Luis G. del Valle
Planeación familiar, otros fanatismos

``El presidente Ernesto Zedillo afirmó que `ningún fanatismo de cualquier naturaleza, ninguna presión de cualquier tipo, política o no, inhibirá al gobierno de la República'' para atender la demanda insatisfecha de servicios de planificación familiar, que incluye abatir la mortalidad materno-infantil y el `muy grave' problema del embarazo entre las adolescentes'' (La Jornada, 9-III-98, p. 3).

Son innegables la necesidad de atender justamente al gran crecimiento demográfico de nuestro país y el derecho de las parejas a decidir responsablemente el número de hijos que desean tener. Ante esto se presentan diversos fanatismos. Voy a fijarme en tres que no suelen ser muy tomados en cuenta.

¿Quién decide y con qué fundamentos el índice conveniente de crecimiento demográfico para nuestro país? Muchos han denunciado el fanatismo de los organismos económicos internacionales que condicionan sus préstamos a la disminución de la tasa de natalidad y que utilizan otros mecanismos para imponer el modelo económico-cultural llamado neoliberalismo.

Este modelo exige reducir drásticamente el número de los comensales, y es llevado adelante en nuestro país con un empeño entre firme y fanático, a pesar de que -como ha mostrado el Instituto Nacional de la Nutrición- en México contamos con suficientes alimentos para todos los habitantes, aunque hay inequidad y deficiencias muy graves en su distribución. (Cierto que la cuestión demográfica no se reduce a la alimentación de las personas, pero sí tiene en ella un índice relevante.)

Por otro lado, son numerosas las denuncias de que en las clínicas oficiales (sobre todo rurales), en diversas circunstancias -en particular después del parto- las mujeres son esterilizadas temporal o permanentemente no sólo sin que ellas lo sepan, sino incluso contra su expresa voluntad. Esa es una de las causas por las que mujeres que van a dar a luz prefieren prescindir de esos servicios y recurrir a otros.

Además, en esas clínicas llegan a faltar casi todas las otras medicinas, pero no las pastillas anticonceptivas. Una cosa es intentar ``atender la demanda insatisfecha de servicios'', y otra imponer esterilidad y priorizar medicinas de acuerdo, no con las necesidades y opiniones de la población, sino de los intereses gubernamentales.

En otro rubro relacionado pero un tanto diferente, una de las principales causas de morbilidad y mortalidad materno-infantil es la tremenda desnutrición que prevalece en el campo, particularmente entre los indígenas.

El Instituto Nacional de la Nutrición ha calculado que bastarían 700 millones de dólares para erradicar tal desnutrición, el gobierno mexicano ha ``invertido'' casi el triple (2 mil millones) con ese propósito. Sin embargo persisten altos índices de desnutrición, como lo demuestran investigaciones recientes. Este hecho indignante y desesperante lleva a concluir que estamos ante problemas de ineficiencia y corrupción verdaderamente fanáticas, inflexibles incluso frente al hambre y la muerte.

Fanatismo tan eficiente que ha logrado que ``México ocupe el sexto lugar en materia de corrupción gubernamental y en transacciones de negocios a escala internacional, en una lista de 52 naciones, de acuerdo con el más reciente informe de la organización Transparency International. A nivel continental, nuestro país detenta el tercer sitio, después de Bolivia y Colombia'' (La Jornada, 9-III-98, p. 17).

Aunque tal vez esta agencia pertenezca a esos extranjeros que deben ser expulsados por meterse en política de un modo que no concuerda con los intereses oficiales.

Además de otros fanatismos, encontramos estos tres (sujeción ciega a los organismos económicos neoliberales, imposición de políticas antinatales e ineficiencia y corrupción en los programas de nutrición nacional) directamente dependientes del gobierno mismo. ¿Incluirá esta promesa más del señor Presidente la lucha contra fanatismos de esta naturaleza?