Masiosare, domingo 22 de marzo de 1998
La declaración de guerra del EZLN ``no son enchiladas. No se vale que hayan atacado al Ejército Mexicano y después se regresen a la selva a decir Çsoy inocenteÈ...'', refutaba Adolfo Orive a los dirigentes de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), mientras la reportera Fabiola Martínez tomaba notas.
¿Recordaba Orive, en esos momentos, su ruptura con ``las gentes de don Samuel'' en Chiapas, que culminó con la expulsión de ``los norteños'' de las comunidades indígenas donde trabajaba la diócesis de San Cristóbal? Es muy probable que sí, que ese episodio de principios de los ochenta lo haya llevado a decir que la Comisión Nacional de Intermediación (Conai) no es otra cosa que una ``caja de resonancia'' del obispo Samuel Ruiz y una ``íntima aliada'' del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (La Jornada, jueves 19 de marzo).
¿Y qué pensaba cuando, en referencia a Marcos, el líder del EZLN, dijo que ``no se puede estar acostado en una hamaca, entre las ramitas y fumando una pipa, y desde allí exigir justicia social''?
¿Ayudará un poco de historia?
Brotes subversivos
Domingo 7 de agosto de 1983. Los lectores de la columna En Privado, del periodista Joaquín López Dóriga -quien por cierto ayer reapareció en Televisa-, leyeron líneas inquietantes.
Un año candente por culpa de un movimiento que pretende asaltar el poder sin importar los costos. El centro de la conjura: Monclova, lugar de violencia y anarquía. Y de ahí ``otros brotes que algunos calificarían de subversivos por la naturaleza política de sus orígenes y consecuencias, puesto que han incidido en campos muy sensibles de la actividad económica''.
El columnista enumera lugares y situaciones peligrosas. ``Agitación'' en los campos de Veracruz, Chiapas, Oaxaca, Guerrero y en la Huasteca potosina. Ataques a instalaciones del Inmecafé. Paros de choferes en Morelos y Guerrero. Movilizaciones en Lázaro Cárdenas, Michoacán. Una campaña abstencionista en Chihuahua. Secuestro de vehículos oficiales y ``otras formas de activismo ilegal perpetradas por gente del campamento Tierra y Libertad en Monterrey''.
Los lectores de En Privado leen:
``Quizás usted se pregunte qué relación hay en esta conjunción de perturbaciones laborales, sociales, económicas y políticas. La respuesta puede dárnosla una sola persona: Adolfo Orive Bellinger (sic). Este personaje inició sus actividades políticas en la UNAM, primero como estudiante y luego como profesor en la Escuela Nacional de Economía, con Rolando Cordera y Lenin Rojas; obtuvo su doctorado en economía en la Universidad Cornell, Estados Unidos, y una especialización política en la República Popular de China.''
La acumulación de datos de esa entrega de En Privado es reveladora.
El columnista ubicaba el inicio de toda la ``agitación'' en 1973, cuando Orive se desempeñó como director de Servicios Sociales de la Siderúrgica Lázaro Cárdenas. Entonces, se dice En Privado, se forman los primeros cuadros políticos de Línea Proletaria.
``En el año de 1974 Adolfo Orive y Francisco Ubense (en realidad Ubence) Rojas organizan la huelga contra Tabamex, en el estado de Nayarit, empresa que resintió graves perjuicios.''
Más tarde, sigue En Privado, Ubence es la punta de lanza para crear el campamento Tierra y Libertad en Monterrey, donde Orive ``dota de `leyes y autoridades propias' que él dicta y a las que él designa, sobre los más puros lineamientos maoístas...''
El columnista no menciona a otro personaje clave en este capítulo: el hoy senador y dirigente nacional del Partido del Trabajo, Alberto Anaya, quien se enfrentó a Adolfo Orive por el control de Tierra y Libertad. Y ganó.
Los trabajos de los ``litos''
En Privado dedica un amplio espacio a Monclova. En esa ciudad, dice, Ubence Rojas ``recluta desposeídos, y forma la Liga Flores Magón e invade predios urbanos para crear la Colonia Independencia. Después siguen otras y surgen ciudades perdidas llamadas Chinameca, Pípila y Tierra y Libertad. En 1976 Ubense Rojas ingresa, como eventual, a Altos Hornos de México en Monclova y en poco tiempo conquista el mando sindical para Línea Proletaria de la sección 147 del Sindicato de Mineros''.
Lo que sigue, siempre según la columna citada, es la debacle de una empresa exitosa que se ve sometida a ``huelgas, sabotajes, tortuguismo, asaltos, terrorismo, secuestros, allanamientos de edificios, destitución e imposición de funcionarios''.
