Raúl Cícero
La tremenda presión a que se encuentran sometidos los investigadores mexicanos por los requerimientos, cada vez más exigentes, de las instituciones académicas donde trabajan y por el Sistema Nacional de Investigadores, que basa sus valuaciones fundamentalmente en el número de trabajos publicados en el extranjero y sus posibles citas que aparezcan en ese libro pavoroso que se llama Citation Index, provoca que algunos investigadores recurran a una serie de artimañas para conservar la ansiada beca del SNI y naturalmente su posición institucional. Algunas de las acciones más comunes son:
1. La producción de refritos, o sea, una serie de artículos más o menos maquillados pero con los mismos datos y conclusiones.
2. El excesivo número de autores en un determinado trabajo, con el fin de que cada uno de ellos acredite la publicación, aunque sólo uno o dos lo hayan realizado realmente. De hecho, se establecen convenios entre diferentes investigadores para que se incluyan recíprocamente en cada trabajo, con el fin de hipertrofiar su productividad.
3. El empleo y manipulación de datos falsos o no fidedignos.
4. La presentación de datos artificialmente abultados; por ejemplo, en lugar de informar sobre 10 experimentos o casos, se consignan 20 o 30 para dar mayor validez estadística al análisis de resultados.
5. El plagio descarado de artículos elaborados por otros autores.
6. El usufructo de trabajos elaborados generalmente por alumnos de especialización, maestrías y doctorados.
Todo eso ocurre porque ``publicar o morir'' es casi un axioma en la investigación. Lo malo para los miembros del SNI es que las investigaciones con resultados originales no se pueden hacer por orden superior, y el fraude en la ciencia, tarde o temprano, siempre se descubre.