Una medida ilegal, como lo es el bloqueo que el gobierno estadunidense mantiene contra Cuba desde hace más de tres décadas, sigue siendo inaceptable aunque se le suavice y atenúe. Ello no obsta para observar con interés los cambios de matiz en la actitud de Washington en lo que respecta al inaceptable embargo. En efecto, el aumento de la cantidad de dólares que trimestralmente podrán enviar los cubanos exiliados en Estados Unidos a sus parientes en la isla, el permiso otorgado a los vuelos directos entre ambos países y la facilitación del envío de algunas medicinas representan, además de una concesión política, un precedente jurídico de importancia, pues Washington está así pasando por sobre la aplicación estricta de la ley Helms-Burton, que tantos y tantos problemas le ha creado con la comunidad internacional, la cual rechaza y desconoce esa legislación injerencista.
La motivación del gesto del presidente Clinton (que oficialmente sería un gesto de buena voluntad hacia el Papa) se encuentra sólo en parte en el terreno internacional. En efecto, aunque es cierto que Washington tiene problemas con Japón y los ha tenido recientemente con China, Rusia, Francia y la ONU por su intento de bombardear a Irak y, por lo tanto, necesita hacer alguna concesión menor donde menos le cueste, hay que tener en cuenta también que Clinton está sometido a duros ataques de los sectores más conservadores, y necesita apoyarse en los llamados liberales, los cuales están convencidos de que el bloqueo sólo favorece al gobierno de Fidel Castro y unifica a los cubanos, mientras que el fin del embargo debilitaría al régimen de La Habana y dividiría a los segundos, favoreciendo a Estados Unidos. En ese sentido, la medida es coherente con lo que hace más de dos décadas preconizan importantes personalidades estadunidenses y con la declaración del mismo presidente de que las nuevas facilidades humanitarias buscan derribar a Castro. Es, por lo tanto, la misma política y el mismo bloqueo, pero con modos diferentes.
Si bien la eliminación del embargo debe ser exigida por las sociedades democráticas y sus gobiernos, eso no quiere decir que las medidas comentadas deban ser despreciadas en nombre de una política de ``todo o nada'' frente al bloqueo. La nueva resolución de Washington permite un flujo de medicinas hacia la isla, posibilita los contactos directos entre los exiliados y su patria y hace posible el aumento del poder de compra de una parte de los cubanos, lo que a su vez puede traducirse en una distensión del ambiente político interno en la isla. Asimismo, la decisión referida puede propiciar los contactos y el diálogo entre los gobiernos cubano y estadunidense con vistas a medidas ulteriores de normalización.