hablan, en voz de numerosos actores de renombre, otra cantidad similar de releídos personajes de La región más transparente. Ixca Cienfuegos, cuarentón apenas y joven aún, contempla, desde alguna esquina de la novela que lo contiene, con cierta media sonrisa, la escena que lo celebra, lo acompaña, lo revive.