Antonio Sánchez Ibarra
Los mitos del 2000

Al amanecer del 10 de marzo de 1982, los nueve planetas del Sistema Solar, la Luna y el Sol se encontraban en el cielo en un ángulo poco mayor a 90 grados, lo que permitía, si uno contaba con un telescopio de mediana potencia, verlos todos esa madrugada. Era la gran conjunción planetaria, mal llamada por muchos ali- neación planetaria, que aproximadamente cada 176 años permite ver a esos cuerpos en un pequeño ángulo, comparado con épocas normales en que están dispersos por toda la bóveda celeste.

El fenómeno no tenía mucha relevancia para efectuar observaciones y sólo era un espectáculo. Para lo que sería altamente fructífero era para el proyecto Voyager, ya que el posicionamiento de los planetas externos permitía en pocos años visitar esos cuerpos a través de la asistencia gravitacional de los mismos.

Empero, una labor extra que hubo de realizarse en relación con ese fenómeno fue la de acallar y contrarrestar todas las versiones seudo-científicas que planteaban catástrofes en la Tierra, ocasionadas por la suma de atracciones gravitatorias de los planetas al encontrarse alineados. Al fin el ``fin del mundo'' llegaría.

Un fenómeno similar ocurrirá el próximo 10 de mayo del 2000. Ese día se encontrarán en conjunción el Sol, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. Dos días antes, en la misma región también se encontrará la Luna. De hecho, la conjunción durará varios días, aunque se maneja como fecha central la mencionada.

A diferencia de la conjunción de 1982, en que fue posible observar los planetas antes del amanecer, la que se producirá en el 2000 no será perceptible. Los cuerpos mencionados estarán muy próximos al Sol, en pleno día, lo que impedirá su visibilidad y no representará un espectáculo al alcance de muchos. No es tampoco una oportunidad para enviar naves espaciales y, desde el punto de vista científico, no tiene relevancia.

Pero de nuevo habremos de tener jornadas extensas para prevenir a la comunidad del torrente de predicciones que de hecho ya circulan en muchos medios. A la mal-formación del concepto de conjunción se suma el factor de que ocurre en el 2000: fecha favorita para pronosticar los peores desastres en nuestro planeta.

Por principio, una conjunción es la aproximación aparente de dos cuerpos en el cielo. Es un efecto de perspectiva. En realidad, la distancia que separa a dos cuerpos en conjunción es siempre de varios millones de kilómetros, o incluso años luz cuando se trata de cuerpos del Sistema Solar con estrellas. Por lo anterior, no hay ninguna relación entre los mismos.

Para quienes argumentan la suma de fuerzas gravitacionales, es conveniente recordar que, en efecto, los cuerpos se atraen de acuerdo con sus masas, pero en proporción inversa a sus distancias, y ya estamos recalcando las distancias reales entre esos cuerpos.

Respecto al 2000, hay que indicar de nuevo que no marca el comienzo del siglo o del milenio. Eso se da el primero de enero del 2001, siendo aquél el último año del siglo XX.

Independientemente de lo anterior, vale la pena remarcar que los años de nuestros calendarios son convencionalismos creados por la especie humana en referencia a acontecimientos de la misma. El año en otros calendarios como el musulmán o el chino es diferente al nuestro, y no tiene mayor o menor predominancia que el cristiano. Por otra parte, la dinámica del universo es independiente de nuestra presencia.

Lo cierto es que los próximos dos años habremos de enfrentar esa avalancha de predicciones que inundarán los medios de difusión y que, indudablemente, son muy redituables.

Cuán deseable sería que ese cambio de siglo o milenio fuese aprovechado para cuestionarnos como especie, y si realmente debemos existir en un mundo con justicia y dignidad.