Paul Auster, escritor estadunidense, es el moderno creador de hombres nuevos. Llegado el momento en que se agotaba el material literario aparece Auster. El brujo intuitivo que deja de lado la razón y da paso a la ``fantasmatización'', al situarse en la posición contrastante con el realismo de abrir en cierto modo las puertas de la ficción hasta el punto de presentar, esa referencia; término límite, tan provocador como imperativo.
En La trilogía de Nueva York, Auster juega, manipula y reinventa la literatura policiaca con tintes metafísicos. Trama usada como contexto de un fascinante juego de espejos, símbolos y sorpresas. Tres historias contemporáneas forjadoras de mitos.
En la primera a Daniel Quiin, escritor de literatura policiaca, su interlocutor lo toma por un detective y le encarga un caso. Quiin lejos de deshacer el malentendido, se mete en el papel que le han asignado y se ve envuelto en una historia repleta de enigmas, complicadas relaciones paternofitiales, locura y delirio.
En ``Fantasmas'', la segunda historia, un detective privado y el hombre al que tiene que vigilar juegan a las escondidas en un claustrofóbico universo urbano. Asimismo en ``La habitación cerrada'', tercera de las historias, el protagonista se ve confrontado a los recuerdos de un amigo de la infancia, cuando la mujer de éste le escribe una carta explicándole que su marido ha desaparecido misteriosamente.
Paul Auster se presenta como si reencontrara la misma pregunta de siempre de la literatura ficción vestida de afecto o verdad. Descubrimiento de sus personajes que se van estructurando como un --como si-- que no es otra cosa que su realidad. Una transobjetividad que le da luz a sus historias. Momento arbitrario de la subjetividad, una vez agotada por la literatura, el despejamiento de los fenómenos de la objetividad.
Auster no trata de reducir esta subjetividad ni de rescatarla, mediante recursos literarios, que no le faltan. El sigue diciendo, afectado de sus propios esforzamientos de pensamiento. Nueva literatura comunicada con la del español Javier Marías, que pone rumbo al lenguaje, hacia el que por otra parte ya está embarcado.
Esa necesidad de adivinar lo olvidado basado en indicios fantasmáticos y jugar fuera de los roles sociales que nos obligan a jugar prescindiendo de ese sujeto que es una ``ficción del ideal'' en constante movimiento y construcción. Recreación en lo inasible, lo inefable, lo ininteligible, como hilo conductor de la trama.