De 1977 a 1983 se sucede un vertiginoso avance de Línea Proletaria en el gremio minero: la sección 288 de Monclova, las secciones 47 y 48 de Fundidora Monterrey, la 217 de Sicartsa y, durante algún tiempo, las 281 y 180 del consorcio Benito Juárez-Peña Colorada.
En Monclova se dan ``extraños maridajes'' mediante los cuales Línea Proletaria conquista, a través del Partido Acción Nacional, la presidencia municipal ``que aún detentan por segundo trienio consecutivo''. Los líderes de la Línea controlan incluso la Policía Judicial e imponen condiciones al gobierno estatal, como sucede con el nombramiento de un comandante que rechazan mediante ``brigadas de choque (que) asaltaron el local policiaco, expulsaron a golpes a los agentes y soldaron los accesos hasta recuperar la jefatura para uno de ellos...''
Entre los líderes de Monclova, En Privado ubica a Felipe Valdés, primer secretario general de Línea Proletaria en la sección 147, Virgilio Maltos Long y Fidel Hernández Puente. Además, ``el licenciado en ciencias políticas'' Severiano Sánchez, ``el agrónomo de Chapingo'' Héctor Zamudio Fuentes y Enrique Arreguín Rodríguez. ``Ninguno de ellos es originario de Monclova ni siquiera de Coahuila; se les conoce como los `litos', abreviatura del peyorativo que les dieron los auténticos trabajadores cuando aparecieron por primera vez: ÇintelectualitosÈ.''
Todos estos dirigentes realizaban entonces frecuentes viajes a la capital del país para ``sostener concilios con Adolfo Orive en locales alternos, uno de los cuales se ubica en la calle de Ayuntamiento, entre Bucareli y Enrico Martínez''.
Recuento de la Línea
El pormenorizado recuento continúa con el trabajo de ``infiltración'' realizado por los seguidores de Orive en sindicatos de la Confederación de Trabajadores de México en la región: Productos Tubulares de Monclova, Fumosao Tomexa, Confa, Talleres Modernos y otros. Según En Privado, el objetivo de Línea Proletaria era capturar los 58 sindicatos cetemistas de la región coahuilense, cosa que hacían ``mediante su práctica predilecta del terrorismo''.
Y más.
En la columna de marras se dice que Orive dirigía también muchos otros movimientos.
La invasión de las oficinas y locales del Instituto Mexicano del Café.
El paro de 300 choferes de la línea Flecha Roja, que ``dejó durante más de 12 días incomunicadas a casi todas las poblaciones de los estados de Morelos y Guerrero con daños para más de un millón de usuarios''.
Además, acarreo de ``miembros del sindicato `independientes' y gente del PRT, a gran costo, desde la zona industrial del Estado de México hasta Ciudad Lázaro Cárdenas, con el fin declarado de promover una huelga que sería desastrosa, no obstante la armonía que hasta ahora ha privado en Sicartsa...''
Por último, En Privado alertaba sobre la ``nueva tarea política'' de Francisco Ubence Rojas, ``al lado de Francisco Hernández Juárez en Teléfonos de México'' y sobre la reaparición del primero en Monclova, lo que ``presagia una nueva escalada de peligrosas proporciones...''
La sombra
En Privado llegaba a dos conclusiones: ``La primera, la peligrosidad social y política del movimiento Línea Proletaria que tiene como estrategia acentuar contradicciones e introducir el caos en el país, en la difícil coyuntura de la crisis económica por la que atravesamos. Su táctica es el enfrentamiento, la intransigencia, el choque violento y el terror. Su objetivo es asaltar el poder sin que importen los medios...''
Y la segunda: ``la gran habilidad demostrada por Adolfo Orive Bellinger (sic) al mantenerse oculto, sin apartarse del principio básico del maoísmo, que los ideólogos, estrategas y tácticos de un movimiento, nunca asuman formalmente el mando y se expongan, sino que deben mantenerse en la sombra, actuando a nivel de la base, y controlar desde allí el movimiento a través de las asambleas, que para ellos constituyen el elemento rector de su estructura organizativa''.
Las enchiladas
¿El mismo Adolfo Orive que ahora lamenta que haya luchadores sociales que pongan en primer lugar al EZLN ``por más que represente a los indígenas de la región, pero no a los 10 millones que existen en el país''? ¿El mismo que está muy seguro de que el 90% de los indígenas está a favor de la iniciativa del Ejecutivo federal?
No. Los tiempos de las sombras pasaron. Las enchiladas han llegado. (En la transcripción: Arturo Cano).